Iniciamos este tema con el Mensaje de Pascua y Bendición Urbi et Orbi 2023 del Papa Francisco: “Hoy proclamamos que Él, el Señor de nuestra vida, es “la resurrección y la vida” del mundo (cf. Jn 11,25). Es Pascua, que significa “paso”, porque en Jesús se realizó el paso decisivo de la humanidad: de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, del miedo a la confianza, de la desolación a la comunión.
En Él, Señor del tiempo y de la historia, quisiera decirles a todos, con alegría en el corazón: ¡feliz Pascua! Que sea para cada uno de ustedes, queridos hermanos y hermanas -en particular para los enfermos y los pobres, para los ancianos y los que están atravesando momentos de prueba y dificultad-, un paso de la tribulación a la consolación. No estamos solos, Jesús, el Viviente, está con nosotros para siempre.
Que la Iglesia y el mundo se alegren, porque hoy nuestra esperanza ya no se estrella contra el muro de la muerte; el Señor nos ha abierto un puente hacia la vida. Sí, hermanos y hermanas, en Pascua el destino del mundo cambió; y hoy, que coincide además con la fecha más probable de la resurrección de Cristo, podemos alegrarnos de celebrar, por pura gracia, el día más importante y hermoso de la historia.”
Creemos que Jesucristo ha resucitado, que está vivo, San Pablo nos lo dice con contundencia: “Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí, que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, según las Escrituras, que se apareció a Cefas y luego a los Doce…” (1 Cor. 15, 3-5). Sin embargo, ¿Cómo podemos relacionar su resurrección con la sensación de decaimiento, quizá vergüenza o escepticismo que nos embarga como cristianos frente a los acontecimientos que estamos viendo y viviendo en nuestra Iglesia? ¿No nos parece que más que ver a Jesús vivo, estamos viendo una comunidad que se duerme poco a poco?
Los Evangelios nos relatan de distintas formas y con distintos lenguajes la verdad de la resurrección de Jesús. En primer lugar, nos presentan la narración del sepulcro vacío, casi como una llamada de atención, que nos habla de que no es suficiente acceder al misterio de la resurrección por medio de los sentidos o cálculos humanos, pues ellos se quedan cortos, sólo ven un sepulcro vacío y no necesariamente a Jesús vivo (Lc. 24, 2-3). La pregunta que nos hace el Evangelio “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?” (Lc. 24, 5), puede ser para nosotros la que nos mueva a buscar nuevos caminos para renovar nuestra fe, nuestra vida cristiana y nuestra pastoral. ¿Dónde estoy buscando a Jesús Resucitado, con qué ojos estoy mirando?
El lenguaje bíblico usa un verbo para intentar decirnos el misterio de la resurrección: “Egeiró”, que podemos traducir al castellano con el sentido de “ha sido despertado” de entre los muertos. Es decir, el Padre despertó a Jesús de la muerte, la fuerza que da la vida nueva está en Dios. Él siempre actúa como Padre sobre Jesús, su Hijo. Es el Padre quien “levanta” al Hijo que yace y deja vacío el sepulcro. ¿En qué poder confiamos nosotros para despertar nuestra vida, la comunidad y la pastoral?
Por otra parte, el testimonio bíblico nos muestra la verdad de la resurrección de Jesús por medio de los relatos de sus apariciones (1 Cor. 15, 5-7; Mc. 16, 9-19; Mt. 28, 9-10.16-20; Lc. 24, 13-34; Jn. 20, 11-18. 19-28; 21, 1-22; Hch. 1, 3; 1, 6-11; 10, 41; 13, 31, etc.). El concepto griego que usan los textos es “Ofté”, que se traduce por “se dejó ver, se apareció”, es decir, no se trata de alucinaciones, no son los testigos los sujetos de la acción, ni se trata de su imaginación, sino que es Jesús quien se apareció resucitado, se dejó ver por los discípulos, el protagonista y quien irrumpe es Jesús vivo. ¿Estamos dejando que sea el Señor Jesús el que se haga presente en nuestra vida, comunidad y acción pastoral?
La Sagrada Escritura, al hablarnos de Jesús resucitado, nos da otro dato más que no debemos dejar pasar. Las primeras testigos de su resurrección son mujeres (Jn 20, 1; Mc. 16, 1; Mt. 28, 1; Lc. 24, 10-11). Las mujeres, al igual que los niños, no servían a los ojos de la época como testigos, no tenían credibilidad. Hoy, cuando nos parece que no tenemos credibilidad, debemos dejarnos levantar o despertar por la misma fuerza de Jesús resucitado y el poder del Espíritu Santo. Leamos desde esta perspectiva, por ejemplo, el relato de los discípulos de Emaús (Lc. 24, 13 ss.). Jesús resucitado nos libera de caer en la tentación de colocarnos a nosotros mismos en el centro de todo.
La Pascua es el tiempo de dejarnos despertar por el Señor. La liturgia nos invita a cantar en este día de la resurrección: “Este es el día que hizo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”. Esto es lo que necesitamos y esto es lo que nos da la Resurrección de Jesús.
Hoy se nos pide ser Betania, pero qué significa. Comencemos por el significado bíblico, el significado bíblico de Betania es ‘Casa de dátiles’, del alimento de la palabra del Todo Poderoso, simboliza el amor fraternal en el nombre del espíritu santo. Lugar de descanso y rehabilitación en el sendero.
Era una Aldea que formaba parte del sitio conocido con el nombre de Monte de los Olivos; y también se asocia con el sitio localizado al este del río Jordán donde Juan profesaba el bautismo.
Existen evidencias de que Betania ofrecía alojamiento a los foráneos de Galilea que se trasladaban a Jerusalén, a escasa distancia del recorrido final de su destino. Desde este lugar podían viajar a Jerusalén y regresar por la noche para compartir entre amistades y familiares.
En el Nuevo Testamento, el nombre de Betania, se encuentra en árabe, la aldea que actualmente es una ciudad se le conoce como ‘Al-Eizariya’, traducido como ‘El lugar de Lázaro’. En el capítulo del Evangelio de ‘Juan 11:5’, se observa cómo Jesús tomó la determinación de arribar a Betania para sanar a Lázaro.
Para Jesucristo, el hogar de los hermanos María, Marta y Lázaro en Betania fue ‘La casa acogedora’. En este lugar Jesús era acogido para cenar y compartir entre ellos como si fuese un miembro más de la familia (Lucas 10:38-42). En esta casa de Betania, Jesús compartió unido a sus apóstoles la última cena.
El amor de Jesús a Lázaro se convierte en un sacrificio. ‘Seis días anticipados a la Pascua Jesús llegó a Betania’ para sanar a Lázaro (Juan 12:1). El hecho de resucitar a Lázaro originó tal alboroto entre los pobladores, que los dirigentes religiosos se atemorizaron de lo que los gobernantes romanos pudieran hacerles.
En sus últimos días Jesús, su amor y su sacrificio, guarda relación con esta ‘Casa acogedora’. Su muerte pertenece a la historia de la tensión política, del reaccionar frente a los romanos durante el primer siglo en Judea, pueblo de Israel.
De igual manera, la historia de Betania representa el cariño de Cristo sobre el planeta. Jesús vino con el propósito de transformar el mundo, y a hacernos la vida más tolerable. La historia de Betania nos brinda una huella imborrable del sacrificio de Jesús, quién ha transformado el curso de la historia de la humanidad.
Les invito a ser Betanias. Este es un movimiento, inspirado en la espiritualidad conjunta que expresan las personalidades bíblicas de Martha y María de Betania, en el se reúnen grupos de mujeres adultas comprometiéndose a profundizar en la fe, orar y anunciar al Señor Jesús con el testimonio de sus vidas y con diversas actividades de proyección apostólica y social solidaria..
Para expresar específicamente la vocación a la oración y al servicio que las anima, las betaniasbuscan vivir según el modelo del hogar donde el Señor Jesús encontraba el cordial y reverente recibimiento y atención de Martha y María.
En los diferentes espacios de formación, de oración, de servicio, de compartir, buscan mirar a Santa María como auténtico modelo de mujer, para así dejarse educar por ella en su amor al Señor y a los hermanos, creciendo así en su femineidad, fortaleza, pureza de corazón, dulzura, amor, maternidad, tan propios del genio femenino.
Como Jesús busquemos el abrigo de Betania, convirtámonos en sus conciudadanas y sintamos el llamado a hacer una afirmación de la fe integral, de la que nos alimentemos no para quedarnos en el mero conocimiento, sino para irradiar en el mundo, en nuestra realidad concreta de mujeres, que tienen una familia, que trabajan fuera o dentro de la casa, que como parte de la Iglesia de Cristo quieren responder con más ardor el llamado a ser evangelizadoras permanentemente evangelizadas, y así ser sal de la tierra y luz del mundo…
Por eso, busquemos siempre que nuestra participación en las reuniones de grupo sirvan para crecer en la fe en el Señor Jesús y la piedad filial a nuestra madre santa María. Que allí además encontremos un espacio privilegiado para compartir como amigas en el Señor Jesús, nuestras alegrías y dolores, nuestra vivencia familiar, el desafío de formar familias santas, siguiendo el ejemplo de la familia de Nazaret.
Que en los diferentes espacios de formación, oración, servicio, de comunión fraterna veamos a santa María como auténtico modelo de mujer, para así dejarnos educar por ella, por su amor al Señor y a los hermanos, creciendo así en nuestra femineidad, fortaleza, pureza de corazón, dulzura, amor, fidelidad…, tan propios de la mujer, y sobre todo contribuir siendo mujeres de fe.
Vivamos con fidelidad al don recibido en nuestra espiritualidad, que es el camino por el que Dios quiere que demos fruto en la Iglesia.
Las betanias estamos llamadas a afirmarnos en la decisión de perseverar en nuestra respuesta personal y comunitaria. Renovemos nuestro compromiso por la nueva evangelización, para que ésta se exprese en un intenso esfuerzo por la santidad, por cultivar nuestra vida interior y la formación en la fe integral…que se traduzca en una evangelización creativa, dinámica, valiente, como la de las mujeres que amaron y siguieron al Señor Jesús, cuya fidelidad fue premiada por Él, al ser las primeras a quienes se apareció luego de su resurrección.
Respondamos a la pregunta del Señor Jesús a Martha, ¿crees? ¿crees lo que te digo? Hagamos un acto de fe en la mente y en el corazón, y que se haga concreta, en nuestra acción apostólica como Betanias en el mundo.
Este es un movimiento, inspirado en la espiritualidad conjunta que expresan las personalidades bíblicas de Martha y María de Betania, en el se reúnen grupos de mujeres adultas comprometiéndose a profundizar en le fe, orar y anunciar al Señor Jesús con el testimonio de sus vidas y con diversas actividades de proyección apostólica y social solidaria.
Si quieres conocer más de ellas, el link es: http://manuales.formacionenlafe.com/especialess/betania/
Canción.
Bibliografía
https://www.significadobiblico.com/betania.htm
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.