Categoría: Liturgias Diarias

La liturgia de hoy nos llama a la conversión, escuchar la invitación a seguirlo, dejar lo ordinario de su vida, desacomodarnos para cumplir la misión que El tiene para nuestra vida

La Conversión de San Pablo es, en realidad, también la nuestra porque muchas veces vivimos de una fe heredada, descomprometida y cómoda que no nace de un verdadero encuentro con el Señor en la oración, los sacramentos y en el “descubrimiento” de nuestros prójimos como hermanos.

La liturgia de hoy nos invita a como David, practicar el perdón y la confianza en Dios. Y como sus elegidos saber que aunque somos pecadores, El no ha amado, nos a elegido y entonces sentirnos llamados a ser sus discipulos y evangelizar.

Cuanto nos debemos  idenfificar con el texto de Samuel ya que,  a veces, nos afecta el éxito de los demás y como decimos popularmente, nos lo restrieguen en la cara, y, por nuestra falta de autoestima, nos sentimos violentados y celosos como le sucedió a Saúl. Cuánto debemos valorar a esas buenas amistades que nos son fieles e interceden por nosotros.

La cerrazón, la obstinación, el formalismo, la pereza la hipocresía; es también  característico de muchos de nosotros hoy. El Señor, nos dice el Padre Yepes en el audio, nos pide abrirnos a El, confiar en El como lo hizo David. 

La liturgia de hoy nos confronta sobre dejarnos llevar por las apariencias y no sobre el corazón, sobre nuestros condicionamientos para servir y sobre recordar que el Señorío de Dios sobre ritualismos y leyes que atropellan la dignidad humana.

Hoy se nos invita a revisar nuestra actitud al actuar: “Por qué citas mis preceptos y hablas a toda hora de mi pacto, tú que detestas la obediencia y echas en saco roto mis mandatos?” A vino nuevo, odres nuevos.

Hoy la liturgia nos invita a poner toda nuestra atención en los enviados por Dios, en descubrir a través de los textos al que es el portador de la esperanza: Cristo, el Cordero que quita el pecado.

Jesus hoy nos llama, nos dice, ‘Sígueme”, y al dejarlo todo transforma nuestra vida. El siempre sale a nuestro encuentro y nos sorprende cuando menos lo esperemos, muchas veces sirviéndose de las cosas cotidianas, por eso debemos estar prestos al llamado del Señor a servirlo, a seguirlo, a dejarnos envolver por su amor, a ser ungidos por El y hacer su Voluntad.