Los seres humanos somos capaces de lo mejor y de lo peor. Somos capaces de entregar la vida por los demás, y somos capaces de matar a nuestros hermano y cometer todo tipo de injusticias posibles.
Salve Reina de los Ángeles. A ti clamamos Señora, escucha nuestra oración y ayúdanos a mantener la confianza, la fe y la esperanza como tú al pie de la Cruz.
Creemos en un Dios que quiere vivir entre nosotros y que nos deja tiempo para reconducirnos hacia su Reino. La Iglesia y todos nosotros somos santos y pecadores, tenemos parte de peces buenos y malos.
El reino de Dios se hace presente en la persona misma de Jesús. Él es el tesoro escondido, es Él la perla de gran valor. Se comprende la alegría del campesino y del comerciante: ¡lo han encontrado y el resplandor en el rostro de Moisés.
Es bueno para nosotros que cada día nos hagamos esta pregunta: “¿Hoy sembré paz o sembré cizaña?”. Pero, a veces, hay que decir las cosas, porque aquél y aquella… Con esta actitud, ¿qué siembras tú?
Pregúntate hoy, delante de santa Marta: ¿Cómo es mi amor por los demás? ¿Me lleva a conocer a Dios? Y también: Mi amistad con Jesús, vivida en el diálogo con él, ¿me hace descubrir su verdadera identidad y, en ella, la certeza de una vida feliz?
Jesús es consciente que su propuesta va en contra de las tendencias del mundo, pero el suyo es un camino necesario para todo aquel que quiera ser santo.