La liturgia de hoy nos confronta con nuestra fe y nos muestra lo equivocados que estamos muchos al pretender todavía hoy que el Señor piense y actúe como nosotros lo hacemos y no vivir según su Voluntad.
Hoy la liturgia nos confronta con nuestra realidad espiritual: o santidad, o nada. Dios se acerca continuamente a nosotros, pero necesita que acojamos su presencia y le abramos el corazón.
La liturgia de hoy nos presenta dos lecciones: cuán fácil es que como Joroboan usemos la religión para fines personales; o cómo podremos como Jesús compartir nuestro pan.
El Señor nos dice hoy Effetá! – ¡Ábrete!», ante la infidelidad en la vida del hombre que nos lleva a ser sordos espirituales y mudos para evangelizar o dar un buen consejo.
Hoy la liturgia nos hace un llamado a profundizar en qué estamos cimentando nuestra fe y nos invita a revisar y estar vigilantes de lo que entra en nuestro corazón.