https://youtu.be/ouXJR-lBwkg
- Hch 11, 1-18
- Sal 41 y 42
- Jn 10, 1-10
La liturgia nos invita a como ovejas dejarnos conducir por el Buen Pastor hacia la puerta que nos brinda buenos pastos. Para ello debemos dejar que el l Espíritu Santo satisfaga nuestra sed del Señor. Envíame Señor tu luz y que gocemos de la plenitud eterna de la Gracia que Dios nos da, es lo que como el salmista y con la Oración Colecta, pedimos.
En la primera lectura, vemos como la aceptación del pagano Cornelio, con su familia, en el seno de la comunidad cristiana, provoca una reacción de resistencia en una parte de los cristianos de Jerusalén. El hecho pone de manifiesto dos cosas:
- El punto álgido de la dificultad, más que la circuncisión, era el compartir mesa con los paganos. ¿Cómo celebrar la Eucaristía, si ésta, habitualmente, se tenía en el marco de una comida? ¿Cómo mantener la unidad de la fe entre dos comunidades separadas en su liturgia?
- Los hermanos más apegados a la tradición judía no discuten la autoridad de Pedro, sino su prudencia al intervenir en este caso concreto.
Pedro les explica, cronológicamente lo sucedido. Estaba en oración; vino el Espíritu y se acordó de lo que le había dicho el Señor.
De nuevo aparece en escena el binomio: Oración – Voluntad de Dios. Fue precisamente estando en oración como Pedro y el hombre que fue bautizado por éste, fueron advertidos.
Y es que la oración es el medio ordinario por el cual Dios va comunicando su voluntad a sus hijos, de manera que una persona que ora todos los días y que busca con todo su corazón al Señor, sin lugar a dudas que, aun en la más oscura de las noches, encontrará el camino seguro; en medio de la crisis, caminos de solución; en la pena y el dolor, la consolación y sobre todo, en todo momento, irá descubriendo la voluntad de Dios para cada uno de sus proyectos e iniciativas.
La oración es el “mileu” o lugar en el cual el Espíritu se manifiesta, concediendo a sus fieles abundantes dones, carismas y consolaciones. De manera que no orar puede ser considerado como un verdadero suicidio espiritual
Hoy día ante las dificultades, el orden puede ser el mismo. Orar, atentos a la llamada de Dios sin cerrarnos a nosotros mismos y sin manifestar suficiencia ni altivez. Reconocer lo que sucede y descubrir los signos de los tiempos, pues Dios sigue actuando. Recordar la palabra de Jesús, porque en ella y en su vida tenemos el discernimiento para obrar. ¿Puede un buen cristiano oponerse a lo que manifiestamente viene de Dios?
Con estas actitudes y sin dejarse ganar por el desaliento o la irritación ante los prejuicios de hermanos que no entienden y retrasan con su resistencia la misión, los cristianos encontrarán serenidad, alegría y capacidad para alabar a Dios, porque el Señor sigue hoy concediendo la conversión que lleva a la vida.
“Sorprendentemente, el discurso del pastor no comienza con el “Yo soy el buen pastor”, sino con la imagen de la “puerta”. Jesús da la pauta para los pastores de su rebaño: alguien es un buen pastor cuando entra a través de Jesús. Así, Jesucristo sigue siendo el pastor: el rebaño le “pertenece” sólo a Él” (Benedicto XVI)
El Papa Francisco no recordaba cómo “a veces racionalizamos demasiado la fe y corremos el riesgo de perder la percepción del timbre de esa voz, de la voz de Jesús buen pastor, que estimula y fascina. Como sucedió a los dos discípulos de Emaús, que ardía su corazón mientras el Resucitado hablaba a lo largo del camino (Regina cáelo, 7-V-2017). Cristo nos llama a cada uno por nuestro nombre, y nos habla al corazón.
Hemos de aprender cada día a reconocer esa voz, rechazar a “los extraños”, y dejarnos guiar por ella, permitiendo que nos transforme. “Conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocen a él, como el Padre lo conoce y él conoce al Padre “(cf. Jn 10, 14-15). No se trata de mero conocimiento intelectual, sino de una relación personal profunda; un conocimiento del corazón, propio de quien ama y de quien es amado; de quien es fiel y de quien sabe que, a su vez, puede fiarse (Cf. Benedicto XVI, Ordenación 29-4-07).
De entre las palabras de Jesús quisiera sugerir una profundización en éstas: «Yo soy el buen pastor, conozco a las mías y las mías me conocen a mí» (Jn 10,14); más todavía, «las ovejas escuchan su voz (…) y le siguen, porque conocen su voz» (Jn 10,3-4). Es verdad que Jesús nos conoce, pero, ¿podemos decir nosotros que le conocemos suficientemente bien a Él, que le amamos y que correspondemos como es debido?
«¿Y quién es el que saca las ovejas sino Aquel que perdona los pecados, para que desembarazados de sus duras cadenas puedan seguirle? Y cuando ha sacado fuera sus ovejas, va delante de ellas» (San Agustín)
“Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo”. Hay en este salmo una sentida súplica. Una persona fiel se encuentra lejos del templo y, cercado por el enemigo, desea con toda el alma ver el rostro de Dios, visitarle en su templo.
La sed de Dios y el ansia de ver su rostro pueden vivirse, de momento, en el encuentro con Jesucristo en la Eucaristía.
Bibliografía:
- El Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/05/09/reconocer-la-voz-del-buen-pastor/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Mayo 2022
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros» (Jn 13, 34) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/05/01/mayo-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.