https://youtu.be/qJR3shy0soY
- Gen 17, 3-9
- Sal 104
- Jn 8, 51-59
La liturgia de hoy nos invita a reflexionar acerca de nuestra certeza acerca de La fidelidad de Dios y que Jesús es Hijo de Dios, o si como los judíos no lo entendemos todavía.
El Salmo nos dice: “El Señor nunca olvida sus promesas”
Y la primera lectura nos invita a reflexionar como Dios, ante la fidelidad de Abraham, cumplió la alianza y la promesa que le había hecho; así, Jesús, el Verbo Encarnado, cumple en nosotros todas las promesas que nos ha hecho; especialmente, como a Abraham, la de la tierra prometida, promesa que en Cristo se refiere al Reino, lugar en el que se desarrolla la felicidad, la alegría y la paz perfectas que Dios nos ofrece. Para ello nos pide que le seamos fieles, que nos avoquemos a cumplir la ley que, a través de Jesús, nos ha hecho conocer y que es la ley del amor. Es por ello que, en la medida en que nos esforzamos en vivir de acuerdo a la caridad, en esa medida nuestra vida va adquiriendo las características del Reino, es decir: justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
No es fácil vivir conducido por promesas, aunque éstas vengan de Dios. Jesús también nos prometió, nos aseguró, que con la fe moveríamos montañas. Esa fe que, según san Pablo, tuvo su exponente máximo en Abrahán. Una fe que es, como la de Abrahán, confianza en quien nos promete.
Ello nos lleva a meditar en que los judíos no entendían que Jesús era hijo de Dios, ¿y nosotros?
Recordemos que el cristianismo es más que un conjunto de reglas morales elevadas, como pueden ser el amor perfecto, o, incluso, el perdón. El cristianismo es la fe en una persona. Jesús es Dios y hombre verdadero. «Perfecto Dios y perfecto Hombre», dice el Símbolo Atanasiano. San Hilario de Poitiers escribe en una bella oración: «Otórganos, pues, un modo de expresión adecuado y digno, ilumina nuestra inteligencia, haz también que nuestras palabras sean expresión de nuestra fe, es decir, que nosotros, que por los profetas y los Apóstoles te conocemos a ti, Dios Padre y al único Señor Jesucristo, podamos también celebrarte a ti como Dios, en quien no hay unicidad de persona, y confesar a tu Hijo, en todo igual a ti».
Quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre, con estas palabras nos sorprende el inicio del evangelio de este jueves. Porque en este mundo la muerte y la vida se han convertido en tabú. La muerte.
nos explica el Papa Francisco: “Hemos sido elegidos, el Señor nos ha hecho una promesa, ahora nos pide una alianza. Una alianza de fidelidad. Jesús dice que “Abraham se regocijó pensando, viendo su día, el día de la gran fecundidad, ese hijo suyo, Jesús era hijo de Abraham” (Cfr. Jn 8,56), que vino a rehacer la creación, que es más difícil que hacerla, dice la liturgia, vino a redimir nuestros pecados, a liberarnos. El cristiano es cristiano no para que pueda enseñar la fe de bautismo: la fe de bautismo es un papel. Tú eres cristiano si dices que sí a la elección que Dios ha hecho de ti, si vas detrás de las promesas que el Señor te ha hecho y si vives una alianza con el Señor: esta es la vida cristiana”
Como tantas veces nos encontramos en el evangelio de Juan, Jesús no responde directamente a las preguntas que los judíos le hacen. En este caso la respuesta de Jesús les confunde más: él es anterior a Abrahán. Es fácil entender y hasta comprender que los judíos concluyan que Jesús se está riendo de ellos. De ahí su reacción, apedrearle, que obligó a Jesús a esconderse.
Jesús sorprendió y sigue sorprendiéndonos. Sabemos que el evangelio de Juan es en parte suma de distintas tradiciones de palabras de Jesús, a veces no bien unidas, al menos con la lógica que esperamos. El texto de este evangelio a pesar de su dificultad para entender su lógica, no deja de ser una llamada a ver lo que somos, ver nuestra historia desde la perspectiva de Dios, al que Jesús llama Padre. Ha de ayudarnos a reinterpretar nuestra vida, como inmersa en Dios. Nos pide que veamos a Dios en nuestra vida, que la intentemos ver con ojos de Dios, más allá de las peripecias puntuales de nuestro vivir.
No es fácil no dejarse someter por la circunstancia; pero es necesario vivir la circunstancia en referencia a la visión trascendente, en Dios, de nuestro ser. Difícil reto, pero necesario.
Bibliografía
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/04/07/en-la-hora-de-mi-muerte/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- Píldoras deFe.com
Palabra de Vida Mes de Abril 2022
“ Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” (Marcos 16, 15) https://ciudadnueva.com.ar/abril-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.