La Semana Santa, nos invita a fortalecer nuestra relación con Dios, además a reflexionar sobre cómo estamos conduciendo nuestras vidas. En este sentido, cada día tiene un significado especial para los creyentes de Jesucristo que iremos tratando de desarrollar durante la semana.
El camino que iniciamos este domingo 2 de abril, que se festeja el Domingo de Ramos, día en el cual se rememora cómo fue la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, nos hará meditar en la Pasíón y Muerte de Jesús, una entrega total que encuentran su culmen en la Resurrección, iniciando asi el Misterio Pascual.
Según la biblia, es este día en el que Cristo fue recibido por una multitud de fieles, quienes agitaron palmas y ramos de olivo al mismo tiempo que él avanzaba encima de un burro.
Los creyentes, solemos llevar en las manos ramos de palma y de olivos u otros árboles, mientras entonamos cantos y oraciones de alabanzas que dan la bienvenida a la Semana Santa.
La procesión de las palmas es característica en este día porque cuando Jesús entró a Jerusalén, la gente le aplaudió con palmas en las manos. Este objeto era símbolo de fecundidad y riqueza para el pueblo judío y se podía utilizar para hacer pan y miel.
La palma es bendecida por el sacerdote y colocada en un lugar privilegiado durante toda la Semana Santa. Cuando acaba, se quema en la iglesia y se utiliza la ceniza en el Miércoles de Ceniza del año siguiente. Además de con palmas, a Jesús también lo recibieron con ramas de olivo, que era un símbolo de la paz.
Estos ramos y olivos son bendecidos antes de comenzar las procesiones. En muchas casas las personas suelen colgar algunos de estos ramos en diferentes lugares de sus hogares, en señal de recibir las bendiciones para sus casas y familias, pues el día representa simbólicamente la aceptación de Jesús como hijo de Dios y como salvador.
Hoy seremos testigo de dos escenarios en un mismo día, que le dan un sabor agridulce a nuestra celebración. Un contraste chocante, pero que pinta realmente el contraste mismo con el que no pocos vivimos nuestro cristianismo. Muchos de los que recibieron a Jesús y gritaban jubilosos «¡viva el hijo de David!», el viernes cambiaron sus aclamaciones por “¡crucifícalo!”, “¡crucifícalo!”, “¡crucifícalo!” con una voz mucho más fuerte. Muchos le aclamaron como el Mesías, le reconocieron como el profeta de Nazaret de Galilea, pero el viernes lo verán como un delincuente al que hay que darle muerte, cambiaron el “viva” por “mátalo”. Y esa es la realidad de nuestro cristianismo. Muchos cristianos al ver las películas de la Pasión nos damos golpes de pecho y juzgamos mal a quienes crucificaron a Cristo, diciendo que fueron unos asesinos, infames, impíos, que se equivocaron al matar a Jesús, que cómo fue eso posible, que si en nuestros tiempos Cristo hubiera venido, no le habríamos hecho lo mismo. Grave error de apreciación: Jesús sigue viniendo y lo seguimos matando. Jesús sigue su pasión porque nosotros lo seguimos condenando a muerte en nuestros hermanos. El contraste del Domingo de Ramos se sigue repitiendo en nuestra historia personal, porque con la misma boca con la que le aclamamos y bendecimos en la misa, con esa misma le insultamos y ofendemos al salir de la Iglesia. Porque cantamos “Santo, Santo, Santo”, “Hosanna, hosanna, hosanna” en nuestra misa, pero matamos a Cristo en nuestros hermanos los hombres. Ese cordero obediente, inocente que es llevado al calvario, sigue muriendo en tantos millones y millones de niños inocentes que mueren en el vientre de una madre, por el aborto. Y muchas de esas madres que abortan alaban a Cristo en una Iglesia; es más, hay asociaciones pro-abortistas que hasta nombres católicos les dan a sus agrupaciones. Muchos implicados directa o indirectamente en el aborto también le tienden mantos a Jesús y le gritan vivas en una Iglesia, pero el viernes le crucifican sin piedad…
Jesús, nos ha dicho el Papa Francisco, “nunca prometió honores y triunfos. Los Evangelios son muy claros. Siempre advirtió a sus amigos que el camino era ese, y que la victoria final pasaría a través de la pasión y de la cruz”. “Él lo dijo claramente a sus discípulos: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga’”.
Francisco insistió en que Jesús “no es un iluso que siembra falsas ilusiones, un profeta ‘new age’, un vendedor de humo, todo lo contrario: es un Mesías bien definido, con la fisonomía concreta del siervo, el siervo de Dios y del hombre que va a la pasión; es el gran Paciente del dolor humano”.
El Papa invitó a reflexionar sobre ese Jesús en la cruz, el mismo Jesús que unos días antes había entrado triunfante en Jerusalén. “No es otro Jesús: es el mismo que entró en Jerusalén en medio de un ondear de ramos de palmas y de olivos. Es el mismo que fue clavado en la cruz y murió entre dos malhechores. No tenemos otro Señor fuera de Él: Jesús, humilde Rey de justicia, de misericordia y de paz”.
Bibliografía
- Folleto la Misa de Cada Día.
- https://elcomercio.pe/respuestas/domingo-de-ramos-2023-que-significado-tienen-las-palmas-en-esta-fecha-semana-santa-2023-revtli-noticia/
- https://cristomaniacatolica.com/liturgia/homilias-ciclo-a/homilia-domingo-de-ramos-ciclo-a/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.