https://youtu.be/2LTb7vK5iBY
- Os 2, 16. 17-18. 21-22
- Sal 144
- 9, 18-26
La liturgia de hoy nos invita a fortalecer nuestra confianza en el Señor y como la hemorroisa y Jairo. Que Él como a la hija de este, nos tomará de la mano y nos levantará. Recordemos que la Palabra de Vida de este mes nos indica que “solo una cosa es necesaria”Lc 10,42. Es necesario manifestarle confiadamente nuestras peticiones; la confianza y connaturalizar con Dios requieren trato: para confiar en alguien le hemos de conocer; y para conocerle hay que tratarle. Así, «la fe hace brotar la oración, y la oración —en cuanto brota— alcanza la firmeza de la fe» (San Agustín). No olvidemos la alabanza que mereció Santa María: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45).
Y es que el Señor sabe que a nuestro corazón muchas cosas lo han lastimado, desilusiones y promesas de felicidad que al final han terminado por dejarnos más vacíos y heridos de lo que ya estaba. Sabe que llevamos mucho tiempo de no ser felices.
Así como la mujer había intentado muchos remedios para resolver su problema, conoce perfectamente todos los caminos que hemos recorrido buscando felicidad, sabe perfectamente todas las veces que le hemos pedido a las cosas o personas lo que sólo El nos puede dar: un amor infinito capaz de sanar todas las heridas de nuestro corazón y saciar nuestros deseos de ser feliz… Pero esos intentos no sólo no han funcionado, sino que han agrandado nuestras heridas y nos han dejado peor.
Hoy debemos tener la certeza que el Señor sanará nuestra vida de todo sufrimiento, nos sacará de toda situación y nos curará interior y exteriormente. Que el Señor como nos dice Óseas el Señor “nos desposará con El, nos uniremos a El en la justicia y la rectitud, en el amor constante y la ternura… en la fidelidad.” “Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas”, nos dice el Salmista.
El hermoso canto de amor que Oseas, prestando su voz a Dios y en nombre de Dios, dedica a Israel, pone en escena todo lo bello que Dios quiere para su pueblo. Este Dios, es nuestro amoroso Dios que, a pesar de todas nuestras infidelidades, de todos nuestros pecados, nos ama hasta el punto de enviarnos a su propio Hijo para que, a través de Él, tengamos vida y la tengamos en abundancia; para que podamos establecer una relación de amor y confianza con el Dios todopoderoso que nos ha desposado y nos tiene preparada una casa maravillosa en la cual pasaremos con Él toda la eternidad.
El amor infinito de Dios no tiene medida, se entrega hasta su propia infinitud. Es Dios el que se da a si mismo completo, sin reservas de ningún tipo. Sin tiempo de caducidad. No tenemos que ir muy lejos para encontrarlo. Nos bastará con girar la vista a cualquier lado para encontrar un rasgo, un verso suelto, de la belleza y el amor que Dios nos regala. Abramos los ojos y busquemos al esposo que nos regala todo lo bueno y bello que en él está presente y nos lo da gratuitamente.
En el evangelio, con esos dos pasajes en los cuales Jesús, por medio de dos grandes milagros, nos muestra, no solo su poder sino su identidad como Hijo de Dios, como verdadero Dios, debía llevarnos de nuevo a reflexionar en la imagen que tenemos sobre Jesús. Muchas veces pensamos que trabajamos solos, que debemos resolver todos nuestros problemas solos, que debemos recurrir a Jesús sólo cuando las cosas han llegado a tal grado que no podemos más (enfermedad, crisis económica). Sin embargo, Jesús nos acompaña con su poder y su amor a lo largo de todo nuestro día.
Él es capaz de cambiar el rumbo de nuestra actividad y de toda nuestra vida, es Dios, es el Emmanuel, el “Dios con nosotros”. El elemento común en estos dos episodios es la fe: tanto el jefe de la sinagoga, como la mujer con el flujo de sangre, fueron capaces de reconocer en Jesús, al verdadero Dios, al Dios que cambia la historia y la lleva a la plenitud. Dejemos que Jesús tome el control de nuestra vida cotidiana; nos SORPRENDEREMOS de ver el poder de Dios todos los días.
El mensaje del evangelio de hoy como afirma el Papa Francisco, “se trata de dos relatos entrelazados, con un único centro: la fe, y muestran a Jesús como fuente de vida, como Aquél que vuelve a dar la vida a quien confía plenamente en Él. Los dos protagonistas, es decir, el padre de la muchacha y la mujer enferma, no son discípulos de Jesús y sin embargo son escuchados por su fe. Tienen fe en aquel hombre. De esto comprendemos que en el camino del Señor están admitidos todos: ninguno debe sentirse un intruso o uno que no tiene derecho. Para tener acceso a su corazón, al corazón de Jesús hay un solo requisito: sentirse necesitado de curación y confiarse a Él…
Jesús no hace distinciones: la liberación se da generosamente a cada uno de ellos. Su anhelo sitúa tanto a la mujer como a la niña entre los “más pequeños” que han de ser amados y elevados… Jesús revela a sus discípulos la necesidad de una opción preferencial por los últimos, a los que hay que dar la primera fila en el ejercicio de la caridad.”
En conclusión, la liturgia de la Palabra nos invita a admirar dos magníficas manifestaciones de fe. Tan magníficas que merecieron conmover el corazón de Jesucristo y provocar —inmediatamente— su respuesta. ¡El Señor no se deja ganar en generosidad!
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- PildorasdeFe.com
- https://es.catholic.net/op/articulos/70111/cat/331/la-verdadera-hemorroisa.html#modal
- https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/06/30/julio-2022/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Palabra de Vida Mes de Julio 2022
«Solo una cosa es necesaria» (Lc 10, 42) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/06/30/julio-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.