?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Is 43, 16-21
- Sal 125
- Filp 3, 7-14
- Jn 8, 1-11
Con la proximidad de la Pascua a la que nos preparamos, la liturgia de hoy, nos invita a contemplar el grado de amor con el que el Hijo de Dios, se entregó al mundo, lo que nos permitido quedar purificados y gozar de la salvación.
En este proceso, como el pueblo del Señor que nos presenta el profeta Isaías, hemos experimentado en medio de nuestro desierto, aridez y desesperanza, y Dios habla a nuestros corazones y nos ofrece la esperanza de la salvación, por eso con el Salmo proclamamos que El es fiel a sus promesas y está dispuesto a liberarnos de la esclavitud del pecado. Y San Pablo en Filipenses nos anima a seguir caminando con la certeza de que todo sufrimiento, problema o angustia es nada comparado con el premio de la Resurrección. Es así, como en la mujer liberada del pecado y de sus detractores, a nosotros también se nos ofrece el perdón, pues Dios condena el pecado “que tire la primera piedra el que esté libre de culpa”, pero ama al lecador, “donde están los que te condenaban?…Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”
Esto es lo que vivimos cuando en la Eucaristia hacemos el Acto Penitencial.
Siguiendo las Catequesis del Papa Francisco sobre la Eucaristia, hoy nos dice, …”Al principio de la misa, realizamos comunitariamente el acto penitencial mediante una fórmula de confesión general, pronunciada en primera persona del singular. Cada uno confiesa a Dios y a los hermanos «que ha pecado en pensamiento, palabras, obra y omisión… Escuchar en silencio la voz de la conciencia permite reconocer que nuestros pensamientos son distantes de los pensamientos divinos, que nuestras palabras y nuestras acciones son a menudo mundanas, guiadas por elecciones contrarias al Evangelio. Sí, también en omisión, o sea, que he dejado de hacer el bien que habría podido hacer. A menudo nos sentimos buenos porque —decimos— «no he hecho mal a nadie». En realidad, no basta con hacer el mal al prójimo, es necesario elegir hacer el bien aprovechando las ocasiones para dar buen testimonio de que somos discípulos de JesúsSí, también en omisión, o sea, que he dejado de hacer el bien que habría podido hacer. A menudo nos sentimos buenos porque —decimos— «no he hecho mal a nadie». En realidad, no basta con hacer el mal al prójimo, es necesario elegir hacer el bien aprovechando las ocasiones para dar buen testimonio de que somos discípulos de Jesús.
Cuesta admitir ser culpables, pero nos hace bien confesarlo con sinceridad. Las palabras que decimos con la boca están acompañadas del gesto de golpearse el pecho, reconociendo que he pecado precisamente por mi culpa, y no por la de otros. Sucede a menudo que, por miedo o vergüenza, señalamos con el dedo para acusar a otros.
Después de la confesión del pecado, suplicamos a la beata Virgen María, los ángeles y los santos que recen por nosotros ante el Señor. También en esto es valiosa la comunión de los santos: es decir, la intercesión de estos «amigos y modelos de vida» (Prefacio del 1 de noviembre) nos sostiene en el camino hacia la plena comunión con Dios, cuando el pecado será definitivamente anulado…”
Mes de abril
Evangeliza en todo el mundo
Planta algunas semillas de fe especialmente entre tus amigos y familiares. Con tu testimonio de conversión podrás sembrar esperanza y amor en el prójimo, no te olvides que debes ser reflejo del amor, perdón y compasión del Señor.
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2019
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.