?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
https://youtu.be/VLK924qx_iA
- Sb 2, 12.17-20
- Sal 53
- Stgo 3, 16-4,3
- Mc 9, 30-37
“Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso: se opone a nuestro modo de actuar, nos reprocha las faltas contra la ley y nos reprende contra la educación recibida”, nos dice la primera lectura en una frase.
Y es que como nos comenta Fr. José Luis Ruiz Aznarez OP, cuando alguien interrumpe, juzga y pone en entredicho nuestro objetivo, nuestro proyecto, nuestras creencias, pensamos en cómo hacerlo desaparecer, antes de plantearse la necesidad, quizá, de escucharlo.
No escuchar al otro significa falta de aprecio, consideración, oportunidad, pobreza por nuestra parte, nos encerramos en nosotros mismos y, consecuentemente, empequeñecemos nuestras capacidades y nuestra misma condición de seres humanos. ¿Esto es algo extraño? No, por desgracia. Desde la soberbia, por miedo, inseguridad, envidia, adoptamos posturas que justificamos como dice el libro de la Sabiduría: “Lo someteremos a ultrajes y torturas, para conocer su temple y comprobar su resistencia. Lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues según dice, Dios lo salvará” (2, 19-20)
Contrario la conducta del sabios pues como nos dice el Salmista; …”. Esto porque el sabio escucha, el sabio medita, el sabio contempla, el sabio acoge, el sabio tiene presente a Dios que es quién le inspira su respuesta; no es su necesidad, ni su seguridad, ni su deseo; El es la razón de su vida. El sabio sabe lo que es y significa la confianza, confiar.
“Donde hay envidia y rivalidad, hay turbulencias y todo tipo de malas acciones”, hemos leído en la segunda lectura, sin duda alguna, la envidia, esa mirada oblicua, rencorosa y doliente, que no actúa desde la concordia, la misericordia, la imparcialidad, con sabiduría (Sant 3, 16-4,3; Sab 2, 12.17-20).
La envidia, la rivalidad, son razón de unas relaciones dañinas. La sabiduría, sin embargo, es apacible, comprensiva, conciliadora, misericordiosa, da buenos frutos, imparcial y sincera… (Sant 3,17)
Es un trastorno, un sin sentido, una vida insatisfecha, ambicionar y no tener, envidiar. La envidia anida en el corazón, es razón de mucha tristeza…
En este texto también nos dice que pidamos para alcanzar lo que pedimos, y definitivamente una de nuestra petición más usual es en el Padrenuestro que oramos “no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal…”
La palabra de Dios nos muestra el camino para vencer todo pecado, entre ellos el de la envidia; ¡y el camino es seguir a Jesús tomando nuestra cruz cada día y negándonos a nosotros mismos! Podemos utilizar versículos como una espada para derrotar a la envidia tan pronto como veamos que hay un pensamiento o sentimiento que provenga de nuestra carne. Tales como:
Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.” Hebreos 13:5.
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece…” 1 Corintios 13:4.
“Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.”Colosenses 3:14.
Podemos decir firme y decididamente “¡No!” y en el poder del Espíritu, usar la palabra de Dios para luchar hasta que hayamos vencido.
Jesús, nos dice el evangelio, iba instruyendo a sus discípulos…Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle… Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Nos dice el Rev. D. Pedro-José YNARAJA i Díaz, que cuenta el Evangelio que Jesús marchaba con sus discípulos, sorteando poblaciones, por una gran llanura. Para conocerse, nada mejor que caminar y viajar en compañía. Surge entonces con facilidad la confidencia. Y la confidencia es confianza. Y la confianza es comunicar amor. El amor deslumbra y asombra al descubrirnos el misterio que se alberga en lo más íntimo del corazón humano. Con emoción, el Maestro habla a sus discípulos del misterio que roe su interior. Unas veces es ilusión; otras, al pensarlo, siente miedo; la mayoría de las veces sabe que no le entenderán. Pero ellos son sus amigos, todo lo que recibió del Padre debe comunicárselo y hasta ahora así ha venido haciéndolo. No le entienden pero sintonizan con la emoción con que les habla, que es aprecio, prueba de que ellos cuentan con Él, aunque sean tan poca cosa, para lograr que sus proyectos tengan éxito. Será entregado, lo matarán, pero resucitará a los tres días (cf. Mc 9,31).
Muerte y resurrección. Para unos serán conceptos enigmáticos; para otros, axiomas inaceptables. Él ha venido a revelarlo, a gritar que ha llegado la suerte gozosa para el género humano, aunque para que así sea le tocará a Él, el amigo, el hermano mayor, el Hijo del Padre, pasar por crueles sufrimientos. Pero, ¡Oh triste paradoja!: mientras vive esta tragedia interior, ellos discuten sobre quien subirá más alto en el podio de los campeones, cuando llegue el final de la carrera hacia su Reino. ¿Obramos nosotros de manera diferente? Quien esté libre de ambición, que tire la primera piedra.
Jesús proclama nuevos valores. Lo importante no es triunfar, sino servir; así lo demostrará el día culminante de su quehacer evangelizador lavándoles los pies. La grandeza no está en la erudición del sabio, sino en la ingenuidad del niño. «Aun cuando supieras de memoria la Biblia entera y las sentencias de todos los filósofos, ¿de qué te serviría todo eso sin caridad y gracia de Dios?»
Y nos explica el Papa Francisco que “El más grande en la Iglesia es el que se hace servidor de todos, el que sirve a todos, no el que tiene más títulos. Y para dejarlo claro, Jesús tomó un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo con ternura -porque Jesús hablaba con ternura, tenía mucha ternura- les dijo: ‘Quien acoge a un niño me acoge a mí’, es decir, quien acoge al más humilde, al más pequeño servidor. El camino contra el espíritu del mundo es uno solo: la humildad. Servir a los demás, elegir el último lugar, no pisotear a los demás”.
Tomás de Kempis afirma: “Saludando al sabio satisfacemos nuestra vanidad, abrazando al pequeñuelo estrujamos a Dios y de Él nos contagiamos, divinizándonos”.
Palabra de Vida Mes de Setiembre 2021
“El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos” (Marcos 9, 35) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.