Sabías querido lector que la capacidad de sentir una emoción es innata en todas las personas y que todas las emociones son válidas y necesarias para tu desarrollo: todas ellas tienen una función adaptativa. No hay emociones buenas o malas, y tampoco maneras de sentir mejores ni peores. Es importante que te permitas sentir todas las emociones, encontrando una manera para que te sean más llevaderas.
La Biblia nos dice que somos creados a imagen de Dios (Génesis 1:27) y también nos muestra que Dios tiene emociones. ¡Tenemos emociones porque Dios las tiene!
Cuando experimentamos emociones, es porque estamos diseñados de esa manera. Las emociones en sí mismas son algo bueno y útil. Sin embargo, hay maneras piadosas y formas impías de usar nuestras emociones.
Y es que para poder comprender y controlar las emociones, es necesario tener o haber adquirido algunas habilidades para manejarlas, ya que si no se logra se pueden vivir estados desagradables y/o conductas poco deseables, como nos ha sucedido probablemente algunas veces, y les sucedió al grupo de los seguidores íntimos de Jesús, ante su muerte. Estas personas que le amaban y que habían compartido su vida con él, afirma Pete Wilson en su libro Plan B, habían creído en la visión de Jesús. Ellos tenían sueños – algunos realistas, otros no tanto- que estaban entrelazados con el ministerio de Jesús. Puedo asegurarte, continua el autor, que ver la crucifixión de Jesús se sintió como el supremo asesino de sueños, el máximo Plan B. Ellos sintieron que todo por lo que habían trabajado, todo en lo que habían confiado, se es estaba escapando. Esta sensación de fuera de control y desesperanza los conmociona.
Entonces, ante este panorama podríamos entrar en una encrucijada, pues tal vez como los discípulos, estemos fuera de control y en estado de desesperanza . Los sueños se han desmoronado a nuestro alrededor y no podemos tomar en serio ni los pensamientos ni las emociones, ya que éstos son cambiantes. Ya ni siquiera nos quejamos, simplemente nos sentimos vencidos y nos sentimos derrotados; ¿qué puede ser mi guía?
Se habla entonces de inteligencia emocional que es la capacidad de enfrentarse y de adaptarse a las diferentes situaciones a las que la persona se enfrenta en su vida diaria y su capacidad para resolverlas de forma satisfactoria a la vez que genera motivaciones beneficiosas para sí mismo.
Aprender a discernir la voz de la conciencia y del ego que todos llevamos dentro es fundamental. En realidad, todos sabemos cuál es el camino de la exquisitez para con nosotros mismos, puesto que tenemos conciencia. Ante una situación, sentimos o tenemos la capacidad de sentir cuál sería el mejor modo de afrontarlo. Pero si no estamos atentos, el Ego va a entrar en acción obstaculizando la posibilidad de expresarnos de forma exquisita hacia nosotros y, en consecuencia, hacia los demás.
Para escuchar a nuestra conciencia hay que estar atento a las intuiciones y sensaciones que vamos teniendo. La realidad y nuestra percepción de la realidad condicionada por patrones heredados son cosas distintas. Ser capaz de cambiar la percepción de la realidad, es decir, no quedarse en el por qué ha pasado y abrirse al para qué, es la clave en todo avance.
En el Ego vive la inseguridad y el miedo, principales obstáculos para la evolución. En la conciencia, sin embargo, residen los sentimientos estables de seguridad, plenitud, alegría, amor, compasión, libertad, verdadero poder y dominio de uno mismo.
El Ego quiere cambiar la realidad y al otro, no acepta, quiere manipular. La Conciencia sabe que el que tiene que cambiar es uno mismo. Es liberador saber que para que el cambio ocurra, contamos con Dios. Son muchas las razones por las cuales necesitamos a Dios en nuestras vidas y mucho más en tiempos de tristeza y desesperación.
En 2 Cor 2, 21-22 se nos promete que es Dios quien nos capacita, junto con ustedes, para estar firmes por Cristo. Él nos comisionó y nos identificó como suyos al poner al Espíritu Santo en nuestro corazón como un anticipo que garantiza todo lo que él nos prometió.
Y el evangelio de Mateo 1, 5-12, recoge la enseñanza dada por Jesús, conocido como “El Sermón del Monte”. En este pasaje, nuestro Señor menciona nueve veces la palabra bienaventurados, del griego μακάριος (makarios). Una vez alégrense, del griego χαίρω (chairō). Y una estén llenos de gozo extremo ἀγαλλιάω (agalliaō).
Este pasaje muestra que el concepto de felicidad para un creyente es distinto al que maneja el mundo. Un creyente piensa y actúa como discípulo de Cristo. La fuente de nuestra alegría está en quien nos ha elegido para salvación. Como discípulos somos motivados a imitar al Señor. La fe en Jesús nos garantiza la alegría eterna en los cielos. Tener esa felicidad también es posible aquí en la tierra, cuando vivimos como copias de Jesús.
Así pues, si las claves de la felicidad permanente ya viven en nosotros, ¿por qué no trabajar en la exquisitez de conquistarlas en lugar de conformarse con los mecanismos aprendidos? El compromiso hacia uno mismo en el proceso de cambio ya es transformador de por sí.
Toda emoción, por muy intensa que sea, al final, se va si la dejas salir. Las emociones son como olas, que vienen y se van, pero es importante que no te dejes arrastrar por ellas. No permitas que te inunden y para ello intenta buscar la manera más sana para que se expresen .
No se trata, tampoco, de que la persona reprima sus emociones, sino de que las identifique y reconozca, y que tenga la capacidad de darle un significado positivo.
Como cristianos, tenemos el Espíritu Santo para guiarnos, instruirnos, recordarnos y ayudarnos a ser más como Cristo (Romanos 6; Efesios 5: 15–18). Cuando somos conscientes de nuestras emociones y conscientes de la obra de Dios en nuestras vidas, cambiamos y Dios es glorificado. En lugar de dejar que nuestras emociones guíen nuestra percepción de la verdad, dejamos que Dios transforme nuestras mentes (Romanos 12: 2). Le sometemos nuestras emociones a Él, pidiéndole que nos ayude a aprender lo que debemos de ellas y manejarlas adecuadamente. También nos mantenemos enraizados en la Palabra de Dios para que conozcamos la verdad y podamos reconocer más fácilmente los engaños.
“La habilidad de hacer una pausa y no actuar por el primer impulso se ha vuelto aprendizaje crucial en la vida diaria”. -Daniel Goleman
Oremos.
Gracias Señor, porque por la fe en Cristo, has colocado tu Santo Espíritu en mí, para vivir en comunión y que mis emociones no decidan mi vida, sino tu buena, agradable y perfecta voluntad, manifestada en tu Palabra.
Te ruego, Señor, que te conozca y te ame para que encuentre en ti mi alegría. Y si en esta vida no puedo alcanzar la plenitud, que al menos crezca de día en día hasta que llegue a aquella plenitud. Que en esta vida se haga más profundo mi conocimiento de ti, para que allí sea completo; que tu amor crezca en mí para que allí sea perfecto, y que mi alegría, grande en esperanza, sea completa en posesión
Amén
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.