La liturgia nos invita a vivir, como Juan el Bautista, nuestra misión de una manera sincera y de corazón y con nuestro testimonio como él seamos también anunciadores del Reino de Dios.
En la liturgia hoy el Señor nos dice “por sus frutos los reconoceréis” y nos invita a ser árboles buenos, significa que es bueno en la medida en que no desfallece obrando el bien. Revisemos ¿qué tipo de frutos estamos dando?
Hoy la liturgia nos invita a vivir en pro de la verdadera felicidad, no la de la puerta y el camino ancho, sino la de la puerta estrecha, como nos dejó de testimonio San Luis Gonzaga.
La liturgia de hoy nos confronta con nuestras preocupaciones y el cómo vivir encima de ellas y no ahogarnos en ellas. Meditemos acerca de la fe y las acciones, que vienen a hacer referencia del tipo de Dios en el que creemos.
La liturgia de hoy nos muestra la generosidad de Dios con nosotros que desde siempre nos ha dado, como ejemplo para nuestra vida, lideres capaces de serle fieles y hoy nos invita también, a relacionarnos con El como sus hijos.
La liturgia de hoy nos invita a tener una fe sincera desde el corazón, no desde el afán y la honra humana, así tendremos la recompensa que el Señor a prometido a sus Hijos.