?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Ez 12, 1-12
- Sal 77
- Mt 18, 21-19,1
No hay duda de que en nuestro corazón anida una gran dificultad: acoger que nuestra fe en Dios no nos hace la vida más fácil. Nos rebelamos ante esa realidad. Hoy, la primera lectura nos presenta al profeta Ezequiel, quien comparte su fe y experiencia de Dios en una situación concreta e histórica: el exilio. El período del exilio es para el pueblo de Israel el momento más duro, incluso se puede considerar peor que la esclavitud de Egipto: ¿dónde están las promesas de Dios? ¿Ya no somos el pueblo elegido? Ezequiel, con su acción simbólica, quiere transmitir el mensaje de Dios: la situación va a empeorar, Jerusalén será destruida y aumentará el número de exiliados. Se reafirma constantemente que el pueblo es rebelde. Una rebeldía que se sustenta en la negación y rechazo de que Dios camina con su pueblo en las circunstancias de dolor y deportación; una actitud rebelde que les impide acoger y aceptar las circunstancias de vivir “su hoy” caminando humildemente con su Dios, sin grandezas ni glorias.
Ante estas palabras, preguntémonos: ¿No será suficiente, todo lo que estamos viendo hoy en el mundo, para que entendamos que hemos diluido el Evangelio de Jesús; que nuestra vida dista mucho de ser lo que el Señor nos invitó a vivir en su Iglesia?
No parece que las predicaciones tengan gran impacto en el pueblo, Pues la mayoría de los bautizados, caminamos por el camino de la oscuridad, del hedonismo, del materialismo, y algunos, de cosas peores.
Con el Salmista pidamos perdón al Señor por estas actitudes.
Y en evangelio complementa esta súplica con el texto de la Parábola sobre la Misericordia, en la que indica el Papa Francisco, “Jesús explica a Pedro que es necesario perdonar setenta veces siete, que equivale a siempre, para reafirmar que el perdón de Dios a nuestros pecados y nuestro perdón a los demás están estrechamente relacionados.
Todo parte de cómo nosotros, en primer lugar, nos presentamos a Dios para pedir que nos perdone.
Hay que pedir perdón sinceramente, con el corazón, y de corazón debe ser dado a quien nos ha ofendido.”
La dinámica del Reino de Dios nos permite, por un lado, experimentar en lo más profundo del propio ser, el amor que dignifica, el perdón que reconstruye y, por otro, exige la coherencia propia de quien ha recibido y experimentado dignidad y confianza renovada, es decir, se nos exige gratuidad y perdonar de corazón a quien nos ofende.
El Maestro habló, explicó, invitó a ser testigos de ese amor que perdona una y otra vez. El Maestro, el Hijo de Dios, lo vivió radicalmente y lo expresó en la cruz: “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”. Esta es nuestra medida: el amor que dignifica y el perdón que reconstruye. Expresión radical, donde nos lo jugamos todo, y contribución real en la consolidación del Reino de Dios. Lo demás son pequeños matices.
Muchas veces se piensa que perdonar es un sentimiento, sin embargo, la realidad es que se trata de un acto de la voluntad. Las ofensas recibidas, crean un sentimiento, el cual, generalmente, queda fuera de nuestro control. Este sentimiento, generará actitudes como respuesta a la herida.
La reacción humana es la de actuar negativamente hacia quien nos ofendió; la gracia, que apoya nuestra decisión, nos lleva a actuar de una manera sobrehumana y a mostrar una actitud positiva (que puede empezar con una sonrisa). Si no dejas que el sentimiento crezca (reforzándolo con tus actitudes) las gracias de Dios y tu esfuerzo cotidiano, harán que pronto desaparezca el sentimiento causado por la ofensa.
Así pues, como nos dice el padre Yepes en el audio, no debemos emplear la ley del embudo, recibir El perdón a borbollones y entregarlo a cuenta gotas.
El Señor perdona lo imperdonable y lo ha hecho precisamente desde la Cruz, entonces quiénes somos para no perdonar?
Palabra de Vida Mes de agosto
¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? (Romanos 8,35
https://ciudadnueva.com.ar/agosto-2020/
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
? ?
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.