?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
https://youtu.be/L-mdrSjDehg
- Sb 7, 7-11
- Sal 89
- Heb 4, 12-13
- Mc 10, 17-30
Sin duda alguna, las palabras de Jesús, siguen suscitando en nosotros las mismas preguntas que suscitaría en los apóstoles: ¿De verdad es tan difícil que un rico entre en el Reino de los Cielos? Y es que como nos habla el texto de los Hebreos, nos dice la explicación del libro la Misa de Cada Día, muchas veces la Palabra de Dios es incómoda, “descubre los pensamientos e intenciones del corazón”, pues nos invita a la conversión. Por eso es comparada con una espada que cortó la luz y la oscuridad en la creación, que separa del hombre todo los le esclaviza, puede causar dolor, pero siempre busca preservar la vida. Esa fue justamente la misión de Jesucristo.
Veamos pues, como nos hablan en una Homilia; lo que le pide al joven rico, ¿se lo pide sólo a él y a unos pocos con vocación (por ejemplo, contemplativos o misioneros), o se lo pide a todos?
En todo caso, Jesús no nos pide que seamos pobres solo materialmente, sino también, como rezan las bienaventuranzas, “pobres de espíritu”. Algunos dicen que sólo nos pide que seamos “pobres de espíritu”, como si fuese fácil ser pobre de espíritu y rico en cosas, beneficios, y honores fácilmente.
Vayamos por partes:
Jesús no se refiere sólo a unos pocos, aunque sólo a unos pocos si sea la llamada a dejar casa, hermanos o hermanas, madre o padre, hijos y tierras por él y por el Evangelio. Jesús se refiere a todos, porque quiere que todos gozamos de la libertad verdadera y de la auténtica alegría.
Donde Jesús establece la diferencia de nivel está entre el cumplimiento de los mandamientos y su seguimiento. Con el cumplimiento de los mandamientos podríamos llegar a merecer el premio eterno, pero con el seguimiento de Cristo recibimos seguro además el premio ya en esta vida, el ciento por uno, y eso no es un bien reservado para unos pocos.
Todos estamos llamados a “posponer” toda riqueza ante el tesoro escondido que es Dios mismo. Y posponer no es sólo no dejarse encadenar por las riquezas terrenales, sino que de algún modo todos estamos llamados a ponerlas real y físicamente en un segundo lugar, como nos explica en la Parábola del que vende todo para comprar el campo donde encontrar el tesoro escondido. Posponer significa alcanzar la libertad, que es en lo que consiste la verdadera pobreza, de espíritu y también de posesiones y apegos.
La primera lectura del libro de la Sabiduría, nos da luces en este sentido al decirnos que “todos los bienes vienen con ella”
Muchos dicen que si todos vendiesen sus bienes no habría con que atender a los pobres. Claro que, aunque aún así habría pobreza (mucho menos, pero habría pobreza), también es verdad que cuando seguro crece la pobreza es cuando crece la avaricia y la indiferencia (las crisis económicas nacen de excesos de avaricia), y disminuye la cultura del encuentro, la solidaridad, la generosidad.
No pocos recurren a un gran padre de la Iglesia, del siglo III, San Clemente de Alejandría. Leo literalmente el párrafo clave de su famosa homilía: “Es verdad que quien posee algo (…) ese no es esclavo de lo que posee, ni lleva esas posesiones siempre en su alma, ni en ellas se organiza y circunscribe su propia vida, y si debe privarse de esas posesiones, es capaz de soportar con el mismo ánimo sereno su privación, lo mismo que antes gozó de su abundancia”.
Es evidente que no siempre es así. Por eso Clemente de Alejandría añadía: “Pero el que lleva en el alma la riqueza, y en vez del Espíritu de Dios lleva en el corazón oro o un campo, y hace siempre desproporcionada la riqueza, y en cada momento mira a tener más, inclinando hacia lo de abajo y atado a los lazos del mundo, siendo tierra y destinado a volver a la tierra, ¿cómo es posible que ese hombre desee y se preocupe del Reino de los Cielos?”
¿Y dónde está el límite entre la riqueza a tener aún en el desapego, y la riqueza a la que es imposible no estar apegado? El Papa Francisco dice que hay tres pobrezas: la de la miseria, la del alma, y la del cristiano. Dios no quiere ni la primera ni la segunda, pero desea que todos alcancemos la tercera. Cada uno habrá de buscarla y de encontrarla. Pero si que hay un límite, el que ya pusieron los padres de la Iglesia contemporáneos a San Clemente de Alejandría, y que San Juan Pablo II llamaba la “Hipoteca de Dios”: no es mío lo que me sobra y en cambio a otro le es necesario para poder vivir.
Por eso, con San Francisco de Asís, todos estamos llamados a exclamar: ¡Oh, Pobreza! ¡Bendita seas, Hermana Pobreza!
Palabra de Vida Mes de Octubre 2021
“Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman. https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2021.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.