https://youtu.be/z6naw9PWQqg
- Am 7, 10-17
- Sal 18
- Mt 9, 1-8
Hoy último día del mes de junio, mes dedicado al Corazón de Jesús, nos sale de lo más profundo del corazón decirle: Sagrado Corazón de Jesús en vos confío porque sé que me amas.
Y es que la liturgia nos invita a reflexionar hoy en el por qué con tanta facilidad, como los escribas, aun viendo los milagros del Señor en nuestra vida y la de los demás, somos fácilmente proclives a pensar mal del Señor, a albergar en nuestros corazones malos pensamientos, malas intenciones, malas acciones…
Hoy el profeta Amos, nos muestra claramente esta situación. Para este mundo nuestro tan relativista, donde la mentira y el engaño tienen una presencia tan frecuente en nuestra sociedad, Amós se convierte para nosotros en una llamada de Dios. Por eso nuestra reflexión ha de llevarnos siempre a personalizar lo escuchado. ¿Hasta qué punto es fuerte nuestra fe para afrontar situaciones de desprecio, de oposición e indiferencia?
El Salmista nos indica que “la voluntad de Dios es santa y para siempre estable… En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino”, y el Señor como al paralitico nos dice: “ten confianza hijo. Se te perdonan los pecados… Levántate toma tu camilla y vete a casa”
¿Por qué comienza perdonándole los pecados sin que se lo pidan? Está claro que lee sus pensamientos y sabe que es precisamente esto lo que más agradecerá aquel paralítico, que, probablemente, al verse ante la santidad de Jesucristo, experimentaría confusión y vergüenza por las propias culpas, con un cierto temor a que fueran impedimento para la concesión de la salud. El Señor quiere tranquilizarlo. No le importa que los maestros de la Ley murmuren en sus corazones. Más aun, forma parte de su mensaje mostrar que ha venido a ejercer la misericordia con los pecadores, y ahora lo quiere proclamar.
Y es que quienes, cegados por el orgullo se tienen por justos, no aceptan la llamada de Jesús; en cambio, le acogen los que sinceramente se consideran pecadores. Ante ellos Dios se abaja perdonándolos. Como dice san Agustín, «es una gran miseria el hombre orgulloso, pero más grande es la misericordia de Dios humilde». Y en este caso, la misericordia divina todavía va más allá: como complemento del perdón le devuelve la salud: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa» (Mt 9,6). Jesús quiere que el gozo del pecador convertido sea completo.
“¡Qué maravilloso ejemplo de sanación!, nos explica el Papa Francisco. La acción de Cristo es una respuesta directa a la fe de esas personas, a la esperanza que depositan en Él, al amor que demuestran tener los unos por los otros. Y, por tanto, Jesús sana, pero no sana simplemente la parálisis, sana todo, perdona los pecados, renueva la vida del paralítico y de sus amigos. Hace nacer de nuevo, digamos así. Una sanación física y espiritual, todo junto, fruto de un encuentro personal y social.”
Sin embargo si reflexionamos en esta frase: ”Tus pecados están perdonados” “este blasfema”, creo que este es uno de los grandes pecados de nuestro tiempo. Doctrinalmente está muy claro, pero en nuestras cabezas y corazones no tanto.
Confieso bastante, me confieso bastante y creo que falta creer de verdad que es Dios quien me perdona. ¿Cómo dice? Pues si, muchas veces nos confesamos de metas que no hemos cumplido, propósitos que no hemos realizado…, no de no haber amado a Dios, sino de habernos fallado a nosotros mismos. Y como nos conocemos el dolor de los pecados se atenúa bastante. El propósito de enmienda se convierte en un “ haber cuánto duro esta vez” y busco más un consuelo pseudo-psicológico que el perdón real.
Es increíble la obececación que manifestamos frecuentemente con el Señor. Nos perdona, nos habla, nos invita, nos reprende y aun así, continuamos con nuestra actitud de rechazo a su palabra y a su amor. El rey Jeroboam, en lugar de buscar la conversión de su pueblo, y con ello la salvación de éste, prefiere oír las voces del mundo y rechazar al profeta de Dios.
Esta es muchas veces nuestra actitud. En lugar de cambiar nuestra vida, preferimos hacer a un lado al Dios que me estorba, que no me permite vivir la vida como yo la deseo, que frena y me echa en cara mis pecados con el fin de que me vuelva a él.
Señor, yo no lo merezco, ni entregando mi vida a la penitencia, merecería el perdón de un pecado venial. Sólo los méritos de Cristo en la Iglesia pueden decir: “ Yo te absuelvo de tus pecados.” Que no sea tan soberbio de pensar que me lo he ganado. Cambiemos nuestra actitud ante el Dios de la misericordia, ante el Dios del perdón; recordemos que su corazón está siempre abierto para los que se arrepienten y se vuelven a él.
Con la Oración Colecta pidámosle al Señor que nos conceda la gracia de que no nos dejemos envolver por las tinieblas del error, sino que permanezcamos siempre vigilantes en el esplendor de la verdad. Recordemos que la Palabra de Vida de este mes nos invita a invocarlo con el Salmo 16 y decirle: “Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de ti” Amén
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- PildorasdeFe.com
- https://www.focolare.org/espana/es/news/category/parola-di-vita/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/06/30/tus-pecados-estan-perdonados-2/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Junio 2022
«Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de ti» (Sal 16, 2) https://www.focolare.org/espana/es/news/category/parola-di-vita/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.