Señor, son muchas las dificultades que me tienen incómodo y que hacen que mis amaneceres se conviertan en momentos tristes, sofocantes y sin color.
Enséñame a confiar en tu providencia, a creer ciegamente en te preocupas de que nada me falte y que permaneces atento para no dejarme caer.
Quiero comprender el gran misterio de tu amor. Deseo ser un testigo convencido de tus milagros y para ello necesito de tus instrucciones divinas.
Estoy convencido de que, poniendo al servicio todo lo que tengo, Tú puedes obrar el milagro de multiplicar mi fe y las esperanzas en mi corazón.
Te ofrezco el escaso pez que puedo donarte, te entrego mi pequeña y humilde colaboración personal, pero llena de compromiso y solidaridad.
Fomenta en mí, la disciplina de renunciar a esos vicios que no me permiten crecer, a renunciar en poner mi confianza en el falso raciocinio del mundo.
Confío en tu amor sanador, en que procuras nada me falte y en tu providencia divina que me enseña a crecer con el corazón dirigido hacia Ti.
Confío en que Tú mismo te has multiplicado y existes en cada trozo de pan presente en la Santísima Hostia consagrada. Bendito seas Señor. Amén.
Propósito para hoy.
Para mi almuerzo, comeré sólo la mitad de mi ración habitual, y la otra mitad (o su equivalente en dinero), lo donaré a una persona que lo necesite.
Frase de reflexión.
“El don precioso que el Espíritu Santo trae a nuestro corazón es la confianza profunda en el amor y en la misericordia de Dios”. Papa Francisco.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.