- 1 Jn 5, 5-13
- Sal 147
- Lc 5, 12-16
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Inicia la primera lectura de la liturgia de hoy y afirma el comentarista del sitio de Evangelización Activa que este sólo es el que cree que Jesús es el Hijo de Dios. Jesucristo se manifestó por medio del agua y de la sangre; él vino, no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Así pues, los testigos son tres: el Espíritu, el agua y la sangre. Y los tres están de acuerdo.
Si aceptamos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios vale mucho más y ese testimonio es el que Dios ha dado de su Hijo.
El que cree en el Hijo de Dios tiene en sí ese testimonio.
Y nos dice Fray Manuel Santos Sánchez O.P. que San Juan nos recuerda, que “quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida”. Sigue la lógica de lo dicho en su evangelio, en el que nos ha presentado a Jesús como “la Palabra y… en ella estaba la vida”, como “el pan de vida”, como el que ha venido “para que tengamos vida y vida en abundancia”. ¿Quiénes somos los cristianos? Los que nos hemos topado con Jesús. Él se ha hecho el encontradizo con nosotros y nos ha convencido de que él es “el camino, la verdad y la vida”. Por eso, acudimos a él constantemente para saciar nuestro fuerte anhelo de vida y alejar de nosotros la muerte y los signos de muerte: la tristeza, el dolor, la desilusión, la pena, el sinsentido, el vacío…
Nos comenta el P. Juan Pablo Menéndez acerca del Evangelio, que nadie hubiera pensado que curarse de la lepra fuera tan fácil. Lo único que precisó este enfermo, fue acercarse humildemente a Cristo y pedírselo. Él sabía que Cristo bien podía hacerlo. Además, cree con todo su corazón en la bondad del Maestro. Quizá por esto, es que se presenta tan tímido y sencillo a la vez: “Maestro, si quieres, puedes curarme”. La actitud denota no sólo humildad y respeto, revela además, confianza…
Y nos explica el Papa Francisco que la lepra era una condena de por vida y sanar a un leproso era tan difícil como resucitar a un muerto. Y por eso eran marginados. Sin embargo, Jesús tiende la mano al excluido y demuestra el valor fundamental de una palabra: cercanía.
No se puede hacer comunidad sin cercanía. No se puede hacer paz sin acercarse, ni se puede hacer el bien sin acercarse. Jesús podía decirle: ¡sánate! Pero no, se acercó y le tocó. Es más, en el momento que Jesús tocó al impuro se convierte en impuro.
Este es el misterio de Jesús, tomar consigo nuestras suciedades, nuestras cosas impuras. Pablo lo explica bien: “Siendo igual a Dios, no estimó esta divinidad un bien irrenunciable, se aniquiló a sí mismo. Jesús se hace pecado. Jesús se excluye, ha tomado consigo la impureza por acercarse a nosotros”.
Muchas veces pienso que es, no digo imposible, pero muy difícil hacer el bien sin mancharse las manos. Y Jesús se manchó. Cercanía. Y después va más allá. Le dijo: “Ve donde los sacerdotes y haz lo que se debe hacer cuando un leproso es sanado”. Al que era excluido de la vida social, Jesús lo incluye: lo incluye en la Iglesia, lo incluye en la sociedad… “Ve para que todas las cosas sean como deben ser”. Jesús no marginaba nunca a nadie. Se marginaba a sí mismo, para incluir a los marginados, para incluirnos a nosotros, pecadores, marginados, con su vida.
Con el Salmista demos gracias y alabemos al Señor y pidámosle en estos últimos días de Navidad que el Misterio de su Nacimiento, se haga vida en nosotros y nos ayude a experimentar su cercanía y tengamos siempre una actitud de humildad, respeto y confianza.
Palabra de Vida Mes de Enero 2022
“En Oriente hemos visto su estrella y hemos venido para adorarlo”. https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.