?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- Jer 28, 1-17
- Sal 118
- Mt 14, 13-21
En la 1ª lectura vemos a Jeremías ejerciendo el ministerio profético, reprobando a Ananías por anunciar y predecir en nombre de Dios lo que Él no le ha mandado decir ni hacer, creando así falsas expectativas en el pueblo.
En la vida podemos encontrar situaciones injustas, dolorosas, incomprensibles, que en el nombre de Dios, bueno y misericordioso, nos gustaría suprimir, desterrar, borrar de un plumazo, como hizo Ananías con el yugo de Jeremías. El auténtico profeta escucha la palabra de Dios que ilumina y fortalece, y así, acepta y asume la pesada carga que en aquel entonces personificaba Nabucodonosor por la violencia y opresión con la que dominaba y explotaba los pueblos (a lo largo de la Historia otros muchos personajes podíamos señalar…).
Nosotros, salvando las distancias, también experimentamos esto mismo, y lo podemos aplicar a nuestra vida, como lo que nos disgusta, nos mortifica, nos hiere en la vida ordinaria, una enfermedad, la muerte repentina de una persona querida, una situación familiar dolorosa, el paro, la inseguridad y precariedad frente al futuro incierto que gran parte de la humanidad vive hoy, entendiendo que todo esto entra dentro del misterioso proyecto de Dios sobre los hombres que ÉL ha creado y redimido con tanto amor.
Él sólo desea que volvamos nuestros ojos y nuestras voluntades a Él, que nos corrijamos de nuestras malas acciones, que abandonemos el pecado, la indiferencia, el desamor…, a esto nos invita el salmo cuando decimos de corazón: instrúyeme Señor en tus leyes, apártame del camino falso y dame la gracia de vivir en tu voluntad.
Del comentario que hace el padre Germán Prieto del evangelio podemos sacar tres enseñanzas para nuestra vida: Practicar como Jesús la compasión hacia la gente que tiene necesidad; sobre todo en esta época de crisis debemos acudir solidariamente ante tanta necesidad y pronto nos daremos cuenta que el Señor nos multiplica, pues como dice el sacerdote, cuando está Jesus hay abundancia, cuando no está Jesús hay escasez; y la tercera radica en el desafío que les hace Jesús a sus discípulos, y nos lo hace hoy a nosotros, denles ustedes de comer, entonces, como ellos, nos convertimos, con un corazón generoso, en intermediarios de la abundancia de Jesús.
Nos explica el Papa Francisco que Jesús, “…ordena a los discípulos que hagan sentar a la gente, después tomó aquellos panes y aquellos pescados, dio gracias al Padre y los distribuyó. Estos gestos anticipan aquellos de la Última Cena, que dan al pan de Jesús su significado más verdadero.
El pan de Dios es Jesús mismo. Tomando la Comunión con Él, recibimos su vida en nosotros y llegamos a ser hijos del Padre celestial y hermanos entre nosotros. Tomando la Comunión nos encontramos con Jesús, realmente vivo y resucitado.
Participar en la Eucaristía significa entrar en la lógica de Jesús, la lógica de la gratuidad, de la participación. Y por más pobres que seamos, todos podemos dar algo. Tomar la Comunión también significa tomar de Cristo la gracia que nos hace capaces de compartir con los demás lo que somos y lo que tenemos.
La multitud está sorprendida por el prodigio de la multiplicación de los panes; pero el don que Jesús ofrece es plenitud de vida para el hombre hambriento. Jesús sacia no sólo el hambre material, sino aquella más profunda, el hambre de sentido de la vida, el hambre de Dios.”
Palabra de Vida Mes de agosto
¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? (Romanos 8,35
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2020
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.