https://youtu.be/J2VAMCl_etc
- Gen 21, 5. 8-20
- Sal 33
- Mt 8, 28-34
En la liturgia de hoy el gran protagonista del relato de hoy es Dios: el Dios fiel a sus promesas, el Dios que nos abre los ojos para poder ver en los acontecimientos aparentemente contradictorios e incluso teñidos por el pecado, la presencia salvadora de Dios, el Dios que está siempre cerca del que sufre, protegiéndolo, tomándolo de la mano y poniéndolo en pie, El Dios que abre caminos de esperanza, cuando todo parece perdido. El Dios que nos muestra dónde encontrar el agua de la vida.
Para encontrarnos con ese Dios que experimentó Abraham, ese Dios que en Jesús es capaz de enfrentar esos “demonios” que muchos hemos quizá carga en nuestro corazón por el que muchos nos se atreven a cruzarse en nuestro camino, debemos como nos lo dice el Salmista clamar al Señor, El escucha el clamor de los pobres.
Y la Palabra de e Dios nos muestra como ella es viva y eficaz, y nos ayuda a formarnos, por eso, cada detalle de los evangelios está escogido con sumo cuidado. Cada pincelada importa y hoy en el texto de San Mateo, esto se hace evidente y no ayuda a formarse imágenes que nos ayudan en nuestra conversión, por ejemplo, el cruzar el mar de Galilea y atravesar a la otra orilla significa situarse en otro ambiente bien distinto al de las apacibles colinas del Monte de las Bienaventuranzas y de las orillas calmadas de Cafarnaúm. Hemos atravesado una tempestad. Y, al tomar tierra, al adentrarse en una región que nos resulta extraña, aparecen unos sepulcros. De allí salen dos endemoniados, porque de allí nace el pecado. El pecado nunca nace de la paz, de la luz ni de la verdad. Todo lo contrario. Las armas del Enemigo son la división, la oscuridad y la mentira. Su lugar son los sepulcros. Entre ellos se mueve con gran naturalidad. Aunque se disfrace de una máscara de promesas falsas de placer, poder o tener, todo lo que rodea al demonio es muerte, vacío y podredumbre. ¡Qué diferencia entre una orilla y otra, entre las bienaventuranzas y los sepulcros!
«Los demonios le rogaron: “Si nos echas, mándanos a la piara”. Jesús les dijo: “Id”». Esta impresionante escena que pinta el evangelista Mateo, con todo detalle, no sólo describe dónde nace el pecado –en los sepulcros–, sino qué hace el pecado en el corazón del hombre. Los demonios quieren marcharse a los cerdos, pues según el dicho popular, “lo semejante atrae a lo semejante”. Cuanto más se deja el hombre arrastrar y dominar por el pecado, más se parece a ese animal inmundo e impuro por excelencia: un cerdo. Aquellos demonios entraron en los cerdos, el hijo derrochador acabó viviendo entre cerdos cuando malgastó toda la fortuna de su padre, las perlas no son para los cerdos… ¿Y todavía no te convences de la fealdad del pecado?
«Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo al mar y murieron en las aguas». ¡Qué oscura y fea es la orilla del pecado! Llena de sepulcros, se amontonan los huesos, la podredumbre y la desesperanza. Sus habitantes parecen más cerdos que humanos, revolcándose en su propio fango. Y, al final, todo acaba en el fondo de las aguas de la muerte. El pecado nace de la muerte y lleva a la muerte. Jesús, con este milagro, no lo puede dejar más claro. Con su poder divino salva al endemoniado, pero a la vez condena el pecado y lo lanza a lo profundo del mar: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo?» Allí donde reina Cristo no tiene lugar el pecado, el mal ni la muerte. Precisamente él se ha acercado a nuestra orilla –la orilla del pecado–, para recogernos y llevarnos en su barca, atravesando el mar, a la orilla de la Bienaventuranza.
Para ello, el Señor nos ha dejado la Eucaristía que como afirma el Papa Francisco, “…es una medicina eficaz contra las cerrazones, sana porque nos une a Jesús: nos hace asimilar su manera de vivir, su capacidad de partirse y entregarse a los hermanos, de responder al mal con el bien”.
Es así como hoy la Palabra nos lleva a experimentar y a percibir, vemos: ¿De qué tamaño se siente el individuo ante la galaxia estrellada en noche sin luna? ¿Qué vivencia despierta tomar arena de la playa entre las manos y contar sus granos? ¿Qué comparación nace entre el propio cuerpo y el océano abierto? ¿Qué impacto serpentea ante el propio futuro cuando muere un amigo? La experiencia ante lo inmenso e incontrolable nos introduce en el espacio del Absoluto, en lo que no es pasajero.
También hay experiencia cuando nos acercamos a la presencia física de Jesucristo en la Eucaristía. Admiramos su cercanía, sentimos su mirada, conectamos con el amor infinito, que nos produce más que pensamientos: notar la llegada de la fuerza de Dios, recibir energía, vivir la emoción de su grandeza. La Eucaristía aporta ganas de vivir, supera el flujo cerebral, sana el decaimiento ante la limitación propia. Bellamente nos lo expresa Stgo 1, 18, hoy en la Aclamación del Evangelio: “Por su propia voluntad, el Padre nos engendró mediante la Palabra de la verdad, para que fuéramos en cierto modo, primicias de sus criaturas”, por eso con la Oración Colecta pidámosle que nos conceda que no no dejemos envolver en las tinieblas de error, sino que permanezcamos siempre vigilantes ene el esplendor de la verdad.
”Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con ustedes. “ Ef 13,13.
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/07/05/de-orilla-a-orilla/
- Catholic.net: ¡La Eucaristía… ¡medicina eficaz!
Palabra de Vida Mes de Julio 2023
“Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque solo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa.” (Mateo 10, 42) https://ciudadnueva.com.ar/julio-2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.