- Dan 7, 9-10. 13-14, o bien: 2 Pe 1, 16-19
- Sal 96
- Lc 9, 28.36
Celebrar la transfiguración es consolidar nuestra fe en Jesús el hijo de Dios. La filiación divina de Jesús, es lo más profundo de la revelación y lo más específico de la fe.
Hoy en la primera lectura San Pedro nos habla de su testimonio cuando nos dice que la voz del padre resonó sobre Jesús y dijo: “Este es mi hijo amado, en quien me complazco”
Henri Nouwen, sacerdote Jesuita nos dice que muchas voces reclaman nuestra atención. Hay una voz que dice: Demuestra que eres una buena persona. Otra nos dice: Avergüénzate de ti mismo. También hay otra voz que dice: No le importas a nadie, y otra: asegúrate de tener éxito, ser famoso y tener poder. Pero por debajo de estas voces, por lo general muy ruidosas, hay una, suave y pequeña, que dice: Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco… Esa es la voz que más necesidad tenemos de escuchar. Escuchar esa voz, sin embargo, requiere un esfuerzo especial; necesita la soledad, el silencio y una fuerte determinación a escuchar. Eso es oración: Rezar es escuchar a la voz que nos llama “hijo amado“.
Nos explica el Papa Francisco: “No lo olvidemos nunca, mantener el corazón despierto no depende solo de nosotros: es una gracia, y hay que pedirla. Los tres discípulos del Evangelio así lo demuestran: eran buenos, habían seguido a Jesús al monte, pero solo con sus fuerzas no conseguían mantenerse despiertos. Nos sucede también a nosotros. Pero se despiertan justo durante la Transfiguración. Podemos pensar que fue la luz de Jesús la que los despertó. Como ellos, también nosotros necesitamos la luz de Dios, que nos hace ver las cosas de otra manera; nos atrae, nos despierta, reaviva el deseo y la fuerza de rezar, de mirar dentro de nosotros y dedicar tiempo a los demás. Podemos vencer la fatiga del cuerpo con la fuerza del Espíritu de Dios. Y cuando no podamos superar esto, debemos decirle al Espíritu Santo: “Ayúdanos. Ven, ven Espíritu Santo. Ayúdame: quiero encontrar a Jesús, quiero estar atento, despierto”. Pedirle al Espíritu Santo que nos saque de esta somnolencia que nos impide rezar.”
La fe apostólica, confirmada por los profetas sigue siendo “una luz” que ilumina el caminar de los creyentes.
Sin duda alguna si realmente nos dedicáramos a escuchar la voz del Señor que en la oración; no solo nos dice, sino que nos muestra que somos sus hijos amados, en lugar de las voces del mundo, este mundo sería diferente, pues lo que reinaría sería el Amor.
«Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías», nos dice el evangelio; y es sin duda bello, constatar en este versículo, como la reacción de Pedro muestra el dinamismo más auténtico del amor: él ya no piensa en su propia comodidad; él quiere retener aquella situación de profunda felicidad, procurando el bien de los otros (en este caso, interpretado de una manera muy humana: ¡unas tiendas!). Es la manifestación más clara del verdadero amor: soy feliz porque te hago feliz; soy feliz entregándome a tu felicidad.
Hoy cree en la Palabra, traída del cielo, y apóyate en ella para que la misma luz divina, que transfiguró a Cristo, pueda nacer en tu corazón.
Y es que a lo largo del evangelio, el Señor muestra señales que indican que su reino no es de este mundo, sino del divino, que Él proviene del Padre, viene enviado de arriba. Dos son los momentos en que esa gloria divina traspasó el velo de su humanidad y se hizo visible su divinidad.
La primera es la que hoy celebramos: en lo alto del monte Tabor, los discípulos predilectos, Pedro, Santiago y Juan, fueron llevados al cielo. Y no por estar en lo alto de un monte, sino porque fueron rodeados de la luz propia de la divinidad. Los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) detallan de igual modo lo acontecido: desaparece el velo de la humanidad y se llena todo de luz; los discípulos se quedan atontados, sobrepasados por lo que nunca nadie había visto; Moisés y Elías testimonian que Jesús es el Mesías prometido en la historia de la salvación. Todo un momento de revelación sobrenatural que aturdiría a cualquiera.
Lo revelado ese día pone de pronto una «distancia» infinita entre los discípulos y Jesús. Lo que apenas habían intuido por la fe a lo largo del tiempo que llevaban con Él, hoy da un paso infinito. Dada la novedad —nunca antes ningún ojo vio y oyó lo que ellos acababan de ver y oír— siguieron boquiabiertos y desconcertados después, no sabiendo cómo explicar lo sucedido.
La gloria divina es mostrada para para fortalecer la fe de los discípulos en la hora que se acerca para Jesús: la pasión y muerte. Estos tres discípulos van a pasar de la gloria del cielo al infierno del anonadamiento.
Esta es la primera vez que la divinidad de Jesús traspasó su humanidad. En la segunda no hubo testigos humanos: tan sólo el sudario y la sábana santa.
En esa experiencia de la transfiguración, escucharás la voz del Padre que nos dice, también: “Este es mi Hijo, mi escogido, escúchenlo.”
La escena de la transfiguración ilumina nuestra mente para conocer:
-que Jesús es el hijo amado de Dios.
-que tenemos que escucharle a Él.
-que nuestra meta es una vida transfigurada en Dios
Lo que más nos transfigura es el amor; que en este día veas el amor de Dios por ti, en el rostro de Jesús; que veas tantos rostros transfigurados por el dolor; que veas tantos rostros transfigurados por la luz, la vida, la alegría…
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy/2022/08/06.html
- http://henrinouwenblog.blogspot.com/2019/01/tu-eres-mi-hijo-amado.html
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/08/06/6-de-agosto-la-transfiguracion-del-senor/
Palabra de Vida Mes de Julio 2022
“Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?” (Mateo 18, 21) https://ciudadnueva.com.ar/agosto-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.