?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Jer 17, 5-10
- Sal 1
- Lc 16, 19-31
He titulado este comentario con el segundo oráculo del texto que Jeremías nos ofrece hoy, ya que nos presenta el mensaje en positivo.
Entonces meditemos: Qué le ha ocurrido a ese ser humano y a nosotros hoy día que nos hace buscar apoyo, fuerza en algo o alguien que es finito y que nunca podrá llenar nuestro corazón de felicidad definitiva? ¿No es capaz nuestro corazón de confiar al mismo tiempo en Dios y en los hombres? La clave de ese primer oráculo está en la enseñanza que nos da el profeta “el apoyo en lo humano se da mientras su corazón se aparta de Dios”. El drama es dejar de lado a Dios, Él, que nos conoce y a quien no podemos engañar. Él, que es el único que puede obrar una transformación en el corazón del ser humano.
Si hemos fallado podemos pedir SU gracia, con la certeza de que no nos negará el perdón y que su Espíritu permanentemente ilumina nuestros pasos para que encontremos el camino de vuelta “a casa, a Su casa, nuestra casa”
Ya tienen a Moisés y los profetas, ¡qué los escuchen¡ nos invita el evangelio .
Hoy, la Buena Noticia nos llega por medio de una parábola. La narración desarrolla un intenso contraste, rayando lo trágico, Se dan los dos extremos de una sociedad. En dos tiempos: antes y después, en vida y muerte. En dos situaciones: un hombre rico, sin nombre que banquetea diariamente.
Un aspecto importante nos resalta el Papa Francisco: …”Esta es la maldición más fuerte del que confía en sí mismo o en las fuerzas, en las posibilidades de los hombres y no en Dios: perder el nombre. ¿Cómo te llamas? Cuenta número tal, en el banco tal. ¿Cómo te llamas? Tantas propiedades, tantos palacios, tantas… ¿Cómo te llamas? Las cosas que tenemos, los ídolos. Y tú confías en eso, y este hombre está maldito.
Todos nosotros tenemos esta debilidad, esta fragilidad de poner nuestras esperanzas en nosotros mismos o en los amigos o en las posibilidades humanas solamente y nos olvidamos del Señor. Y esto nos lleva al camino de la infelicidad…”
Siguiendo con la paradoja también nos dice el evangelio que con el hombre rico, había también un hombre pobre Lázaro que deseaba saciar su hambre con lo que se tiraba de la mesa del rico y ni eso le era posible.
Se da en dos lugares separados por una puerta cerrada, dentro de la casa el rico tiene abundancia, y fuera en el portal de su morada se encuentra el pobre cubierto de llagas con la sola compañía de perros.
Pero, hay un momento en la narración dónde un mismo hecho iguala a estos dos hombres, es la muerte. Los dos mueren, y tras ese instante se invierten las formas. El pobre Lázaro es llevado por los ángeles a un lugar de consuelo y el rico cae al abismo donde le espera una vida de tormentos.
Aquí termina la parábola y comienza la revelación del sentido, a través de un diálogo, -no entre estos dos hombres-, sino a través de un tercero al que los dos reconocen como Padre Abrahán. El rico habla, el pobre calla.
Orar con este texto me ha llevado a encontrar un nombre para el hombre rico. Al inicio le llamo, el que “no ve”. El texto no dice que sea un malvado sino que vivió distraído, en su mundo. ¡Es un toque de atención para nuestra vida!
Siguiendo con el diálogo, encontramos una luz en las mismas palabras del hombre rico, dice así:: “el rico levantó los ojos y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro “, ahora ve hasta de lejos, podemos llamarle: “el que ve”. Y es más, no se para ahí, sino que ruega, suplica a Abrahán que sea el mismo Lázaro, a quién él nunca auxilió ni tocó, el que baje hasta él trayendo agua en sus dedos y refresque su lengua. ¡Qué paradoja! Ahora el hombre rico, llega hasta olvidarse de él, reconoce su equivocación e intercede por sus hermanos, pero es demasiado tarde. Pide un milagro, una intervención divina, y Dios vino y sigue presente en nuestro mismo caminar, solo necesitamos FE para ver, para escuchar, para amar… Dejemos resonar en nuestro corazón la respuesta de Abrahán, breve y clara:” Ya tienen a Moisés y a los profetas, ¡qué los escuchen! Un buen compromiso para este tiempo de cuaresma.
Concluye en Papa Francisco: ..,”Hoy, nos hará bien preguntarnos: ¿dónde está mi confianza? ¿En el Señor o soy un pagano, que confía en las cosas, en los ídolos que yo he hecho? ¿Todavía tengo un nombre o he comenzado a perder el nombre y le llamo «Yo»? ¿Yo, me, conmigo, para mí, solamente yo? Para mí, para mí… siempre ese egoísmo: «yo». Esto no nos da la salvación.”
Concluyamos con el Salmista: “Dichoso el hombre que confía en el Señor… que no se guía por mundanos criterios… que ama la ley y se goza en cumplir sus mandamientos. Es como un árbol plantado junto al rio, que da frutos a su tiempo y nunca se marchita.”
Mes de Marzo
Intención de oración universal
Recemos por la Iglesia de China.
Recemos para que la Iglesia en China persevere en la fidelidad al Evangelio y crezca en unidad.
Palabra de Vida .
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.” (Mateo 7, 12)
Esta Palabra nos impulsa a ser creativos y generosos, a tomar la iniciativa, a tender puentes hacia quien no es nuestro amigo, como Jesús mismo hizo. Nos exige la capacidad de salir de nosotros para ser testigos creíbles de nuestra fe.
Perseverando veremos cambiar el mundo a nuestro alrededor poco a poco. Comprenderemos que el Evangelio comporta la vida más fascinante, enciende la luz del mundo, le da sabor a la existencia, tiene en sí el principio de la resolución de todos los problemas. No descansaremos hasta poder comunicar nuestra extraordinaria experiencia a otros: a los amigos que pueden comprendernos, a los parientes, a todo aquel que sintamos poder ofrecerla. Renacerá la esperanza”.
- Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.