?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Jon 4, 1-11
- Sal 85
- Lc 11, 1-4
El brevísimo libro de Jonás, -cuatro capítulos-, nos cuentan los exégetas, es un libro de ficción con una finalidad pedagógico-didáctica. Es como una parábola que facilita la comprensión del mensaje que en él se contiene, nos comenta Fray Salustiano Mateos Gómara O.P.
¿Qué nos enseña? Que la bondad y la misericordia de Dios son eternas y abarca a todos los hombres.
Sorprende, por eso, la reacción de Jonás ante la bondad de Dios cuando no destruye la ciudad de Nínive. No alaba al Señor por su bondad y misericordia, al contrario, se sintió contrariado, se enfadó y se encaró con el Señor. Las palabras que le dirige a Dios nos llenan de sorpresa. Jonás se siente contrariado, al constatar cómo es Dios: Sé que eres un Dios clemente, compasivo, paciente y misericordioso que te arrepientes del mal.
Como nos repetirá Jesús en sus parábolas, el Señor obra siempre misericordiosamente, porque su misericordia es eterna, como recalca insistentemente el salmo 135. Buena ocasión para orarlo., nos recomienda el fraile.
Y continúa, es lo que nos manifiestan las parábolas de Jesús que nos muestran la bondad de un Padre que celebra el regreso de quien se ha perdido. También allí las reacciones de algunos personajes repiten esa actitud contrariada de Jonás, al comprobar tal bondad. Quizá son reacciones humanas que hay que limar si queremos seguir las huellas de Jesús.
Una visión chata de Dios quiere contraponer misericordia y justicia. Solo Él sabe conjugar ambos aspectos, aunque tengamos la sensación, a veces, de que la misericordia prevalece por encima de todo, o bien la justicia está por encima de la misericordia. El salmo 116 nos recuerda que “El Señor es justo y compasivo”.
Merece la pena examinar nuestra actitud ante la misericordia del Señor con todos los hombres, incluso con aquellos que podemos pensar no merecen ser receptores de esa bondad de Dios.
Buen día para meditar este tema en este mundo nuestro, más necesitado que nunca de alabar y vivir la misericordia de Dios, esa que nosotros deberíamos mostrar en las tensiones por las que atravesamos. Jesús nos lo recuerda, citando a Oseas (6, 6) en el evangelio de Mateo 9,2-13 y en 12,1-8: Misericordia quiero y no sacrificios.
Sabemos que el Padrenuestro, oración que nos ofrece el texto del Evangelio, es el “resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y que, con ella, Jesús no solo nos enseñó a orar y a saber qué pedir cuando nos dirigimos al Dios, sino también nos ofreció una síntesis de todo aquello que vivió y nos enseñó.
Y nos explica el Papa Francisco que “en la oración del Señor —en el «Padre nuestro»— pedimos el «pan cotidiano», en el que vemos una referencia particular al Pan Eucarístico, que necesitamos para vivir como hijos de Dios. Imploramos también el «perdón de nuestras ofensas» y para ser dignos de recibir el perdón de Dios nos comprometemos a perdonar a quien nos ha ofendido. Y esto no es fácil. Perdonar a las personas que nos han ofendido no es fácil; es una gracia que debemos pedir: «Señor, enséñame a perdonar como tú me has perdonado». Es una gracia. Con nuestras fuerzas nosotros no podemos: es una gracia del Espíritu Santo perdonar. Así, mientras nos abre el corazón a Dios, el «Padre nuestro» nos dispone también al amor fraternal. Finalmente, le pedimos nuevamente a Dios que nos «libre del mal» que nos separa de Él y nos separa de nuestros hermanos.”
Afirma Fr. Austin Chukwuemeka IHEKWEME: Vemos enseguida que la oración, según Jesús, es un trato del tipo “padre-hijo”. Es decir, es un asunto familiar basado en una relación de familiaridad y amor. La imagen de Dios como padre nos habla de una relación basada en el afecto y en la intimidad, y no de poder y autoridad.
Rezar como cristianos supone ponernos en una situación donde vemos a Dios como padre y le hablamos como sus hijos: «Me has escrito: ‘Orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?’. —¿De qué? De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias…, ¡flaquezas!: y hacimientos de gracias y peticiones: y Amor y desagravio. En dos palabras: conocerle y conocerte: ¡tratarse!’», nos dice San Josemaría Escriva de Balaguer.
Cuando los hijos hablan con sus padres se fijan en una cosa: transmitir en palabras y lenguaje corporal lo que sienten en el corazón. Llegamos a ser mejores mujeres y hombres de oración cuando nuestro trato con Dios se hace más íntimo, como el de un padre con su hijo. De eso nos dejó ejemplo Jesús mismo. Él es el camino.
Palabra de Vida Mes de Octubre 2021
“Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman. https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2021.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.