Hoy continuamos reflexionando acerca de que nuestro crecimiento humano y espiritual debe ser muy bien atendido
En el último tema del año, “Somos Templo del Espíritu Santo, hablábamos de que la liturgia de estos últimos días del año litúrgico, nos hablaba acerca del Reino de Dios, a lo que Jesús dice que ese reino ya está en medio de nosotros: aquí, en nuestra vida diaria, en los problemas cotidianos.
Un reino sin fuegos artificiales, sin gestos aparatosos, sin cosas extraordinarias. Pero un reino que cambia el color a nuestra existencia, porque le da un sentido nuevo.
Un reino que nos hace dar un valor de eternidad a todas nuestras acciones.
Un reino que supone divinizar las cosas cotidianas, los pequeños gestos de cada día.
Un reino que da la felicidad no sólo en la alegría sino también en el momento del dolor.
Un reino que posibilita que cumplamos nuestra vocación, que llenemos nuestro corazón de ilusiones grandes, que sigamos un camino que nos realiza como personas.
Un reino que nos despega de los bienes materiales, que son pasajeros, para valorar los del espíritu, que son eternos.
Un Reino que nos atrae hacia la conversiones, por eso podríamos decir que desarrollarse al bien y a la conversión es el fin de cada uno de nosotros, Cristo ha hecho esto posible. Es así, como la conversión a Cristo, y consecuentemente a la Iglesia que el fundó, es la fuente de una esperanza de muchos de los que decimos profesar su fe.
Ahora que llega un nuevo año es un momento ideal para rendir honor a la obra de Dios en nuestras vidas. Aprovechemos este momento para avanzar y pedirle a Dios que nos ayude a pasar a una nueva etapa en nuestro crecimiento espiritual. También es un momento ideal para darle gloria a Dios por los logros alcanzados y agradecerle de corazón porque hasta aquí Él nos ha ayudado (1 Samuel 7:12). Es tiempo para reflexionar sobre nuestros fracasos que son una oportunidad para el cambio y que a la vez nos hacen humildes para reconocer que sin Él no podemos vencer los gigantes que merodean nuestra vida.
Recordemos que nuestro crecimiento (tanto personal como espiritual) es un proceso. Es por ello que cuando nos establezcamos nuestras resoluciones conviene que seamos realistas.. Para ello proponemos algunos principios para fijarnos metas para un año nuevo en Cristo.
1. Recordemos quienes fuimos
Una gran ayuda para pensar en lo que queremos ser o lograr es revisar quienes hemos sido. Nuestro pasado está lleno del amor de Dios. Su mano y su luz nos han guiado día a día. Si miramos con retrospección nos daremos cuenta que hoy estamos mejor que en el pasado. No importa si nuestra vida ha sido un desastre, el hecho es que hoy estamos reconociendo que necesitamos cambiar y eso es un paso hacia adelante.
Percibir que estamos en las manos de Cristo nos ayudará a tomar decisiones razonables. Busquemos a Dios en oración antes de fijar metas para nuestra vida. Tengamos mucho cuidado en descartar un objetivo porque sentimos que no podemos o no estamos preparados para ello. Dios nos ayudará equipándonos y preparándonos para alcanzar la meta.
2. ¿Cómo pedir a Dios orientación?
Cuando estemos en la presencia de Dios para buscar su dirección pidámosle que expanda nuestro territorio. Cada uno de nosotros tiene un propósito distinto en la vida y nuestros talentos y dones también son diferentes.
El sendero para caminar en la voluntad de Dios se ilumina cuando buscamos sabiduría en Su Palabra y nos relacionamos con Él a través de nuestra vida de oración. Dios quiere que vivamos continuamente relacionados con Él. Jesús se encarnó y vino a al mundo y habitó entre nosotros (Juan 1:14). Lo hizo por amor y compasión.. Le damos gloria a Dios cuando cumplimos su voluntad en nuestras vidas y le pedimos que ensanche nuestro territorio y nos bendiga. Si usamos los dones y talentos que nos ha dado para su gloria, Él nos bendecirá y nos librará del mal. Cuando oramos y actuamos conforme a la voluntad de Dios nos pasará lo que le ocurrió a Jabés: Dios nos concederá nuestra peitición.
3. Seamos realistas
Una vez reflexionado sobre nuestro pasado y pedido a Dios que nos guíe hacia su voluntad es bueno que comenzemos a darle forma y para ello elaboraremos nuestra lista de metas, comenzando por una princípialo. Un vez decidido la meta principal para alcanzar este año, pasamos a revisar las que serán complementarias. Para ello podemos meditar cuales son las áreas de nuestra vida que se ven afectadas por ese cambio y fijaremos entonces pasos específicos para lograr ese objetivo en un área concreta.
4. Seamos flexibles
La imperfección forma parte de nuestras vidas y de todo lo que nos rodea. Pero también Dios forma parte de ella. Jesús impregna la vida de una manera incomprensible con su amor y bondad. Cuando encontramos una piedra en el camino hacia nuestro objetivo quizás tengamos que hacer ajustes en lugar de tirar la toalla y frustrarnos. Los sueños son metas colocadas por Dios, pero muchas veces cuando llegamos a la meta final no siempre se parece a lo que hemos pensado. Debemos mantenernos controlando nuestro progreso. Esto ayuda a unir nuestros lo que sentimos con nuestro avance.
A veces, un gran progreso puede parecer un fracaso, y viceversa. Pablo le escribió a Timoteo cuando estaba desanimado y le dijo: Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad (2 Timoteo 2:15).
Si permitimos que la voluntad de Dios fluya más libremente por nuestras vidas veremos cosas grandiosas. Esas piedras en el camino que tanto nos molestan pueden convertirse en cambios de sentido que nos salvan de cometer errores graves. Los logros revelarán nuestra persistencia para atravesar etapas difíciles en la que experimentamos. La vida es dura, pero Jesús ha vencido. Con Él, la vida termina en la eternidad.
Promesa de Dios.
Tenemos la promesa de que Dios con nosotros en este nuevo año y no va abandonarnos (Deuteronomio 31:6). Su voluntad siempre está a nuestro favor. Él no solamente nos va a ayudar sino que tiene la estrategia para que progresemos permanezcamos en paz. El obra mucho más alla de lo que pensamos.
«Ahora al Dios que puede hacer tantas cosas impresionantes, cosas inconmensurables, cosas más grandes de lo que podríamos pedir o imaginar a través del poder que obra en nosotros, para Él sea toda la gloria …» (Efesios 3: 20-21) .
La presencia de Jesús entre nosotros, el anuncio y la inauguración que él hizo del Reino de Dios en la historia de la humanidad causó gran esperanza y alegría (Mt 5,1-12). Además, los discípulos se alegraron y regocijaron por los milagros de Jesús (Lc 19,37 ss.). Es verdad que la pasión y la muerte de Jesús causaron tristeza entre sus discípulos, sus amistades y familiares. Pero el encuentro con Jesús resucitado causó un gozo inexplicable (Lc 24,41)
En el Evangelio de Juan 20, 2-9 que reflexionamos el 27 de diciembre pasado y que nos habla de cuando Juan y Pedro encuentran la tumba vacía y las vestiduras del Señor dobladas vemos que resaltan tres verbos, importantes para este tiempo de establecer metas.
Profundicemos en ellos:
1) Salieron:
Es la actitud de Juan, al que se refiere como «el otro discípulo». Es un apóstol joven y fuerte. Y como todo joven, le mete pasión a lo que hace. Cree en el maestro y constantemente lo busca, permaneció en el momento de la crucifixión y ahora va a confirmar que su Maestro está vivo. Hoy tenemos que salir, dejemos de estar dando vueltas en lo mismo. Salgamos porque Cristo ha resucitado, salgamos a buscar a Jesús porque está vivo. Sal, corre, camina, contagia la alegría de los cristianos, muéstrate alegre, jovial. Pon pasión a lo que haces, allí está tu fuerza.
Para ello es importante expermientar la cercanía de Dios y entonces, poner en práctica estas actividades que nos ayudan a alcanzarlo:
-Orar con sinceridad y humildad.
Al iniciar el año civil, la palabra de Dios nos invita a descubrir que Jesús ya está en medio de nosotros. Está presente en nuestros hermanos, sobre todo, en los más necesitados, en su Palabra, en la Eucaristía, en la oración.
Es triste que muchos de nosotros, por estar sumergidos en el mar de nuestras ocupaciones diarias no seamos capaces de descubrirlo. Por ello, es fundamental que al iniciar nuestro día y, al menos de vez en cuando, nos detengamos un momento y veamos a nuestro alrededor; que iniciemos nuestro día con un momento de oración y silencio que nos permita descubrir al Dios cercano que busca ser parte de nuestro día y de nuestra misma historia.
Decía un santo sacerdote: No dejes lo importante por hacer lo urgente. Lo único importante es Dios, todo lo demás siempre será urgente.
Una manera de orar con sinceridad es aprender a formular preguntas sinceras y francas, y con humildad llevarlas ante el Señor. Orar con sinceridad significa que pensamos actuar según la respuesta que recibamos.
-Actuar sin demora respecto a las impresiones espirituales.
Es de vital importancia responder sin demora a las impresiones del Espíritu, también actuar y hacer las cosas que el Espíritu indica.
-Escudriñar las Escrituras a diario.
Si deseamos hablar con Dios, oramos; y si deseamos que Él nos hable, escudriñamos las Escrituras, porque por medio de ella recibimos Sus palabras.
Por ejemplo este mes el Movimiento Los Focolares nos propone como Palabra de Vida: “Aprendan a hacer el bien, hagan justicia” Isaías 1, 17
Palabra que está tomada del primer capítulo del libro del profeta Isaías. En ella, el tema de la justicia es un argumento ardiente. Las desigualdades, las violencias y los prejuicios crecen en el terreno de una sociedad a la que le cuesta dar testimonio de una cultura de paz y de unidad.
Y los tiempos de Isaías no eran muy diferentes de los nuestros. Las guerras, las rebeliones, la búsqueda de las riquezas, del poder, la idolatría, la marginación de los pobres habían hecho perder el sendero al pueblo de Israel. El profeta reclama con palabras muy duras para que su gente vuelva al camino de la conversión, indicando cómo retomar el originario espíritu de la alianza establecida por Dios con Abraham.
¿Qué significa aprender a hacer el bien? Es necesario ponernos en la disposición de aprender. Exige un esfuerzo de nuestra parte. En el camino de todos los días siempre tenemos que aprender algo, mejorar; podemos recomenzar si nos hemos equivocado.
¿Qué significa hacer justicia? Ella es como un tesoro que debe ser buscado, deseado; es la meta de nuestro actuar. Practicar la justicia nos ayuda a aprender a hacer el bien. Es saber percibir la voluntad de Dios, que es nuestro bien.
Isaías ofrece ejemplos concretos. Las personas que Dios mayormente prefiere, al ser las más indefensas, son las oprimidas, los huérfanos y las viudas. Dios invita a su pueblo a ocuparse de los demás, sobre todo de quien no puede valerse por sí mismo. Las prácticas religiosas, los ritos, los sacrificios, las oraciones no le son gratas si ellos no se corresponden con la búsqueda y la práctica del bien y de la justicia.
Esta Palabra de Vida nos impulsa a ayudar a los demás, a tener una mirada atenta, socorriendo concretamente a quien está en la necesidad. Nuestro camino de conversión exige abrir el corazón, la mente y, sobre
todo, los brazos ante quienes sufren.
-Dejar que el Señor decida los detalles de lo que elija revelar y cuándo decida revelarlo.
“De todos los dones que nuestro Padre Celestial podría haber conferido a Sus hijos e hijas al salir de las aguas del bautismo, Él eligió darnos el don del Espíritu Santo”.
2) Vio:
Hoy volvemos a ver a Jesús, tratamos de encontrarnos con Él; volvemos a encender esa llama que en un momento nos dio vida. Hoy las vendas están tiradas pero acomodadas. Lo que nos ata, o lo que nos ató, Cristo ya lo redimió. Con Él y el tiempo, todo quedará acomodado. Veamos a nuestro alrededor que hay luz, que caigan las vendas de nuestros ojos; miremos lo que somos, miremos al espejo y fijémonos que somos libres; no dejemos que nada ni nadie nos haga sus esclavos.
Desde su nacimiento Jesús es identificado como luz. Su vida puede leerse como la Biografía de la Luz. La función de la luz es iluminar, llevar claridad a todos los ambientes donde hay oscuridad (ausencia de luz). Cuando es presentado en el templo es reconocido como luz que iluminará al pueblo, incluso como el sol que nace de lo alto. Su ministerio en el mundo es iluminar; ilumina la interpretación de la ley, ilumina la religiosidad del pueblo, ilumina con sus dichos y hechos, con su libertad. Ilumina ante la ignorancia, devuelve la luz a tantos ciegos que la han perdido y que viven en la oscuridad, ilumina respecto de lo que es verdaderamente la vida del hombre. De hecho, Él mismo dijo de sí que era la Luz del mundo. ¡Sí, Él es la luz!
Jesús dijo que los suyos serían luz del mundo. Con esa imagen expresa que en el mundo hay mucha oscuridad, tinieblas que invaden con su espesa penumbra, pero sus discípulos no deben contagiarse de esa oscuridad. Por el contrario, tendrán que combatirla pues la naturaleza de un cristiano es ser luz en el mundo. Nos ha encendido como lámparas para colocarnos encima, donde podamos irradiar la luz que permita distinguir con claridad lo inhumano. Así pues, en las distintas áreas del mundo, en los diversos ambientes en los que nos podamos encontrar, los cristianos no podemos dejar que la oscuridad nos envuelva, pues somos herederos de la luz, y lo menos que podemos hacer es dejar que su luz irradie a través de nosotros en favor de los demás. ¡Qué bella imagen la de la luz!
3) Creer:
Al respecto, traemos a colación aquella frase del Papa «una fe sin crisis es una crisis de fe». El creer es un proceso y nosotros vamos haciendo un camino, no siempre vamos a estar al máximo en nuestra relación con Dios, habrá momentos que nos costará la oración y hasta incluso no tendremos ganas. Formemos nuestra fe, leamos la vida de los santos, estudiemos el catecismo, hablemos con alguien nuestras dudas. Eso es lo lindo que tenemos en nuestra fe, que se puede profundizar y explicar mucho. Es hacer teología. Pero vivamos, porque nuestra vida, la tuya y la mía, es creer para celebrar, celebrar para vivir y vivir para adorarlo.
En este nuevo año que empieza, confiemos en que será el mismo Señor el que nos protegerá en los momentos de crisis y dificultad. Todo saldrá bien si nos ponemos en sus manos. Tengamos presente que Él es un Papá que está atento como centinela con cada uno de los hijos que han decidido seguir sus pasos: “El Señor te protege de todo peligro; Él protege tu vida, ahora y Siempre”. (Salmo 121,7-8)
Canción
Bibliografía:
https://www.es.catholic.net/op/articulos/79911/evangelioBoletin.html?eti=8080#modal
https://www.es.catholic.net/op/articulos/78765/meditacionBoletin.html?eti=8084#modal
https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2020-12/navidad-ano-nuevo-tiempo-renacer-recrear.html
https://entrecristianos.com/4-principios-para-fijar-metas-en-el-ano-nuevo/
https://ciudadnueva.com.ar/wp-content/uploads/2022/12/PV-01-2023_doble.doc
https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=02-01-2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.