Hola mis queridos lectores. Hoy quisiera me acompañen a meditar sobre esta lectura del Génesis que la liturgia de la Iglesia Católica nos propone, en que nos relata el encuentro de José con su papá Jacob. Bellísimo relato que llena nuestro corazón de gozo y esperanza mientras llega ese bello momento de nuestra vida en que nos encontraremos como el Hijo Pródigo con ese Papá que siempre nos ha esperado.
Precisamente quisiera hacer énfasis es en la frase “José enganchó su carroza y se fue a Gosén para recibir a su padre, Gen 46,29 Dentro de las definiciones que encontré de enganchar, me quedo con, “Atraer a alguien con arte, captar su afecto o su voluntad.” O sea ,José al enganchar su carroza e irse, está dejando el pasado para atraer hacia sí un futuro prometedor, encontrarse con su papá y realizar el plan de Dios para su vida.
Y esto es grandioso porque José pudo haber tomado otra decisión y no engancharse, sino asentarse en el pasado y asumir el papel de víctima, pero no fue así .
Esto me recordó un cuento que leí un dia de estos y quisiera compartirles:
PARABOLA DE LA SAL
“El viejo maestro pidió a su joven discípulo que estaba muy triste, que se llenase la mano de sal, colocase la sal en un vaso de agua y bebiese.
-¿Qué gusto tiene?
Le preguntó el maestro.
-Fuerte y desagradable respondió el joven aprendiz.
El maestro sonrió y le pidió que se llenase la mano de sal nuevamente.
Después, lo condujo silenciosamente hasta un lindo lago, donde pidió al joven que derramase la sal.
El viejo Sabio le ordenó entonces: bebe un poco de esta agua.
Mientras el agua se escurría por la barbilla del joven, el maestro le preguntó:
-¿Qué gusto tiene?
-Agradable, contestó el joven.
-¿Sientes el sabor a sal?
Le preguntó el maestro.
-No: Le respondió el joven.
El maestro y el discípulo se sentaron y contemplaron el bonito paisaje.
Después de algunos minutos, el Sabio le dijo al joven:
El dolor existe….
Pero el dolor depende de donde lo colocamos!
Cuando sientas dolor en tu alma, debes aumentar el sentido de todo lo que está a tu alrededor.
Tenemos que dejar de ser del tamaño de un vaso y convertirnos en un lago grande, amplio y sereno.
Verdad que es muy aleccionador este cuento para nuestra vida; esto porque creo que todos hemos pasado momentos difíciles como José, hemos sido traicionados por quienes amamos, seguramente los familiares y amigos nos dado la espalda en el momento que más lo necesitábamos y nos han dejado en desamparo, hemos sido “vendidos”, esclavizados, ultrajados… Sin embargo, ante tanto dolor, tenemos el poder de decidir.
Y es que como te proyectes ante una crisis así serán tus resultados, afirma Maray Suárez en un artículo . No se trata de que un problema deje de importar o no sintamos nada, No.
Se trata de saber gestionar, de sacar ante la crisis lo mejor para seguir, porque no hay de otra.
El problema está, no se soluciona con victimizarte o lamentarte, así lo único que consigues es hundirte más mentalmente, cerrar caminos. En cambio si asumes una actitud de solución, resolutiva pues, los resultados serán diferentes.
Entonces estuve reflexionando, buenos somos cristianos, tenemos un dios que nos ha capacitado para vivir todo esto y resolver; entonces me cuestioné si esto que nos están proponiendo es fácil, y legué a la conclusión de que, por supuesto que no.
Y Pete Wilson en su libro Plan B, afirma: Me ha tomado mucho tiempo entender todo esto; que aun cuando Dios está conmigo, la vida no siempre va a resultar de la manera que he deseado. Sabía que existirían luchas y desilusiones. Sin embargo, una parte de mí aun así quería creer que mi fe podría funcionar como una especie de calmante gigante. Quería que mientras supiera que Dios estaba conmigo, el dolor de esos momentos difíciles sería aliviado. Finalmente creo que lo estoy entendiendo: simplemente no funciona así… Aunque nunca nos ha prometido quitarnos el dolor, Él sí ha prometido estar justo a nuestro lado en medio de él. El sufre con nosotros. Se entristece con nosotros. Llora con nosotros. Él sabe… no importa lo malas que pueda ponerse las cosas y no importa cómo te sientas, no estás solo… José conoce a su papá. El conoce su carácter. Y esto le trae a José no solo consuelo, sino esperanza.
José tiene fe en que Dios está con él, y pienso que José tiene fe en que Dios (en los momentos duros de su vida) va a resolver aquello de alguna manera. No porque él lo merezca, y no necesariamente de la manera en que él piensa que debería ocurrir, si no de la forma mejor posible.
Y esto queridos lectores es lo que nos debe motivar a nosotros a seguir adelante con fe y esperanza en Aquel que nos hemos fiado como lo dice Pablo (2Tim 1,1) Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido; te deseo la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio. De este Evangelio me han nombrado heraldo, apóstol y maestro, y ésta es la razón de mi penosa situación presente; pero no me siento derrotado, pues sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.
La confianza nos reconforta el espíritu y aún más si nos entregamos en oración a los acontecimientos que Dios tiene deparado para cada uno de sus hijos. La oración es el arma para combatir toda preocupación y angustia que nos agobie, no existe oración que no venza el mal.
Oremos
“Oh amado Señor,
te doy gracias por regalarme el don de la vida y del amor,
regálame la capacidad de saber escucharte,
aumenta mi confianza y mi fe en ti,
regálame un corazón dócil y abierto a tu voluntad.
Amen”.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.