https://youtu.be/SMF0mcJdi2s
- Gen 22, 1-19
- Sal 114
- Mt 9, 1-8
¿Por qué piensan mal en sus corazones? Nos confronta hoy el Señor en la liturgia. Y es que con cuánta facilidad cuestionamos y hasta criticamos el actuar de algunos de nuestros líderes, incluídos los de la Iglesia. Que gran contraste con la actitud de Abraham, en el texto de hoy. Para serles totalmente sincera yo solo de imaginarme una petición del Señor como la que le hizo a este gran ejemplo de la fe, se me eriza la piel.
Esto me ha llevado a meditar en que fácil es decir que somos cristianos y que amamos a Dios cuando todo en nuestra vida camina perfectamente, cuando disfrutamos de todas sus bendiciones, cuando hay suficiente pan y salud en nuestra vida y en nuestras casas, cuando no cuesta trabajo bendecir y dar gloria a Aquel que de todo nos ha proveído.
Por ello, de cuando en cuando, es bueno cuestionarnos: ¿Verdaderamente amamos al Señor? ¿Cuánto amaríamos si no tuvieramos todo lo que ahora tenemos? ¿Seríamos capaces de entregarle sin reservas, lo que más queremos en la vida? La respuesta definirá con exactitud hasta dónde amamos verdaderamente al Señor. A Abraham le pidió a su propio hijo, al único, a aquel que él mismo le había dado, y Abraham no se lo negó.
En su corazón se lo entregó, con todo lo que esto significaba para él. Para Abraham no había nada más grande y fundamental que obedecer a Dios, aun cuando su voluntad tocara lo más amado para él. Abraham le mostró a Dios cuanto le amaba. ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar, si Dios nos pidiera, que le demostremos cuánto le amamos?
La liturgia presenta en el Evangelio el relato de una curación realizada por Cristo. Hoy, un paralítico al que cuatro personas llevan en una camilla a la presencia de Jesús, quien, al ver su fe, dice al paralítico: “¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados”. Al obrar así, muestra que quiere sanar, ante todo, el espíritu. El paralítico es imagen de todo ser humano al que el pecado impide moverse libremente, caminar por la senda del bien, dar lo mejor de sí.
En efecto, el mal, anidando en el alma, ata al hombre con los lazos de la mentira, la ira, la envidia y los demás pecados, y poco a poco lo paraliza. Por eso Jesús, suscitando el escándalo de los escribas presentes, dice primero: “Tus pecados quedan perdonados”, y sólo después, para demostrar la autoridad que le confirió Dios de perdonar los pecados, añade: “Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa”, y lo sana completamente. El mensaje es claro: el hombre, paralizado por el pecado, necesita la misericordia de Dios, que Cristo vino a darle, para que, sanado en el corazón, toda su existencia pueda renovarse.
Afirma el Papa Francisco: “El Sacramento de la Reconciliación es un sacramento de curación, cuando voy a confesarme es para curarme, curarme el alma, curarme el corazón, de algo que he hecho que no está bien. El icono bíblico que mejor los expresa, en su profundo vínculo, es el episodio del perdón y la curación del paralítico, donde el Señor Jesús se revela al mismo tiempo médico de las almas y de los cuerpos.”
También hoy la humanidad lleva en sí los signos del pecado, que le impide progresar con agilidad en los valores de fraternidad, justicia y paz, a pesar de sus propósitos hechos en solemnes declaraciones. ¿Por qué? ¿Qué es lo que entorpece su camino? ¿Qué es lo que paraliza este desarrollo integral? Sabemos bien que, en el plano histórico, las causas son múltiples y el problema es complejo. Pero la palabra de Dios nos invita a tener una mirada de fe y a confiar, como las personas que llevaron al paralítico, a quien sólo Jesús puede curar verdaderamente.
En 2 Cor 5, 19, que es la Aclamación del Evangelio de hoy, hemos leído que “Dios reconcilió al mundo consigo por medio de Cristo, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación, y esto no por nuestros méritos, sino porque como nos dice el Salmista “Nuestro Dios es compasivo.”
”Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, están siempre con ustedes.” Ef 13,13.
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
Palabra de Vida Mes de Julio 2023
“Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque solo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa.” (Mateo 10, 42) https://ciudadnueva.com.ar/julio-2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.