Nuestra meditación de hoy del libro El Amor que Sana de Anselm Grüm, la centraremos en el deseo de amar y ser amado.
El sacerdote nos indica que filósofos y psicólogos afirman unánimemente que todo ser humano anhela amar y ser amado. Y toda persona tiene experiencias dichosas y también decepcionantes de amar y ser amada. El amor puede fascinar a un ser humano y también puede herirlo si no es correspondido como esperaba. La meta de nuestro deseo de amor es que un día llegue alguien que nos ame tanto que nos deje satisfechos para siempre. Nunca quedaremos completamente saciados con un amor humano.
Tanto la experiencia de plenitud a través del amor como la decepción , que experimentamos a menudo, pretenden abrirnos a un amor que es mas grande que el amor entre dos personas. La metas de las experiencias planificadores y decepcionantes del amor es que lleguemos a ser amor, que experimentemos el amor como cualidad que configura toda nuestra existencia como una fuente que mana en nosotros… es que lleguemos a entrar en contacto con esa fuente de amor, que no depende de si alguien nos ama ni de si estamos enamorados de alguien.
Antonina de Sainz-Exupéry dijo en cierta ocasión que en el deseo de amor ya hay amor. Todos y cada uno de nosotros ansiamos el amor. Y en este anhelo sentimos ya el amor, el amor a otra persona, pero tambien el amor que somos nosotros.
Algunos se sienten desesperadamente infelices porque la persona a la que aman no corresponde a su amor. También en estos caso, les remito al deseo de amor que está en ello y en el que ya hay verdadero amor. Si disfrutan de ese amor, entonces su vida se transforma. Entonces pueden tener a veces la feliz experiencia de que, en definitiva, no de penden de qué tal o cual persona me ame, sino de soy amor. En el amor, estoy en Dios. En él llego a la fuente que fecunda y sana mi vida, nos dice el sacerdote.
El corazón designa no sólo el órgano fisiológico, sino sobre todo el centro de la persona: el punto donde confluyen los pensamientos, los sentimientos, los afectos y las motivaciones más profundas de una persona. Y el corazón es símbolo del amor. Cuando hablamos del Corazón de Jesús nos referimos a lo más íntimo de su ser, a lo que le mueve en todo momento, a sus sentimientos y sobre todo a su amor, que es divino y humano al mismo tiempo. En ese Corazón habita el Amor infinito de la Trinidad Santa. Y este Corazón se ha dejado traspasar para que experimentemos cómo sus heridas nos han curado (1 Pe 2, 24).
En el Corazón de Jesús se nos revela la intimidad más profunda de Dios, que es amor misericordioso. En él “resplandece el amor del Padre; ahí me siento seguro de ser acogido y comprendido como soy; ahí, con todas mis limitaciones y mis pecados, saboreo la certeza de ser elegido y amado. Al mirar a ese corazón, renuevo el primer amor: el recuerdo de cuando el Señor tocó mi alma y me llamó a seguirlo” (Francisco, Homilía del 03.06.2016). El Corazón de Jesús nos muestra que su amor no tiene límites, no se cansa y nunca se da por vencido. En él vemos su continua entrega sin límites; en él encontramos la fuente del amor dulce y fiel, que nos cura, sana y hace libres; en él volvemos cada vez a descubrir que Jesús nos ama “hasta el extremo” (Jn 13,1); está inclinado hacia nosotros, en especial hacía el alejado de este amor por la indiferencia o el pecado; es un amor que desea llegar a todos y no perder a nadie.
Oremos con la oración de Santa Eduviges:
Oh Sagrado Corazón de Jesús,
fuente de la vida eterna,
Tu Corazón es un horno brillante de Amor.
eres mi refugio y mi santuario.
Oh mi mi adorado y amado Salvador,
consume mi corazón con la llama
con la que se quema el Tuyo.
Vierte en mi alma esas gracias
que emanan de tu Amor.
Deja que mi corazón se una al Tuyo.
Deja que mi Voluntad se conforme
al Tuyo en todas las cosas.
Que Tu Voluntad sea la norma de
todos mis deseos y acciones”. Amén
¡Sagrado Corazón de Jesús en vos confío porque se que me amas!
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.