Habíamos terminado anteriormente con las siguientes preguntas: ¿ cuál es el origen de la infelicidad? ¿Por qué no somos tan felices como deseamos?
¿Sabías que existe la adicción a la infelicidad?
El sacerdote Santiago Martín nos decía en la homilia que la Misericordia de Dios nos abre las puertas del cielo.
Dios existe, te ama y te lo demuestra cada dìa. El pagó con sangre el precio de nuestra salvación.
Lucha a nuestro favor aún en contra de nosotros mismos, cuando nos separamos del bien y hacemos el mal, pero respeta nuestra decisión. Este es el don sagrado de nuestra libertad.
¿Existe alguna explicación al por qué nos ha tocado vivir determinadas situaciones? Al tratar de responder a esta pregunta, comencemos por decir que lo cierto es que, en ocasiones, las cosas fallan porque la adversidad nos sacude al azar, sin más. Porque en quien confiaste ahora te falla. Porque lo que antes era seguro, ahora ya no lo es. Porque la salud no siempre es de hierro, sino de cristal y a todo hemos de hacerle frente.
No es fácil, pero la verdad es que, cuando llegamos a este mundo, nadie nos asegura que nuestros días van a ser plácidos. Alguien, en alguna parte, debería advertirnos que debemos aprender cuanto antes a ser líderes en manadas de lobos. Criaturas fuertes ante toda adversidad.
Puede que pienses que nadie está preparado para afrontar la adversidad, pero no es así. Es algo instintivo, lo marca la ley de la supervivencia, y en tu interior, tienes múltiples estrategias que te harán ser un gran superviviente.
Échame a los lobos y lideraré la manada, dice una frase popular en algunas culturas. Esta es la actitud con la que debes vestirte cada mañana para hacer frente a las adversidades, a los retos, a las dificultades que de forma gratuita, nos trae en ocasiones la vida.
Así, a pesar de saber que tus dificultades son muy especiales, vale la pena que pienses en ello, que rompas alguno de tus esquemas internos para vencer enemigos externos. Ten en cuenta estos aspectos, piensa en ellos:
- No hay peor enemigo que tus propios pensamientos limitantes. En ocasiones llegamos a pensar que nuestro alrededor está lleno de lobos, de amenazas constantes que vetan nuestro crecimiento personal, nuestra felicidad.
- Cambia tus pensamientos y cambiarás tu realidad. No. No es una frase hecha.
- Quítale poder a quien te hace daño o te lo hizo en el pasado. Avanza sin pesos inútiles.
- No incrementes tu sufrimiento con callados resentimientos, di lo que piensas… y pon límites.
- Lidera tu vida, te aseguramos que el esfuerzo vale la pena. Para ello reconoce a tus enemigos, los exteriores y también los interiores (¿es el miedo? ¿es la indecisión? ¿te sientes inseguro/a?)
- Pon nombre a lo que te ocurre. ¿Eres infeliz al lado de alguien? ¿La vida que tienes ahora no te hace feliz? ¿A qué le tienes miedo?
- Es el momento de imponer tu voz, pero empezarás hablando contigo mismo: ¿Qué necesito para sentirme mejor? ¿El esfuerzo va a merecer la pena? ¿De qué modo lideraré a mis miedos para hacerlos desaparecer? ¿Y a mis enemigos exteriores?
Al final llegará un día en que comprenderemos que, en ocasiones, el peor enemigo es uno mismo. Sólo entonces será cuando empiece a ganar mis batallas y cuando lideraré mi propia vida.
Pero, hay quien llega a acostumbrarse a vivir con sus enemigos. Acepta, asume y se deja llevar por el miedo al cambio, por temor a lo que pueda ocurrir. No podemos criticarlo. Cada uno es libre de vivir la vida que desee, aunque sea a lomos de la infelicidad y la frustración
Esto nos debe llevar a preguntarnos ¿ cuál es el origen de la infelicidad? Esto podría originarse, cuando a los bebés y a los niños pequeños que no han recibido consuelo de una manera consistente, les resulta difícil consolarse a sí mismos de forma constructiva cuando se sienten infelices, entonces, copian lo que ellos sintieron como rechazo de las personas que deberían ayudarles a sentirse mejor y se sienten bien con ellos mismos cuando renuncian al consuelo que desean.
En realidad sus padres no querían hacerlos infelices, .Pero al igual que todos los niños, usted interpretaba la intención de sus padres según cómo le hacían sentir.
Si sus padres malinterpretaron sus necesidades o por alguna razón fueron incapaces de cubrirlas, por amor a sus padres y en un intento de hacer lo mismo y tratarse exactamente igual que ellos lo trataron, sin saberlo, usted hizo crecer el deseo de sentirse feliz a base de provocar en usted mismo ese sentimiento tan incómodo y familiar que normalmente experimentaba con sus padres. La consecuencia principal es que, aunque con frecuencia elige aquello que le trae una felicidad verdadera, en otros momentos usted se cree que está buscando la felicidad cuando, de hecho, está intentando reproducir lo que alguien desde fuera reconocería como infelicidad.
Si, sin darse cuenta, usted dejó crecer ese apetito por la falsa satisfacción que surge al hacerse infeliz a usted mismo, entonces la auténtica satisfacción puede resultarle poco gratificante. Al mismo tiempo, usted seguía manteniendo ese deseo innato de experimentar una felicidad verdadera (razón por la cual usted puede hacer cambios positivos en su vida). El resultado es que su vida le puede resultar a veces como una montaña rusa emocional.
Por otra, debemos hablar acerca de: ¿Sabías que existe la adicción a la infelicidad? En psicología se nos habla que la adicción a la infelicidad, algo que puede reafirmarse con más fuerza, cuando usted se siente especialmente feliz y entonces, parece una reacción adversa a la satisfacción. Puede manifestarse en algo tan sutil como sentirse poco atractivo temporalmente, o puede ser algo tan serio como poner en peligro su trabajo o herirse «accidentalmente».
Posiblemente, como la mayoría de la gente, usted, nunca se haya dado cuenta de la conexión que hay entre sentirse bien y, acto seguido, sentirse infeliz. Quizá haya sacado la consecuencia de que tanto la felicidad como la infelicidad son impredecibles y están fuera de su control, sin embargo, este sentimiento de que no se puede hacer nada con respecto a lo que sentimos, es algo incómodo y molesto.
O tal vez se haya dado cuenta de que la satisfacción que siente a menudo se ve minimizada por pensamientos o cambios de humor desagradables, o por cosas que «salen mal». Acaso haya decidido que la felicidad es algo fugaz y que es absurdo esperar demasiado de la vida.
En cualquier caso, claro está, el problema real es que existe una adicción a la infelicidad que le hace sentirse incómodo cuando experimenta «demasiada» satisfacción y necesita compensarlo provocando infelicidad en algún área de su vida.
Cada vez que usted siente una felicidad auténtica, en lo más profundo de su ser quizá eche de menos la infelicidad que usted ha confundido con la felicidad, y quizá intente reproducirla en grados variables. Nosotros llamamos a esa reacción ante la satisfacción verdadera que hace que las personas, sin saberlo, busquen la infelicidad, reacción adversa a la satisfacción. Estas reacciones adversas ante la satisfacción son una manifestación de la adicción a la infelicidad. Explican el que, por muchas razones, es el comportamiento humano más sorprende: el de las personas que «lo tienen todo» y lo destruyen todo.
Las reacciones adversas ante la satisfacción son la razón por la cual, con frecuencia, la gente responde ante el éxito con depresión o con otras actitudes que son inintencionadamente contraproducentes. Quizá pueda acordarse de alguna ocasión en la que llegó a triunfar en algo o cuando experimentó algún tipo de satisfacción y después reaccionó creándose una experiencia negativa. Quizá se deprimió o empezó a discutir con alguien cercano, o tuvo un «accidente», o perdió algo de valor, o se olvidó de entregar su trabajo a tiempo. En ese momento, probablemente no encontró explicación a esas consecuencias negativas que surgieron «de la nada». Ahora puede ver que en los momentos en que usted está experimentando «demasiada» satisfacción, su necesidad de tener un estado mental que le sea familiar y reconfortante, pero que en realidad es infelicidad, le puede llevar a recrear la incomodidad interior que aprendió a necesitar cuando era niño.
Lo bueno del caso es que cuando reconoce y previene con antelación esas reacciones adversas a la satisfacción, usted ha empezado a liberarse de las garras de esa adicción, desconocida hasta ahora a la infelicidad.
Hablemos un poco de que función juega en esto el autosabotaje: Quizá se haya dado cuenta de que cuando se propone algo, a veces tiene muchas dificultades para mantener su resolución firmemente hasta el final. Tal vez posponga el momento de empezar, o empiece al galope y se quede pronto sin energías. Luego un amigo o un vecino le habla de un nuevo sistema que «funciona de verdad» y usted lo prueba. Esa nueva perspectiva posiblemente funciona durante un tiempo, pero con el discurrir de los días parece haber perdido la voluntad suficiente para continuar. Lo que usted no podía saber es que en esos momentos lo más probable es que una adicción a la infelicidad estuviera saboteando sus mejores intenciones. Si usted lo hubiera sabido, quizá no se habría sentido tan desanimado cuando le fallaron las fuerzas o cuando dio un paso atrás en sus esfuerzos y le habría resultado mucho más fácil empezar donde lo dejó y continuar hasta llegar hasta su meta.
Puede que no lo reconozca, pero usted es el autor de los aspectos más importantes de su vida, tanto los que le satisfacen como los que no. Saber esto es la clave para recuperar el control de la adicción a la infelicidad y para hacer que todas las parcelas de su vida le satisfagan y le permitan disfrutar.
Si usted ha estado sufriendo una adicción a la infelicidad y si los mecanismos de esta adicción han permanecido casi invisibles para usted, realmente usted no ha tenido capacidad de elección con respecto a cómo vivir su vida. Incluso aunque su intención más sincera haya sido elegir siempre lo mejor para usted, sin saberlo usted puede haber saboteado sus mejores esfuerzos. Una vez que se declara la lucha entre la necesidad, aprendida pero no reconocida, de provocarse infelicidad a usted mismo y su capacidad innata para experimentar una felicidad auténtica, le será mucho más fácil dejar atrás esa infelicidad que le ha sido tan familiar e inevitable. Podrá entonces optar por disfrutar de unas relaciones satisfactorias, éxito en el trabajo, un estilo de vida saludable, estabilidad emocional y en general una vida satisfactoria.
Y ¿cuáles estrategias de recuperación a la infelicidad hay? Elegir lo que es más constructivo para usted puede ser siempre un reto porque estará dejando a un lado parte de la infelicidad que usted ha confundido con felicidad. Si usted espera a que le «apetezca» para empezar, usted pospondrá ese momento por el resto de su vida.
Las estrategias que señalamos a continuación le ayudarán a dar el primer paso para conseguir las mejoras que usted desea:
• Empezar (incluso cuando no le apetece) Empiece por algo pequeño. Identifique un objetivo bastante modesto
• Póngase una fecha para empezar dentro de unos días (no más).
• Tome la determinación de que no importa lo atractivas que parezcan las razones para posponer ese día, usted va a ignorarlas y seguir adelante con su plan. Prepárese para el hecho de que cuando el día se acerque, usted puede empezar a pensar que en realidad ya no quiere hacer eso, que está demasiado ocupado…
• Cuando llegue el día, dé el primer paso, siendo consciente de que puede resultarle difícil porque su determinación puede haberse debilitado.
• Haga algo realmente maravilloso para usted mismo como forma de subrayar el hecho de que ya ha empezado.
Dar el primer paso hacia la meta es un logro muy importante. Sin embargo, inmediatamente después, tiene que prepararse para la siguiente fase en su lucha por la felicidad.
Cuando usted se embarca en un plan para hacer cambios positivos, sentirá inmediatamente la ausencia de esa infelicidad familiar y cómoda e intentará provocarla saboteándose sus propios esfuerzos. En otras palabras, las recaídas son un tipo de reacción adversa ante la satisfacción, pero también son una parte inevitable del proceso de curación.
Una vez que usted es consciente de que en cada momento necesita nutrirse de dos fuentes incompatibles de bienestar interior (la felicidad verdadera y la felicidad falsa, que es realmente infelicidad disfrazada) usted verá que el proceso de mejorar su vida nunca va a ir en línea recta.
Cuando ha llegado a la cima de la montaña y está disfrutando de la vista desde lo más alto, siga vigilando su necesidad de echarlo todo a perder. La adicción a la infelicidad puede minimizar su éxito de muchas maneras. La más común es que usted empieza a renunciar a ciertos beneficios obtenidos, empieza a posponer las cosas y ya no llega a las fechas de entrega que había prometido. Pero quizá también se dé cuenta de que usted se está creando problemas en áreas que parece que no tienen nada que ver con sus logros: se hace daño «accidentalmente», discute con un ser querido, se siente ansioso o deprimido. Esa infelicidad resultante puede nublar la satisfacción que había estado sintiendo o puede que le haga difícil mantener sus logros.
Una vez que alcanza un logro personal que había perseguido, necesita mantenerse alerta para asegurarse de que usted mantiene el terreno que ya ha ganado, y también para no provocarse problemas a usted mismo, como una forma de reaccionar ante ese logro, en otras áreas de su vida. Si usted resbala, la prescripción es la misma que antes: dese cuenta de que es inevitable recaer, y que de ninguna manera eso le resta méritos a lo que ha logrado y vuelva a comprometerse con su objetivo.
Con el tiempo, cuando experimente cada vez más la verdadera satisfacción que le dará elegir la vida que quiere vivir y consiga mantener a raya la adicción a la infelicidad, el atractivo que la infelicidad tuvo por tanto tiempo se desvanecerá. Habrá encontrado por sí mismo la verdadera felicidad que es su derecho de nacimiento. Con una vigilancia mínima podrá entonces hacer elecciones positivas en todas las áreas de su vida y evitar culparse a sí mismo o a los demás cuando las cosas no van como había planeado o esperado.
La historia del pueblo de Israel nos facilita comprender mejor los momentos en que no es fácil vivir nuestro cristianismo con autenticidad.
Son los momentos donde nos corresponde purificar nuestra fe, fortalecerla. Jeremías que experimentó la desolación de Jerusalén tiene un mensaje interesante para nosotros.
El profeta Jeremías nos muestra la infelicidad superada.
El era el pesimista, que en realidad era el realista. Además, fue rechazado y ridiculizado por falsos profetas que insistían en que Dios nunca dejaría que la ciudad de Jerusalén cayera ante un invasor. El libro de Jeremías refleja la situación en deterioro que encontró el profeta. En varios momentos, tuvo la tarea poco envidiable de objetar la hipocresía religiosa, la deshonestidad económica y las prácticas opresoras de los líderes de Judá y sus seguidores. Jeremías fue la voz de alerta, el guardián que llamó la atención acerca de las verdades difíciles que otros preferirían ignorar.
Porque así dice el Señor acerca de la casa del rey de Judá… Te convertiré en un desierto, como ciudades deshabitadas. Designaré contra ti destructores… Pasarán muchas naciones junto a esta ciudad, y dirá cada cual a su prójimo: “¿Por qué ha hecho así el Señor a esta gran ciudad?” Entonces responderán: “Porque abandonaron el pacto del Señor su Dios”. (Jer 22:6–9)
La persistencia de Jeremías con su mensaje indeseable durante cuatro décadas es excepcional; simplemente no se rindió en la que parecía una tarea imposible. ¿Cuántos de nosotros nos hemos rendido en situaciones similares? La fidelidad constante de Jeremías al seguir las instrucciones de Dios es impresionante, dada la oposición implacable y las duras críticas que enfrentó.
Los seres humanos nos conformamos con ir poniendo parches a nuestra infelicidad, pero no profundizamos en el funcionamiento de nuestras emociones, pensamientos o comportamientos. No buceamos hacia la raíz del asunto. Muchas veces nos auto saboteamos pues nos aterra la responsabilidad de la vida, se nos olvida la importancia de rendir cuentas.
Seguimos atentos, como hace miles de años, a aquello de lo que carecemos, a los errores que cometemos, a los prejuicios con los que son diferentes a nosotros aunque sepamos que no son peligrosos. También continuamos deseando lo que el otro tiene, aunque no nos sirva para sobrevivir. Tenemos las mismas tendencias que nuestros ancestros, pero nuestras sociedades han cambiado. Es por eso importante hablar ahora de las recaídas. Una recaída puede ser desalentadora para nosotros y perjudicial para nuestras relaciones, en particular mientras nos esforzamos por avanzar. Una forma de lograr fortaleza y evitar las recaídas es rendir cuentas. Para rendir cuentas, comenzamos por hacer el compromiso de ser humildes y sinceros con nosotros mismos y con otras personas en cuanto a nuestra conducta y emociones. Rendir cuentas también incluye admitir cuando estamos equivocados y aceptar las consecuencias.
Rendirnos cuentas a nosotros mismos significa aceptar y asumir la responsabilidad de nuestros pensamientos, decisiones, necesidades y conductas. Al aceptar la responsabilidad, somos más capaces de abordar los cambios que necesitemos hacer.
Para muchas personas, el progreso se hace más evidente a medida que se esfuerzan por asumir plena responsabilidad de sus decisiones. Por lo general, los compromisos menos serios de cambiar nuestro comportamiento no conducen a un progreso significativo. Nuestros esfuerzos por rendir cuentas de nuestra conducta también contribuyen a fortalecer nuestra relación con el Señor. Él ha prometido: “No te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5).
Podemos llegar a rendirnos cuentas en mayor grado a nosotros mismos al realizar una autoevaluación diaria.
Una historia, de esa que publican en las redes sociales y que posiblemente la hayas leído algunas veces, pero quisiera que lo meditáramos en este tema que estamos tratando: Un famoso escritor estaba en su estudio tomó lapiz y comenzó a escribir:
El año pasado tuve una cirugía y me quitaron la vesícula biliar. Tuve que quedarme en cama por un largo tiempo.
El mismo año llegué a la edad de 60, tuve que renunciar a mi trabajo favorito. Permanecí 30 años de mi vida en esa editorial.
El mismo año experimenté el dolor por la muerte de mi padre y mi hijo fracasó en su examen médico porque tuvo un accidente de automóvil y estuvo hospitalizado con el yeso durante varios días. La destrucción del coche fue otra pérdida.
Al final escribió:
– Fue un año tan malo!
Cuando la esposa del escritor entró en la habitación, lo encontró triste en sus pensamientos. Desde atrás leyó lo que estaba escrito en el papel.
Salió de la habitación en silencio y volvió con otro papel. Lo colocó al lado del de su marido.
Cuando el escritor vio el papel, se encontró con esto escrito en él:
El año pasado finalmente me deshice de mi vesícula biliar, después de pasar años con el dolor.
Cumplí 60 años con buena salud y me retiré de mi trabajo. Ahora puedo utilizar mi tiempo para escribir con mayor paz y tranquilidad.
El mismo año mi padre, a la edad de 95, sin depender de nadie y sin ninguna condición crítica, conoció a su Creador.
El mismo año, Dios bendijo a mi hijo con una nueva oportunidad de vida. Mi coche fue destruido, pero mi hijo se mantuvo con vida sin ninguna discapacidad.
Al final, ella escribió:
– Ese año fue una inmensa bendición de Dios!-
Eran los mismos hechos, pero con diferentes puntos de vista.
Si reflexionamos de que podría haber ocurrido algo más, estaremos verdaderamente agradecidos con el Señor.
“ MORALEJA:
No es la felicidad la que nos hace agradecidos, sino el agradecimiento el que nos hace felices.
Siempre hay algo que agradecer.
– No se como va tu año, no se como va tu día.
Lo que si sé es que hay un Dios que nos guarda, nos cuida y hace provisión todos los días. Seamos agradecidos y vivamos felices.
Entonces, ya nos debe quedar claro que la felicidad , tampoco depende de lo que tenemos, sino con quién podemos contar en nuestras vidas.
Te aseguro que son más las bendiciones que los fracasos, el simple hecho de hoy estar de pies ya es una bendición.
La felicidad se produce, indudablemente, cuando se logra estar perfectamente sincronizado con la vida en forma armónica y todo lo que se hace es con verdadera alegría sin haber sido desviados de las motivaciones naturales, porque el dinero, el prestigio y el poder no son motivaciones naturales; más bien, cuando se persigue esos objetivos, se deja de ser uno mismo y desaparecen la felicidad, la alegría y el regocijo; y lo externo se negocia con lo interno, que es el precio que hay que pagar.
En cambio, si se escoge ser feliz, hay que seguir las propias motivaciones y toda la vida será una meditación.
Afirma el Papa Francisco: …”no lo olvidemos: ¡el camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad! Habrá siempre en medio una cruz, pero al final siempre nos lleva a la felicidad. ¡Jesús no nos engaña! Nos ha prometido la felicidad y nos la dará, si nosotros seguimos su camino”.
Con Pedro, Santiago y Juan subamos también nosotros al monte de la Transfiguración y permanezcamos en contemplación del rostro de Jesús, para recibir el mensaje y traducirlo en nuestra vida; para que también nosotros podamos ser transfigurados por el Amor”.
“En realidad el Amor es capaz de transfigurar todo: ¡el Amor transfigura todo!”.
“¿Creen ustedes en esto? ¿Creen?”, concluye el Pontíce. Entonces vamos a entender la felicidad y las ansias de infinito,las realidades espirituales, el sentido de la vida (para qué estamos acá), los anhelos más profundos de la persona, el fracaso, el dolor, la muerte (tanto en general, como la propia y la de los seres queridos),y sobretodo lo que viene después.”
He aquí, la importancia de encontrar la respuesta al sentido que la vida adquiere cuando descubrimos a un Dios cercano y providente en el horizonte y díganme si esto no es el mejor motivo para ser felices, ya que repito: La felicidad se produce cuando se logra estar perfectamente sincronizado con la vida en forma armónica y todo lo que se hace es con verdadera alegría sin haber sido desviados de las motivaciones naturales. Por eso como nos dice Buda, y lo afirmábamos al principio de este tema: “el ser humano puede ser no solo muy feliz sino también extraordinariamente feliz.”
!Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel! ¡Gózate y regocíjate de todo corazón, oh hija de Jerusalén! Sof 3, 14.
Canción
Bibliogafía:
https://www.churchofjesuschrist.org/study/manual/help-for-me/strengthen-against-relapses?lang=spa
https://www.es.catholic.net/op/articulos/9624/meditacionBoletin.html?eti=5995#modal
https://lamenteesmaravillosa.com/cual-es-el-origen-de-la-infelicidad/
https://filosofia.laguia2000.com/filosofia-oriental/la-felicidad-y-la-infelicidad
https://www.es.catholic.net/op/articulos/58515/meditacionBoletin.html?eti=5914#modal
Documento Adictos a la Infelicidad. Martha Heineman y William J. Pieper
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.