Queridos hijos: Amamos a Dios, porque él nos amó primero. Si alguno dice: “Amo a Dios” y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. 1 Jn 4, 19
Señor Dios Padre lleno de Amor y Misericordia, en el silencio de esta mañana que nos has regalado el don de la vida queremos alabarte y bendecirte por tanto que nos das, sin merecerlo: Gracias por el don de la vida, por el pan de cada día, por cada miembro de nuestra familia aquí presente y por aquellos que hoy no están, por nuestro país y por nuestra Iglesia. Gracias por tu perdón, el cual derramas sobre nosotros mientras nos esforzamos en mantener una actitud de comprensión y paciencia en este hogar y para con las personas que nos rodean.
Gracias Jesús porque tu palabra se cumple y has estado aquí todos los días de nuestra vida. Te agradecemos que nada nos ha faltado y porque hemos aprendido a valorar lo que si tenemos y a no perder nuestra paz deseando lo que no necesitamos.
Gracias porque podemos reconocer cuanto nos amamos, demostrándonos cada día nuestro aprecio a través de la atención y el respeto los unos a los otros. Te pedimos que nos enseñes a concretar ese amor en dos cosas específicas, la primera, en aprender a descubrirte en las personas: haznos verte en ellas y actuar en consecuencia; y la segunda que nos des una convicción absoluta de amar y cumplir tus mandamientos, pues sabemos que son vida y verdad, y sobre todo, que son la única verdadera demostración de nuestro amor y confianza en ti.
Amado Padre que estás en el cielo, arrepentidos por nuestros pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión y por el mal uso que hemos hecho de la Creación, obra de tus manos; te suplicamos acéptanos como tus hijos, cuyas vidas están bajo tu protección y quienes acuden a ti para recibir tu Misericordia y tu fortaleza. Confírmanos la certeza de tu amor y bondad en medio de todas las luchas y tentaciones en este mundo. Concédenos colaborar para que tu nombre sea honrado en la tierra y tu salvación se extienda en todo el mundo.
Que la esperanza que nos has dado nos sirva para llevar luz y fortaleza a la vida de aquellas personas que nos han pedido intercedamos en oración por su salud, física, espiritual o emocional, aquellos que están sin trabajo. Guía Señor a nuestros gobernantes y los del mundo entero; unge con tu Santo Espíritu a nuestra Iglesia, especialmente al Papa Francisco y que tu bendición se derrame sobre todos nosotros y sobre la vida de todos tus hijos que tanto amas.
Jesús, José y Maria, intercedan por nosotros. Amén.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.