?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Rom 5,12. 15. 17. 19, 20-21
- Sal 39
- Lc 12, 35-38
San Pablo nos confronta en este texto con la responsabilidad personal y nos encara con el ejercicio de la propia libertad. Responsabilidad hace referencia a respuesta. Responder de uno mismo y ante uno mismo, ante los demás y ante Dios, sin medianías.
Con frecuencia, nos enredamos en justificaciones que nos exoneran de esta coherencia profunda y permanente. Nos escudamos en que uno sólo no puede nada. Decimos y nos decimos que quién soy yo para tener tales o cuales pretensiones. La disculpa, la auto justificación y la cobardía sabemos que están presentes desde el mismo origen del mundo, también en el propio inicio y esencia.
No fue éste el planteamiento de Jesucristo. En el mismo proceso de su crecimiento personal, se percibe la maduración que va de que todos vean la luz que uno ve, a tratar de caminar al paso de esa luz. La fecundidad de la vida no se cifra en los hechos más o menos gloriosos que realizamos o lo relevante de la huella que forjamos en la historia. No. La fecundidad y el sentido de la existencia se cifra en la autenticidad con la que acogemos el don de amor que se nos ofrece, la honestidad con la que intentamos darle forma en lo concreto y la fortaleza para asumir las consecuencias que pueda conllevar. Acoger y brindar el don sin detener su curso, éste es el punto.
Sólo uno mismo puede hacer la diferencia, con el noble ejercicio de su libertad para la bondad o la des-gracia. Sólo unificados permanecemos en pie y ponemos límite a las tiniebla. En comunión acrecemos la fortaleza necesaria para no decaer en la esperanza. Porque no hay medida comparable al derroche de vida que nos brinda Jesucristo, el Uno, porque lo asumió todo; el Único, porque nos abrió el camino.
En perfecta armonía con el texto de la primera lectura y con la necesaria disponibilidad que entonamos en el salmo, el evangelio nos brinda la clave para permanecer en la responsabilidad: vivir atentos.
Velar no tiene nada que ver con una actitud preventiva o desconfiada, bien al contrario, consiste en la atención serena de quien se sabe en camino, de quien desconoce los tiempos y los modos, pero sabe en quién ha descansado la confianza. Esta atención sostenida cristaliza el deseo y lo anticipa.
Velar conlleva estar preparados y despiertos, en esto consiste la ascesis primera del discípulo. Para lograrlo es imprescindible una dinámica corporal, un anclaje psicológico y una tensión espiritual.
Precisamos atención y cuidado de cada una de las dimensiones que nos integran, es lo primero de lo que hemos de hacernos cargo. Cuidar el cuerpo, afirmar la conciencia de que somos corporeidad y no hacer uso de ella como si de un apéndice se tratase. Cultivar unos hábitos saludables que no erosionen nuestra psique. Frecuentar la dimensión profunda del ser para renovar la conciencia de creación, filiación y comunión.
El texto se sitúa en un ambiente esponsal, nos dice el Papa Francisco: ‘El Esposo es el Señor, y el tiempo de espera de su llegada es el tiempo que Él se nos da, con misericordia y paciencia, antes de su llegada final, tiempo de la vigilancia; tiempo en que tenemos que mantener encendidas las lámparas de la fe, de la esperanza y de la caridad, donde mantener abierto nuestro corazón a la bondad, a la belleza y a la verdad; tiempo que hay que vivir de acuerdo a Dios, porque no conocemos ni el día, ni la hora del regreso de Cristo…” Lo sabemos en el plano racional, pero necesitamos que las entrañas vibren y gocen por este motivo. También pone de relieve una espera acompañada: los hermanos nos ayudan a no decaer, nos espabilan cuando es necesario y garantizan que, al menos,
El Padre Yepes en el audio nos propone un ejercicio diario para mantener la limpieza interior: cada noche hacer un examen de conciencia de nuestros sentidos y pedir a Dios la gracia de una verdadera contrición y propósito de enmienda.
Sólo uno mismo puede hacer la diferencia, con el noble ejercicio de su libertad para la bondad o la des-gracia. Sólo unificados permanecemos en pie y ponemos límite a las tiniebla. En comunión acrecemos la fortaleza necesaria para no decaer en la esperanza. Porque no hay medida comparable al derroche de vida que nos brinda Jesucristo, el Uno, porque lo asumió todo; el Único, porque nos abrió el camino.
Aquí estoy, Señor, para hacer tú voluntad
Mes de octubre
Lee y estudia la Biblia
/Planifica leer la Biblia en un Año, pero léela en la profundidad del amor, no para juzgar ni para condenar. La Palabra de Dios alimenta los sueños y esperanzas, es el motor de tu alegría y ayuda a avivar la compasión.
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.