- Sab 9, 13-19
- Sal 89
- Fl 9, 10, 12-17
- Lc 14, 25-33
La liturgia de hoy nos muestra como Dios en su infinito amor, como nos dice la Oración Colecta nos va conduciendo hacia la verdadera libertad y la herencia eterna.
Así en el texto de la Sabiduría nos indica que por mucho que ansiamos conocer cuando tal conocimiento se refiere a lo que supera el ámbito natural nos encontramos en una situación imposible a partir de nuestro conocimiento humano. Sin embargo, el nos la da a través de Espíritu Santo. De esta manera logramos enderezar el camino hacia la salvación cuando nos extraviamos y conocer lo que Dios quiere para cada uno de nosotros.
La segunda lectura hemos de considerarla desde la “sabiduría cristiana”, por más que trate un tema muy humano, el de la esclavitud. San Pablo se dirige a su amigo Filemón a propósito de su esclavo Onésimo, huido de la casa de su dueño y que se ha encontrado con Pablo, que le ha convertido a la fe cristiana. Pablo escribe a su amigo intercediendo por el huido, que ahora es cristiano. Con delicadeza y finura humana y cristiana Pablo pide a su amigo Filemón que acoja a Onésimo (cuyo nombre significa “útil”), no solo como persona sino como “hermano”.
Entendemos que la categoría “cristiano” establece una nueva relación entre los seres humanos, sin quitar nada a la humanidad que compartimos los hijos de Dios
Tengamos en cuenta la nueva relación que se establece entre los seres humanos por razón del bautismo cristiano. Esto está en línea con la razón última de Pablo a Filemón a propósito de Onésimo, entendida como la definitiva: Si me tienes por amigo, recíbelo como si fuera yo mismo (Fm 17). Esta sí que es sabiduría cristiana.
De sabiduría nos habla el Salmo: “Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato” y en el versículo del Aleluya: “Enséñame tus decretos”.
El Papa Francisco afirma que ser discípulos de Jesús, es “una elección libre y consciente, hecha por amor, para corresponder a la gracia inestimable de Dios, y no una manera para promoverse a sí mismo. ¡Es triste esto! Ay de aquellos que piensan en seguir a Jesús para promoverse, es decir, para hacer carrera, para sentirse importantes o para adquirir un lugar de prestigio. Jesús quiere que seamos apasionados por Él y por el Evangelio.”
El evangelio de hoy comienza con unas palabras enigmáticas, casi escandalosas, que parecen contradecir, no sólo el espíritu del evangelio mismo, centrado todo él en el mandamiento nuevo del amor, sino, incluso, los (viejos) mandamientos de la ley de Dios, que, en el cuarto de ellos, nos mandan honrar padre y madre. Al exponer las condiciones para ser discípulos suyos, Jesús dice que para ello es preciso “odiar” a padre, madre, mujer (marido), hijos, hermanos y hermanas, incluso a sí mismo. Es verdad que el texto en español que hemos leído está edulcorado, y no dice “odiar”, sino “posponer”.
Efectivamente, Jesús nos llama a una elección radical y sin componendas, que significa ponerlo a él absolutamente en el primer lugar, en la cumbre de los afectos y de las preferencias. Sólo de esta forma radical y sin medias tintas es posible seguirle de verdad, ser realmente discípulo suyo. Pero esta preferencia radical y exclusiva, que conlleva “posponer” hasta los lazos afectivos más inmediatos, no significa una disminución o debilitación del amor que debemos a los nuestros, a nuestros padres, hermanos, mujeres o maridos, hijos, etc. Al contrario, la elección absoluta a favor de Jesús como nuestro único Señor y Maestro sana, purifica y fortalece nuestra capacidad de amar a todos, y también a los más cercanos, porque le da una medida nueva. Esa medida es, precisamente, el mismo Cristo y el amor con que nos ha amado: en él la medida del amor es el amor sin medida. La apostilla “incluso a sí mismo” (en otras traducciones se dice “incluso a su propia vida”) aclara esto último: es Cristo el que ha despreciado su propia vida, al entregarla en la Cruz por nosotros. De ahí, también, la alusión a la Cruz: para caminar en pos de Jesús y ser discípulo suyo es preciso aceptar y tomar la cruz. Y esto no significa otra cosa que la disposición a amar hasta la entrega total de la propia vida. Amar dando la vida (despreciando la propia vida) significa tomar la decisión de amar sin condiciones, de poner el amor por encima de cualesquiera intereses, aficiones, valores que puedan disputarle a la fuente del amor (que es el mismo Cristo) el primer puesto en nuestros afectos, en el “ordo Amoris” de nuestro corazón.
Preferir a Jesús de manera exclusiva y sin componendas es conectarse a la fuente del amor verdadero, el mismo Dios.
El seguimiento de Cristo es una empresa que merece ser ponderada con cuidado. Emprenderla sin la disposición necesaria, pretendiendo compaginar la fe con actitudes y formas de relación incompatibles con ella, es iniciar un camino a ninguna parte, afrontar una batalla perdida de antemano. Si para construir torres y ganar batallas hay que contar con los medios adecuados, también para poder llegar a ser verdaderos discípulos de Jesús tenemos que estar dispuestos a hacer acopio de los medios necesarios, cultivando en nuestra vida las actitudes acordes con la fe que profesamos. En realidad, la adquisición de estos medios puede hacerse sólo en contacto vivo con el Maestro, que nos los enseña, y con su gracia y nuestra cooperación los va haciendo crecer en nosotros. No se puede aprender a tomar la propia cruz más que en la escuela de Aquel que entregó su vida en la Cruz; no es posible preferir a Cristo antes que la propia vida más que si estamos vitalmente vinculados por la fe, la oración y los sacramentos con el que despreció su propia vida por amor nuestro.
Benedicto XVI en una Jornada Mundial de la Juventud, dijo “Cristo no quita nada y lo da todo”. Esta es la experiencia de todos los santos de la historia. Encontrar a Cristo es encontrar un tesoro por el que merece la pena dejarlo todo. Es el mejor tesoro. Quizás es que los cristianos nos hemos acomodado y aburguesado demasiado, aferrándonos tanto a los bienes de aquí abajo, que hemos olvidado las promesas del Señor. Quizás hemos olvidado a quién seguimos. Quizás hemos olvidado al Resucitado. ¡Claro que merece la pena! Es más, ¡merece la vida!
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/09/04/merece-la-pena-merece-la-vida/
- https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2019-06/papa-itinerancia-prontitud-decision-discipulos-jesus.html
- https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/comentario-homilia/?f=2022-09-04
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
Palabra de Vida Mes de Setiembre 2022
“Siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible” (1 Corintios 9, 19) https://ciudadnueva.com.ar/setiembre-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.