La segunda palabra que marca el itinerario de san José y de su vocación es servicio, escribe el Papa y explica que se desprende de los Evangelios que vivió enteramente para los demás y nunca para sí mismo. “El santo Pueblo de Dios lo llama esposo castísimo, revelando así su capacidad de amar sin retener nada para sí. Liberando el amor de su afán de posesión, se abrió a un servicio aún más fecundo, su cuidado amoroso se ha extendido a lo largo de las generaciones y su protección solícita lo ha convertido en patrono de la Iglesia. También es patrono de la buena muerte, él que supo encarnar el sentido oblativo de la vida. Sin embargo, su servicio y sus sacrificios sólo fueron posibles porque estaban sostenidos por un amor más grande: «Toda vocación verdadera nace del don de sí mismo, que es la maduración del simple sacrificio”
Y este tipo de madurez, afirma, es lo que se requiere en el sacerdocio y la vida consagrada. “Cuando una vocación, ya sea en la vida matrimonial, célibe o virginal, no alcanza la madurez de la entrega de sí misma deteniéndose sólo en la lógica del sacrificio, entonces en lugar de convertirse en signo de la belleza y la alegría del amor corre el riesgo de expresar infelicidad, tristeza y frustración».
Y es que hoy en día, muchas personas confunden el hecho de poseer con el verdadero amor, algo en lo que se encuentran terriblemente equivocadas. ¿Alguna vez ha funcionado el hecho de poseer en una relación? ¿Por qué surgen problemas si pensamos de esta manera?
Aunque en un primer momento creamos que tener y poseer tengan algo que ver, la verdad es que en cuanto a relaciones, hay un gran abismo entre estos dos términos. Tener a alguien no implica, en absoluto, posesión alguna y esto es algo que tenemos que tener muy en cuenta.
Tener a alguien significa que contamos con esa persona tan especial a nuestro lado sin que se vea obligada a ello. Esa persona a la que amamos y deseamos, pero que sabemos que es libre. Ella nos brinda su compañía, nos quiere, comparte su vida con nosotros, pero lo hace de forma completamente libre.
Hay personas que por el mero hecho de que otras deseen estar con ellas ya creen que las poseen. No se dan cuenta de que las personas no son objetos-
Recordemos que los seres humanos somos libres y poseer, en cambio, implica muchas veces inseguridad porque, como hemos dicho, las personas no son objetos y por error tendemos a poseerlas. ¿Cuántas veces has iniciado una relación y has sido consciente de que puede tener su final antes de lo esperado? ¿Verdad que las promesas de amor eterno y la visión de haceros viejos juntos inundan vuestras mentes? Sin darnos cuenta, nos predisponemos así, a sufrir porque no sa bemos tener pareja sin esa necesidad de poseerla.
Y es entonces que se hace necesario aclarar amor humano o, como tal, siempre será un ideal. Un tópico esencial de nuestra vida, que por darse en diferentes grados o niveles, nunca alcanzará su punto de perfección, como en las matemáticas o la física y jamás comparable con el Amor de Dios. No es una cifra; no son números. Es un sentir… Y los sentimientos no se miden: se expresan, se viven.
Lo anterior, que en principio sería un gran limitante para cualquier relación, puede volverse una gran ventaja: porque el amor siempre será susceptible de mejorar,en forma indefinida; es decir, nunca se agotará…
Conviene entonces que al escoger pareja, tú enumeres y analices, muchísimo más los defectos que las cualidades de tu pareja; porque las virtudes siempre serán bien recibidas, pero con las las fallas son las que tendrás que convivir, quizás, toda tu vida. Realizar esta reflexión y priorizarla, debería ser esencial en toda relación.
Es mejor hablarse de frente, con objetividad, antes de dar un paso que puede ser muy trascendental en tu existir.
El Pontífice explica que “para San José el servicio, expresión concreta del don de sí mismo, no fue sólo un ideal elevado, sino que se convirtió en regla de vida cotidiana”, San José, dijo el Papa, “se adaptó a las diversas circunstancias con la actitud de quien no se desanima si la vida no va como él quiere, con la disponibilidad de quien vive para servir. Con este espíritu, José emprendió los numerosos y a menudo inesperados viajes de su vida: de Nazaret a Belén para el censo, después a Egipto y de nuevo a Nazaret, y cada año a Jerusalén, con buena disposición para enfrentarse en cada ocasión a situaciones nuevas, sin quejarse de lo que ocurría, dispuesto a echar una mano para arreglar las cosas. Se podría decir que era la mano tendidadel Padre celestial hacia su Hijo en la tierra. Por eso, no puede más que ser un modelo para todas las vocaciones, que están llamadas a ser las manos diligentes del Padre para sus hijos e hijas”
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.