Hola mis queridos lectores, primero quiero desearles una muy Feliz Navidad.
Hoy quiero compartirles un poco acerca de este segundo mes en mi nueva realidad de vida después de la partida de mi esposo Reinaldo Grant.
Siguen saliendo miles de cosas por hacer y el tiempo no alcanza, aunque según acabo de aprender, es parte de la desorganización propia de la etapa de shock del proceso de duelo. Entonces, paz en el corazón, poco a poco irán saliendo, no podemos abarcar todo a la vez.
Bueno, hoy quisiera centrarme en la experiencia de la disposición final de las cenizas de mi esposo.
Primero les quiero contar que Dios que todo se lo va acomodando a uno para, sin darnos cuenta, como fue mi caso, poder disponer de diferentes opciones, me llevó a enterarme de un emprendimiento que la hija de un amigo tenía, les digo, esto como seis meses, más o menos, antes de que tuviéramos la visita final y definitiva en la vida de Nando (lo que ya me han leído, es el seudónimo con el que se conocía a mi esposo) de la hermana muerte. Pues como les contaba este amigo me entera que su hija, hace joyería con leche materna, los primeros dientes, el ombligo del bebé y con las cenizas.
Entonces a mí me pareció una bonita manera de disponer de parte de las cenizas de Nando, para nosotros dejarnos un recuerdo suyo, y así lo hicimos los que estuvimos interesados, unos en aretes, otros dijes, o pulseras.
Bueno pero para eso se ocupa un fresquito pequeñito. Ahora restaba decidir dónde íbamos a sepultar el resto. Estuvimos discutiendo que si las enterrábamos en un lugar conocido por él, que si las dejábamos que se las esparcíamos en el mar, o que se las llevara el aire, pero nada nos convencía. Por fin acordamos enterrarlas en la playa y que la naturaleza dispusiera cuando se las llevaba.
Así lo hicimos, fuímos a un maravilloso lugar aun sin construcciones y sin acceso al mar por tierra, en un rincón majestuoso delante de una roca cóncava gigante que me hizo recordar el pasaje de la Biblia en que habla de la fe cimentada sobre la roca firme y de la que en la parte de arriba salía un árbol con una vegetación lindísima y llena de ramas verdes que me rememoró el color de la esperanza en la que se mueve nuestra fe en la Vida Eterna. Abrimos un hueco y depositamos las cenizas del esposo, padre, abuelo y suegro; oramos dándole gracias a Dios por haberlo devuelto del mar cuando era niño (como les conté en una de las reflexiones del Setenario y entregándole su cuerpo al mar para que ahora sí se fuera definitivamente como ya lo había hecho su alma. Como adorno mi nieta menor que había recogido unas flores cerca de su casa, como acostumbraba hacer con Tito cuando iba, puso las flores dentro y sellamos el sitio dejando nuestras manos plasmadas sobre la arena y así nuestras se unieron como miembros de la familia y posteriormente los nietos comenzaron a construir una especie de protección alrededor.
Luego de eso nos fuimos a sentar en una piedra que formaba casi un asiento en aquel mar azulado y sereno como el reposo que deseábamos para Nando y ahí realizamos una ceremonia como la de San Juan el Bautista en el Jordán donde bautizaba para dejar el alma limpia, nosotros lo hicimos para lavar ahí todo pensamiento o sentimiento negativo, tristeza o dolor y revestirnos de lo positivo que desde la Vida Eterna, él estoy segura deseaba para nosotros, para empezar esta nueva realidad de vida que nos toca vivir.
Aunque el momento del despego no fue fácil, nos devolvimos muy llenos de paz en el corazón, habiendo realizado la ceremonia que nos llenó a todos, con la certeza de que Dios había hecho su obra en nosotros y que el cuerpo de Nando ya estaba en el lugar que le correspondía.
La aceptación de la muerte de un ser querido y sus diferentes facetas, no son fáciles de vivir, pero estoy convencida que si nos encomendamos al Señor, El nos va mostrando el camino, eso sí, hay que ejercitar la paciencia, pues los planes de Dios, rara vez coinciden en el tiempo nuestro, sin embargo, la paz que El te da cuando hacemos su Voluntad, es la mejor prueba que: ¡Así está bien!
Como les dije al inicio aunque vivo tratando de organización mi desorganización emocional, sobre todo, voy un día a la vez, con paz y la ayuda del Señor y la compañía e intercesión de nuestra Madre María.
Les deseo que este 2023, el Señor siga bendiciendo sus vidas.
¡Paz y Bien!
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Dciembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.