https://youtu.be/n6T6dGr0TBw
- Mi 5, 1-4. Ó bien Rom 8, 28-30
- Sal 12
- Mt 1, 1-18. 18-23
La Natividad de la Virgen María es una antigua fiesta que podría remontarse al siglo V. El calendario romano conmemora tres fiestas de la natividad: la Natividad de Jesús, el Hijo de Dios (25 de diciembre, Navidad); la de San Juan Bautista (24 de junio) y la de la Santísima Virgen María, el 8 de septiembre
Las lecturas de este día pueden facilitarnos el vivir de forma especial la eucaristía en este recuerdo del Nacimiento de la Virgen María, y es que siempre es agradable celebrar el recuerdo de la Madre de Dios, de nuestra Madre, es como si en el calendario litúrgico tuviésemos un momento de respiro, días en los que «huele a hogar» los días de la Virgen. Son días como para sentarse tranquilo junto nuestra Madre y acurrucarse en su regazo dejándonos descansa.
El Evangelio no nos da datos del nacimiento de María, pero hay varias tradiciones. Algunas, considerando a María descendiente de David, señalan su nacimiento en Belén. Otra corriente griega y armenia, señala Nazareth como cuna de María.
La genealogía de Jesús, el Salvador que tenía que venir y nacer de María, nos muestra cómo la obra de Dios está entretejida en la historia humana, y cómo Dios actúa en el secreto y en el silencio de cada día. Al mismo tiempo, vemos su seriedad en cumplir sus promesas. Incluso Rut y Rahab (cf. Mt 1,5), extranjeras convertidas a la fe en el único Dios (¡y Rahab era una prostituta!), son antepasados del Salvador.
El Espíritu Santo, que había de realizar en María la encarnación del Hijo, penetró, pues, en nuestra historia desde muy lejos, desde muy pronto, y trazó una ruta hasta llegar a María de Nazaret y, a través de Ella, a su hijo Jesús. «He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel» (Mt 1,23). ¡Cuán espiritualmente delicadas debían ser las entrañas de María, su corazón y su voluntad, hasta el punto de atraer la atención del Padre y convertirla en madre del “Dios-con-los-hombres”!, Él que tenía que llevar la luz y la gracia sobrenaturales para la salvación de todos. Todo, en esta obra, nos lleva a contemplar, admirar y adorar, en la oración, la grandeza, la generosidad y la sencillez de la acción divina, que enaltece y rescatará nuestra estirpe humana implicándose de una manera personal.
Más allá, en el Evangelio de hoy, vemos cómo fue notificado a María que traería a Dios, el Salvador del Pueblo. Y pensemos que esta mujer, virgen y madre de Jesús, tenía que ser a la vez nuestra madre. Esta especial elección de María —«bendita entre todas las mujeres» (Lc 1,42)— hace que nos admiremos de la ternura de Dios en su manera de proceder; porque no nos redimió —por así decirlo— “a distancia”, sino vinculándose personalmente con nuestra familia y nuestra historia. ¿Quién podía imaginar que Dios iba a ser al mismo tiempo tan grande y tan condescendiente, acercándose íntimamente a nosotros?
El Papa Francisco se dirigió a María, en el día de la fiesta de su natividad: “Hoy estamos en la antesala de esta historia: el nacimiento de la Virgen. Y por ello al Señor pedimos en la oración que nos conceda unidad para caminar juntos y paz en el corazón”.
De aquí algunas preguntas fundamentales que planteó el Santo Padre: “¿Cómo camino yo en mi historia? ¿Dejo que Dios camine conmigo? ¿Permito que Él camine conmigo o quiero caminar solo? ¿Dejo que Él me acaricie, me ayude, me perdone, me conduzca hacia adelante para llegar al encuentro con Jesucristo? Porque precisamente esto – destacó – será el final de nuestro camino: encontrarnos con el Señor”.
La tradición cristiana ha visto en el pasaje de Miqueas que acabamos de leer, el anuncio del nacimiento de Jesús en Belén. Ese que ha de llegar será portador de la paz “porque pastoreará a su pueblo con la fuerza del Señor”.
De ese rey que se anuncia hay que destacar su origen humilde, semejante al origen de David. Él reconstruirá al pueblo desunido y en él aparecerá la gloria de Dios que velará por su pueblo. Ese rey anunciado tiene como nombre la misma paz.
Si miramos nuestra realidad actual, también nosotros vivimos tiempos de inseguridad y desesperanza, tiempos de incertidumbre y desasosiego.
Hay un punto importante que no podemos olvidar. La lectura de Miqueas ha de servirnos para meditar en la fidelidad y la misericordia de Dios. Entre esas bondades hoy destacamos el regalo de María que es para todos, motivo de alegría, también de agradecimiento.
Bibliografia:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/09/08/nacidos-como-todos/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.aciprensa.com/recursos/natividad-de-la-santisima-virgen-maria-1116
- https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2020-09/natividad.html
Palabra de Vida Mes de Setiembre 2022
“Siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible” (1 Corintios 9, 19) https://ciudadnueva.com.ar/setiembre-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.