Autor: Rosa Otárola Duran

Son muchas las veces que nos vemos postrados en una camilla, física o espiritualmente. Pero el Dios de la vida siempre nos ofrece recursos con los que nos dice: “Ponte en Pie”

Jesus, nos invita a mirar sus llagas, nos invita a tocarlas, como a Tomás, para sanar nuestra incredulidad. Nos invita, sobre todo, a entrar en el misterio de sus llagas, que es el misterio de su amor misericordioso.

No somos ingenuos ni cristianos tibios, somos valientes, valerosos. Somos débiles, pero hay que ser valientes en nuestra debilidad. Y nuestro valor muchas veces debe expresarse en una fuga y no mirar hacia atrás, para no caer en la mala nostalgia.”

¿Si somos amigos de Dios, ¿qué le pedimos a favor de los demás? Si somos verdaderos discípulos de Jesús, ¿a qué estamos dispuestos a renunciar por él?

Con la certeza de que hemos concelebrado este sacramento de salvación que nos da fuerza para responder al llamado del Señor, vayamos, llenos de alegría, a anunciar con nuestras vidas que Cristo es el único camino que da alegría y plenitud.

Cada uno responda en su corazón, eh. ¿Cómo va tu fe? ¿Cómo es? ¿Qué encuentra el Señor en nuestros corazones? ¿Un corazón firme como la piedra o un corazón arenoso, es decir, dudoso, difidente, incrédulo?

El Corazón de Jesús, es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios; pero no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que representa el centro, la fuente de la que ha brotado la salvación para la entera humanidad”.

“Dime, ¿tu vida está fundada en Jesús? ¿Dónde está tu esperanza? ¿en esa roca o en estas pertenencias?”.

Es necesario mantenerse fieles al Bautismo, y crecer en la amistad con el Señor, los frutos de esta unión profunda con Jesús son maravillosos: toda nuestra persona es trasformada por la gracia del Espíritu.