Categoría: Liturgias Diarias

El Señor es mi luz y mi salvación, es la defensa de mi vida y nuestro anhelo es vivir en su casa, para disfrutar de sus bondades… Y entonces armados de valor, confiemos en El.

.Para que haya paz en una comunidad, en una familia o en un país, en el mundo, tenemos que empezar a estar con el Señor.

Referenciar nuestra vida en el orgullo nos lleva a malas decisiones, a autorreferenciarnos y a alejarnos de la verdad . La fe es, pues, ante todo un don sobrenatural, un don de Dios, pidamos ese don para el mensaje de Dios que se sintetiza en amar a los otros, humildad de corazón y confianza total en El que viene a nosotros y nos toca, porque el Espíritu Santo, don del Señor resucitado, nos hace capaces de acoger el Dios vivo.

En el evangelio de hoy, Jesús con su parábola nos dice que no todos tenemos los mismos talentos, pero que todos hemos de gastarlos en la misma línea que los gastó Él: la de entregar nuestra vida por amor

Importante, Tener encendidas nuestras lámparas y llevar el aceite para alimentarlas. Digamos que la lámpara es la vida, la Luz es la Vida de Gracia y el aceite es la Caridad. Recuerda Dios quiere que llevemos una vida Santa.

Juan el Bautista, muere por denunciar el pecado de otros. El texto de hoy nos lleva a meditar sobre las consecuencias del pecado y cómo puede llegar a enceguecernos que nos hace tramar cosas tan terribles.  ” Detrás de estos personajes, nos dice el Papa Francisco, está satanás, sembrador de odio en la mujer, sembrador…

Pidamos hoy la gracia al Espíritu Santo que nos ahuyente de todo engaño, pidamos la gracia de reconocernos pecadores: somos pecadores. Pecadores, sí. Corruptos, no.”

No debemos descuidar estas tres características de la Ley que se nos habla en este Evangelio: la justicia, la misericordia, la lealtad. Jesús, nos confronta, nos invita a reflexionar y a mirar dentro de nosotros para ser mejores.

Pidamos a Dios la gracia de orar y orar para no caer en las tres actitudes que nos habla el padre Yepes en el audio y nos llevan a los ayes que conlleva vivir una religiosidad exterior, con la puerta cerrada y la llave en el bolsillo.