Ayer, precisamente, comentaba en un grupo con respecto al desánimo que circunda en esto días.
El domingo recién pasado, celebramos la gran Fiesta de Pentecostes. Fiesta con la que cerramos la Pascua. Y una pregunta me quedó dando vueltas en mi cabeza. ¿Realmente vivimos la Pascua, realmente celebramos Pentecostes?
Y es que a mi me preocupa tanta gente desanimada, ello porque solo nos dejamos influenciar por las malas noticias y es que estoy de acuerdo en ocuparnos por tanto enfermo, tanta gente en UCI, tanta muerte.
Sí, ocuparnos, no caer en desánimo en medio de la Pascua en que, se supone, estamos celebrando la Resurrección, o sea, la Victoria del Señor, esa que se da justo cuando todos creían que la cosa había sido un engaño.
Y, entonces, cuando los discípulos estaban tristes y desanimados, porque acababan de comenzar a creer que las cosas están un poquito mejor, como estuvimos hace un tiempo, bajan la guardia, se acomodan en la zona de confort y es cuando el Señor comienza a anunciarles que los va a dejar; y la confusión vuelve a ellos, como hoy a muchos de nosotros, y todo porque no logramos entender que el Señor asciende al Cielo para prepararnos una morada. Y aunque nos promete que no nos va a dejar solos, seguimos sin creerle porque los casos de Covid siguen subiendo y las muertes también.
Y, volvemos a dejarnos seducir por el mundo y seguimos el la corriente del desánimo.
Entonces viene a mi el cuestionamiento: ¿Qué Pascua hemos celebrado, qué Pentecostés estamos celebrando? Será lo que aconteció hace muchos años y solo como un recordatorio y no como una invitación a vivirlo hoy, porque ¡hoy es Pascua, hoy es Pentecostés!
Y es que yo creo que como nos explicó el Papa Francisco en la homilia de Pentecostés de este domingo recién pasado. “El Paráclito es el Consolador. Todos nosotros, especialmente en los momentos difíciles como el que estamos atravesando debido a la pandemia, buscamos consolaciones. Pero frecuentemente recurrimos sólo a las consolaciones terrenas, que desaparecen pronto, son consolaciones del momento. Jesús, en cambio, “nos ofrece hoy la consolación del cielo, el Espíritu, la ‘fuente del mayor consuelo'”.
Leyendo esta mañana en un periódico un artículo referente a Maricruz Leiva, presentadora que se hizo popular en el programa 7 Estrellas; ella narrando todo el calvario que ha vivido, producto aparentemente de una mala praxis, decía: “aprendí a vivir con ardor y dolor” que sufre 24/7 como consecuencia de esta intervención quirúrgica y al final afirma “también he aprendido que la felicidad es una decisión, es un estado y uno tiene que decidir ser feliz a pesar de lo que te pase”.
Eso me recordó a Pete Wilson en el libro titulado Plan B quien afirma que en ocasiones, parece que la vida esta llena de estos momentos que parecen latigazos, de esos que te llevan a empujones de lo pacifico y sereno a lo estresante y turbulento -sin ningún tipo de aviso- y a veces una y otra vez… Y más adelante: ¿Qué crees que debe ser nuestra respuesta cuando vamos de un capítulo de buenas noticias en nuestra vida a uno de malas noticias donde todo parece estar haciéndose pedazos, cuando nos mueven del Plan A deseado a un Plan B que ni pedimos ni queremos? Pienso que existe una pregunta que puede llevarnos a una relación con Dios mucho mas profunda e intima… solo si tenemos las agallas de hacerla.
La pregunta es esta: ¿Qué harías si tuvieras la absoluta certeza de que Dios está contigo?
Cuando respondes ante tus circunstancias actuales como si tuvieras la certeza de que Dios está allí, vas a ver a Dios en las circunstancias… Porque la verdad simple y sencilla es que Dios está ahí. Dios siempre está ahí. El problema viene cuando permitimos que nuestras circunstancias distorsionen e nuestra perspectiva y nos perdemos a Dios.
En el capitulo 39 el libro del Génesis, nos narra la historia de José, quien, como nos indica Pete Wilson, sufrió en muchas ocasiones de esos mencionados latigazos, algo que caracterizó a José en todo momento es que como nos dice el autor, José no esta seguro de que el Señor esta con el porque las cosas le están yendo bien (cuando le iba bien). Es al revés, Las cosas le están yendo bien a José porque él cree que el Señor está con él. Aparentemente, él lo creyó en todo momento. Aun cuando estaba en el pozo. Incluso cuando iba dando tumbos sobre el camello del comerciante. Aun cuando estaba viviendo como esclavo en casa de un desconocido… José puede haber estado desprovisto de su túnica, pero no de su identidad. Puede haber sido rechazado y abandonado por su familia, pero nunca dejó de depender en su Dios. Y, si bien es cierto que la vida no estaba resultando de la forma que él asumió de que lo haría, José tomo la decisión de responder en medio de todas las circunstancia como si Dios estuviera con él…
El podía haber dicho: Que se fastidie todo… ¡me voy de aquí! … En lugar de esto, tiene suficiente fe para entender qué tal vez Dios tiene un plan en todo lo que le ha ocurrido…
Aun en medio de tu Plan B, tu realmente tienes una tarea un llamado, finaliza el autor este capitulo 6 del libro, y es hacer lo que harías si estuvieras seguro de que Dios está contigo.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.
Bibliografía:
Primera referencia
Segunda referencia
Tercera Referencia