El Espíritu Santo ayuda, nos ayuda como una persona no como una fuerza. La ayuda del Espíritu no es impersonal, de una cosa, es personal. En Romanos 8:26 dice: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Estamos hablando de una persona no de una fuerza impersonal.
El Espíritu Santo consuela, en Juan 14:16 dice: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”.
“El Paráclito dice a la Iglesia que hoy es el tiempo de la consolación, afirma el Papa Francisco. Es el tiempo del gozoso anuncio del Evangelio más que de la lucha contra el paganismo. Es el tiempo de llevar la alegría del Resucitado, no de lamentarnos por el drama de la secularización. Es el tiempo para derramar amor sobre el mundo, sin amoldarse a la mundanidad. Es el tiempo de testimoniar la misericordia más que de inculcar reglas y normas. ¡Es el tiempo del Paráclito! Es el tiempo de la libertad del corazón, en el Paráclito.
Por ese motivo, nosotros, discípulos de Jesús, también estamos llamados a dar testimonio del Espíritu Santo, a ser “paráclitos”, consoladores. Nos pide que “demos forma a su consolación”: no con grandes discursos, – afirmó el Pontífice – sino haciéndonos próximos. No con palabras de circunstancia, sino con la oración y la cercanía. Recordemos – pidió el Santo Padre – que la cercanía, la compasión y la ternura son el estilo de Dios, siempre.
Oremos: Espíritu Santo, tú eres el Consolador. Ayúdame a olvidar las pérdidas en mi vida. Sana mi corazón. Y ayúdame a enfrentarme a mi pecaminosidad y a sentir genuina tristeza por el daño intencional e involuntariamente que he infligido a otros y al hacerlo así he infligido a Jesús. Consuélame mientras lloro mi necesidad de perdón, y dame tu espíritu de regocijo por este nuevo crecimiento en mí.
Espíritu Santo, ¡Ayúdame a decir “sí”! a lo que sea que me estás llamando a hacer. Quiero servir al Padre y hacer más evidente el amor de Jesús en el mundo que me rodea.
Espíritu Santo, tengo mis propias expectativas sobre lo que debo y no debo hacer. Ahora te entrego mis ideas, mis limitaciones, mis preferencias y mis metas. Lléname, Espíritu Santo, de todos tus dones sobrenaturales!
Empodérame a aceptar y crecer en la vida sobrenatural tanto como lo hicieron los primeros discípulos. Quiero serte útil. Quiero ir adonde tú me lleves. Espíritu Santo, envíame dotado y capacitado para hacer una diferencia esparciendo la buena noticia del amor perdonador de Dios. En el nombre de Cristo Jesús, Amén.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.
Bibliografía:
Primera referencia
Segunda referencia
Tercera Referencia