https://youtu.be/DRBdWFbpXVQ
- 1 Cor 3, 1-9
- Sal 32
- Lc 4, 38-44
Tengo que anunciarles el Reino de Dios a otras ciudades, para eso he venido, dice Jesús en el evangelio de hoy. Y la primera lectura nos habla de la necesidad de dejarnos guiar por el Señor y hacerlo nuestro Dios y Señor, El es quien nos hace crecer. El Salmista afirma que El es nuestra esperanza; en El se alegra nuestro corazón, y en El confiamos.
Dos, entre otros, son los peligros de los predicadores de cualquier tiempo. Que se prediquen a sí mismos y no a Jesús y el evangelio, y que sus oyentes se queden con ellos y no con Jesús. A este segundo peligro se refiere san Pablo en la primera lectura. Parece que entre los corintios, que como cristianos “estaban todavía en la infancia” y eran guiados por los bajos instintos, había “envidias y contiendas” y unos preferían a Pablo y otros a Apolo.
San Pablo quiere ponerles las cosas claras. Les indica que Pablo y Apolo son los agentes de los que se ha servido Dios para llevarles la fe… para plantar y regar, pero el que da el crecimiento en el seguimiento de Jesús es el mismo Dios.
En la medida en que dejamos que el Espíritu Santo tome control de nuestras emociones, de nuestras pasiones, nuestro trato con los demás se vuelve sereno y amable; la envidia y el orgullo van desapareciendo, haciéndonos cada vez más humildes y sencillos.
Afirma el Papa Francisco que “predicar y curar: esta es la actividad principal de Jesús en su vida pública. Con la predicación anuncia el reino de Dios, y con la curación demuestra que está cerca, que el reino de Dios está en medio de nosotros.”
Vemos que Jesús, en este pasaje y en otros con más claridad, no desea que le tengan como un milagrero y que le acepten como tal. No quiere que se queden con sus milagros, sino con su persona, con su mensaje, que acepten a Dios como Padre, a él como amigo, a los demas como hermanos… y que el amor reine entre ellos.
El evangelio de hoy está colmado de detalles que nos iluminan acerca de un día en la vida de Jesús:
- Este día comienza en una casa, es decir, en familia, en amistad, en fraternidad, en la Iglesia. La casa es el lugar idóneo para reponer fuerzas después de un día cansado y coger vigor para la jornada siguiente. Así es también para Jesús, que se reunía en intimidad con sus discípulos. Allí, en casa, les abría el corazón en confidencia y los apóstoles a su vez le manifestaban sus más personales deseos. Allí Él les iba formando poco a poco para ser sus discípulos en medio del mundo. Sin la amistad no podemos vivir. También a nosotros, en casa, en la Iglesia, el Señor nos va formando para ser santos y apóstoles de nuestro tiempo.
- «Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto». ¿Adónde iba Jesús tan temprano por la mañana? Marcos nos lo especifica claramente: «Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar». Cristo necesitaba orar. Antes de realizar sus milagros, de atender a los enfermos, de predicar en las sinagogas… antes de todo eso, se dirige con la mente y el corazón a su Padre. Él está siempre unido al Padre, en permanente y amorosa comunicación. Pero, a pesar de ello, también necesita momentos de soledad y silencio para conversar cara a cara con su Padre Dios. Porque esto es la oración, hablar de corazón a corazón. ¿Y nosotros, tan atareados con tantas cosas que nos olvidamos tantas veces de Dios? ¿No necesitaremos más todavía esos ratos de intimidad y diálogo con Él? El Hijo de Dios nos da ejemplo. También tú debes buscar en tu jornada un momento a solas con tu Padre Dios. No lo improvises. Mira a Cristo, que como sabía que luego no iba a tener tiempo madrugaba para rezar. ¿No puedes hacer tú lo mismo?
- «Y predicaba en las sinagogas de Judea». Y no sólo predicaba, sino que se acercaba a los enfermos y «poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando». Incluso «de muchos de ellos salían también demonios».
- El día a día de Jesús era de una actividad grande, rodeado de tanta gente que no le dejaban ni comer… Esta es la vida diaria del Señor: dedicar a cada persona su tiempo, una palabra, una sonrisa; enseñar a las multitudes hambrientas de verdad; expulsar el mal del corazón de los hombres.
Y así es también nuestra vida: dedicarnos al trabajo, cuidar a la familia, cultivar las amistades, dar ejemplo con nuestra conducta, llevar consuelo y esperanza… Pero, en medio de tanta actividad, no olvides qué hacía Jesús. Lo primero de todo, la oración. En segundo lugar, la formación. Y, en tercer lugar (muy en tercer lugar, podríamos decir) la acción. Sólo así tu acción será tan fecunda como la suya.
BIBLIOGRAFÍA:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=31-08-2022
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/08/31/un-dia-en-la-vida-de-jesus-2/
- https://www.mccmurcia.org/evangelio-del-dia-lc-438-44-le-pidieron-que-hiciera-algo-por-ella-2/
Palabra de Vida Mes de Julio 2022
“Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?” (Mateo 18, 21) https://ciudadnueva.com.ar/agosto-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.