Hola mis queridos lectores. Hoy continuaremos con otra enseñanza para la vida cotidiana que nos dejan Moisés y Josué en el mes de la Biblia.
Nuevamente el libro del Deuteronomio nos trae una acción de gracias que Moisés hace a Yahvé por su bondad: «Comprendan ustedes hoy que no estoy hablando con sus hijos, los cuales no han visto la disciplina del Señor su Dios: su grandeza, su mano poderosa, su brazo extendido, sus señales y las obras que hizo en medio de Egipto a Faraón, rey de Egipto y a toda su tierra.
Lo que hizo al ejército de Egipto, a sus caballos y a sus carros, al hacer que el agua del Mar Rojo los cubriera cuando los perseguían a ustedes, y el Señor los destruyó completamente…» Dt. 11, 2b-4
Este discurso de Moisés es abundante en agradecimiento y reverencia a las proezas del Señor. Igual deberían ser nuestras conversaciones, oraciones y canciones dirigidas a Dios.
La gloria de la libertad de Israel como nación no la ganó el propio pueblo de Israel, fue Dios en su misericordia infinita. Nosotros tampoco hemos ganado nuestra libertad y salvación. Por tanto, nuestro agradecimiento es merecido y necesario.
Nos recuerda la Ing Marcela Athié de Bazán que en el fondo de la cultura, también se encuentra todo aquello que mejora a la persona y la hace digna de ser amada por quienes le rodean. Uno de estos aspectos que ayuda a que en las relaciones humanas se muestre esa dignidad es el agradecimiento.
El agradecimiento, continua la Ingeniera, es un estado interior por el que la persona reconoce que ha sido beneficiada por otra, que ha recibido algo merecido o inmerecido pero que es un regalo y lo reconoce hacia su bienhechor. Pone a cada uno en situación de reconocerse necesitado de los demás y por tanto humildemente abierto al apoyo, físico o moral. Hay muchos modos de agradecer: sonreír, dar la mano, decir gracias, muchas gracias, aprecio mucho lo que haces por mí, recuerdo los momentos en los que me has mostrado tu preocupación…
Y es que como afirma Àngels Ponce Ribas, en un artículo: Estamos rodeados de cosas maravillosas y, sin embargo, muchas veces no nos damos cuenta (solo algunas veces).
Estar agradecido no significa convencerse a uno mismo de que todo está bien. Vivir la vida con gratitud significa elegir enfocar nuestro tiempo y atención en lo que realmente apreciamos y valoramos. No se trata de bloquear las dificultades, sino de afrontarlas desde una perspectiva distinta. Esto es lo que nos conecta con las cosas cotidianas, grandes y pequeñas, que de otro modo podríamos dar por sentado.
La gratitud puede ayudarnos a ver que no todo es terrible, al menos no todo el tiempo. Practicar la gratitud puede mantener nuestros corazones abiertos a la ternura en nuestras experiencias diarias. Hay tantas cosas por las que estar agradecido! Ese rato de quietud por la mañana, la sonrisa del vecino con el que nos cruzamos, tener buena salud, los abrazos de nuestros seres queridos, tener a alguien que nos ama, que nos echa de menos, el agua caliente saliendo del grifo, la casa oliendo a comida recién preparada…
Definitivamente, a medida que cultivamos un mayor aprecio por lo que nos rodea, podemos incluir estar agradecidos por lo que hay dentro de nosotros. Podemos sentirnos agradecidos por nuestros talentos y fortalezas (todos las tenemos), por nuestra energía, por nuestra determinación, incluso por nuestro cuerpo que nos permite seguir vivos. Podemos estar agradecidos por tener un corazón, una mente y la sabiduría para saber cómo vivir con amabilidad y generosidad.
El agradecimiento, como nos indica la ingeniera, es un modo de amar. “Es más importante dar que recibir” decimos con frecuencia, sin embargo, al recibir lo que nos da otra persona le permitimos crecer, la reconocemos valiosa para nosotros, es un modo de dar. Dar y recibir, ambas, son definición de amor y deben ser una constante en nuestro diario caminar, un continuo intercambio de bienes materiales, afectivos y espirituales.
Pues bien, te apetece practicar la gratitud, aquí tienes algunas ideas que nos brinda Angeles Ponce Rivas, que podes practicar a partir de ahora mismo:
1. Demos “gracias” siempre que sea posible, y acompaña esta palabra con una sonrisa. Para ello, debes estar atento/a a los pequeños gestos que los demás tengan contigo: el conductor del autobús que te lleva cada mañana al trabajo, la panadera que siempre te sonríe, el vecino que te espera en el ascensor, el compañero de trabajo que se interesa por tu familia…
2. Recuerda lo que más aprecias y escribe algunas cosas que te generen gratitud ( este ejercicio nos sirve pues podemos al que recurrir en los momentos más tristes). Apunta cosas como: pasar sar un buen rato con los amigos, una comida deliciosa, tus hijos/as, el lugar donde vives…
3. Antes de dormir, piensa en tres cosas por las que estás agradecido al día que acabas de vivir. Quizás algún día te cueste más que otro pero vale la pena el esfuerzo (observa como te sientes cuando lo haces).
4. Piensa en al menos, una persona por la que en este momento estés agradecido/a de tener en tu vida y explora lo que realmente aprecias de ella: su presencia, sus cualidades, lo que hace por ti, como te trata…
5. Dedica un tiempo a revisar algo por lo que puedas felicitarte a ti mismo/a: quizás en algún momento mostraste paciencia, sabiduría, fuerza, equilibrio…Sí, seguramente muchas veces te equivoques, pero otras aciertas de pleno gracias a tus cualidades y fortalezas: felicítate por ello de vez en cuando.
Yo le agrego a estas recomendaciones, oremos agradeciendo, y es que en repetidas ocasiones nos enfocamos en la oración de petición, sumamente válida, pero dejamos de lado la necesidad de agradecer a Dios por su actuar. Hay tanto que tenemos que agradecer!
Oremos
Te damos gracias Señor por la vida, por cada miembro de nuestra familia aquí presente y por aquellos que hoy no están.
Gracias por tu perdón, el cual derramas sobre nosotros mientras nos esforzamos en mantener una actitud de comprensión y paciencia en este hogar y para con las personas que nos rodean.
Gracias Cristo por las vidas y el esfuerzo de aquellos que nos precedieron y que lucharon para que hoy viviésemos en libertad.
Gracias por las oportunidades que nos has brindado de amar, servir, ayudar, de trabajar y prosperar en este lugar donde vivimos, a donde nos has traído, no para volver atrás sino para conquistar las bendiciones que ya tienes para preparadas por tu santa voluntad.
Gracias Jesús porque tu palabra se cumple y has estado aquí todos los días. Te agradecemos que nada nos ha faltado y porque hemos aprendido a valorar lo que si tenemos y a no perder nuestra paz deseando lo que no necesitamos…
Amén.
Escrita por Hermes Alberto Carvajal
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.