?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Gen 18, 16-33
- Sal 102
- Mt 8, 18-22
La liturgia de hoy nos muestra, por un lado que debemos tener una relación íntima con Dios.
La primera lectura nos brinda una escena de gran belleza, meditemos: entre Abrahán y Dios existe una maravillosa relación de amistad. Primero, Dios reflexiona consigo mismo y no le parece justo ocultar sus planes al patriarca. Está decidido a castigar a Sodoma por su comportamiento inicuo, pero se diría que no quiere hacerlo sin prevenir a su amigo de sus propósitos. Le “debe”, al menos, un desvelamiento de los mismos.
Ya esa primera actitud de Dios nos parece insólita. ¿Cómo puede haber entablado con esa criatura una amistad semejante? ¿Será por la presteza con la que Abrahán obedeció al imperativo divino de dejar su tierra sin saber adónde iba a ir? Esa disponibilidad tan incondicional parece haber dejado en el corazón de Dios una inclinación indisimulable a mostrarse comunicativo en alto grado.
Por su parte, Abrahán, da muestras de una enorme confianza, y hasta osadía, ante Dios, a la vez que manifiesta su interés por evitarle a Sodoma un castigo muy duro. Encontramos estos sentimientos –amistad con Dios e interés fraterno por el pueblo- también en Moisés, otro gran amigo de Yahvé.
En realidad, lo que está detrás de estos comportamientos –y es lo que el autor sagrado quiere sobre todo resaltar- es la convicción de que Yahvé es un Dios misericordioso, capaz de perdonar hasta los pecados más nefandos (con tal que haya, al menos, un mínimo deseo de rectificar la conducta desviada).
Por eso con el Salmo, bendecimos al Señor porque es compasivo y misericordioso; …”no nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados…”
Supuesto que Dios es así, la oración del creyente penetra en su corazón coincidiendo con sus sentimientos divinos; de ahí la “fuerza” de esa oración para obtener lo que pide. En el fondo, esa amistad con Dios, nacida de la obediencia fiel a su voluntad, hace que le pidamos aquello que él está desde siempre dispuesto a concedernos.
Por otro lado, el evangelio nos indica que para seguir a Jesús hay que estar dispuesto a vivir “en los límites”: apoyados en la providencia de Dios, no en seguridades humanas; y renunciando a apegos legítimos que puedan entorpecer la labor evangelizadora. Seguir a Jesús, en nuestros días, es un desafío de gran envergadura. Merece la pena, si queremos llegar a vivir una vida plena. Pero hemos de estar dispuestos a grandes renuncias, si bien es cierto que Dios no dejará de colmar nuestros anhelos más profundos.
El Papa Francisco nos indica: “El cristiano sigue a Jesús por amor, y cuando se sigue a Jesús por amor, la envidia del demonio hace tantas cosas. El espíritu del mundo no tolera esto, no tolera el testimonio.
[…] Quien deja la propia casa, la propia familia para seguir a Jesús, recibe cien veces más, ya ahora en este tiempo. Cien veces junto a las persecuciones. Y esto no puede ser olvidado.
La secuela de Jesús es justamente esto: ir con Él por amor, tras de Él: el mismo camino, el mismo camino. Y el espíritu del mundo no lo tolerará y nos hará sufrir, con un sufrimiento como el de Jesús…”
En resumen: ¿Si somos amigos de Dios, ¿qué le pedimos a favor de los demás? Si somos verdaderos discípulos de Jesús, ¿a qué estamos dispuestos a renunciar por él?
Mes de junio
Sirve a los demás como a ti mismo
Conviértete en un mayordomo de tu propia vida. Trátate con cariño, eres un hijo de Dios. Alimenta tu alma y espíritu con cosas sanas y sírvete del mejor plato: el Amor de Dios.
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.