Autor: Rosa Otárola Duran

Esta es la más,importante norma: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amaras al Señor, tú Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas… Amarás al prójimo como a ti mismo.

“Escuchen mi voz y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo, caminen por el sendero que yo les mostraré, para que les vaya bien”. Esta es la llave para disfrutar de las bendiciones que el Señor nos da cada día.

No vayas a olvidarte de estos hechos que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; al contrario, transmíteselos a tus hijos y a los hijos de tus hijos.

Acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que este sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia.

No temas María porque has hallado Gracia ante Dios. María hizo bella su vida. No la apariencia, no lo que pasa, sino el corazón tendido hacia Dios hace bella la vida.

La liturgia de hoy nos lleva a meditar en que el creyente reconoce a Dios como .el origen de todo bien, capaz de restáuranos del pecado, para hacernos partícipes con el alimento de la salvación, de la vida en el cielo . Sin embargo en nuestras manos está que este peoyecto salvifico se lleva a…

Sabiendo que somos hijos de Dios y que El nos ama, muchas veces le exigimos las cosas como si las mereciéramos. Nos olvidamos que como sus criaturas el,tiene derecho sobre nosotros y nosotros deberes con El. Acudamos a su Misericordia.

Pidamos al Señor la gracia de ser y sentirnos trabajadores responsables de la viña que nos ha encomendado, que la cultivemos con los talentos que de Él hemos recibido