https://youtu.be/2dfd3G5Rz98
- Hch 5, 34-42
- Sal 26
- Jn 6, 1-15
La liturgia de hoy nos invita a aportar con obras tangibles a la extensión del Reino. No obviar las consecuencias de ello, pero que tampoco nos paralicen.
El Salmista nos invita para ello a armarnos de valor y confiar en el Señor y nos pone a reflexionar acerca de nuestra actitud al respecto al decirnos: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá temblar?
El pasaje de la primera lectura, nos permite destacar dos elementos importantes para responder a este cuestionamiento.
El primero, y que es en esencia la tesis que continuamente presenta San Lucas en su libro, es el hecho de que el proyecto de Dios, la extensión del Reino, se realiza a pesar de todos los obstáculos humanos que se van presentando. Por ello, nuestra cooperación a su propagación consiste en permanecer fieles y obedientes a la palabra de Dios. De manera que las oposiciones que a veces se presentan en nuestros centros de trabajo o de estudio no hacen otra cosa más que confirmar la palabra de Jesús: “Serán perseguidos por mi causa”.
La segunda enseñanza, que se deriva precisamente de ésta, es el hecho de que los apóstoles tomaron como un HONOR el haber padecido todo esto por el nombre de Jesús. Ahora sí pueden estar seguros que son “bienaventurados” y que les pertenece el Reino de los cielos.
“Jesús nos dirige también a nosotros una invitación, afirma el Papa Francisco al comentar el evangelio de hoy, una invitación similar a la que probablemente recibió el muchacho que no tiene nombre y en el que todos podemos vernos: “Ánimo, da lo poco que tienes, tus talentos y tus bienes, ponlos a disposición de Jesús y de los hermanos. No temas, nada se perderá, porque, si compartes, Dios multiplica. Echa fuera la falsa modestia de sentirte inadecuado, ten confianza. Cree en el amor, cree en el poder del servicio, cree en el poder de la gratuidad”
Aletea en la lectura de hoy un mensaje de esperanza: no importa la falta de medios, sino los recursos sobrenaturales; no seamos “realistas”, sino “confiados” en Dios. Así, cuando Jesús pregunta a Felipe dónde podían comprar pan para todos, en realidad «se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer» (Jn 6,5-6). El Señor espera que confiemos en Él.
Al contemplar esos “signos de los tiempos”, no queremos pasividad (pereza, languidez por falta de lucha…), sino esperanza: el Señor, para hacer el milagro, quiere la dedicación de los Apóstoles y la generosidad del joven que entrega unos panes y peces. Jesús aumenta nuestra fe, obediencia y audacia, aunque no veamos enseguida el fruto del trabajo, como el campesino no ve despuntar el tallo después de la siembra. «Fe, pues, sin permitir que nos domine el desaliento; sin pararnos en cálculos meramente humanos. Para superar los obstáculos, hay que empezar trabajando, metiéndonos de lleno en la tarea, de manera que el mismo esfuerzo nos lleve a abrir nuevas veredas» (San Josemaría), que aparecerán de modo insospechado.
El celebrar la fiesta de Santa Catalina de Siena nos proporciona una muestra del carácter paradójico de la fe. Ella fue una mujer sencilla que no tenía preparación académica, es decir ni sabía leer ni sabía escribir y sin embargo llegó a ser proclamada doctora de la Iglesia.
La sabiduría a la que se refiere la iglesia no es fruto de la investigación o de la reflexión humana, sino que es un don y una revelación que vienen del cielo. Es la sabiduría que procede del amor.
La cuestión está en que no basta con escuchar lo que se nos revela, además hay que tener un corazón sencillo. Los pequeños, los pobres y los pecadores que se sienten necesitados acogen de verdad el ministerio de Jesús que nos dice: “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. Por eso Jesús bendice a Dios, su Padre, diciendo: “yo te alabo, Padre Señor del cielo de la tierra porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los sencillos”.
Es curioso que los que son más sencillos sean los que mejor pueden vivir esta fiesta. En el caso de Catalina, el origen de esta actitud está su relación especial con Jesús y su vinculación a la dulce Madre, la Virgen María. Estas relaciones fuertes le permitieron abordar una vida de extraordinaria penitencia y, sobre todo, las múltiples persecuciones y calumnias de que fue objeto.
Ella no sabe cómo serle más útil al Señor y a su Iglesia, a la que ama con toda su alma y por la cual se ha ofrecido como víctima. Un día se le aparece el Señor y le dice: «No puedes serme útil en nada, pero sí que me puedes servir ayudando al prójimo”. Y así lo hace con toda su alma. Le ayuda, le socorre, le sirve, le instruye y le da cuanto tiene para encaminarlo hacia Dios.
Esto es ser dichoso ante Dios. No tener otro plan sino el que Dios nos quiera dar. No preocuparnos por cosas que pasan y sí poner el corazón en lo que tiene duración eterna en el cielo.
No esperemos el momento ideal para poner lo que esté de nuestra parte: ¡cuánto antes!, pues Jesús nos espera para hacer el milagro. «Las dificultades que presenta el panorama mundial en este comienzo del nuevo milenio, nos inducen a pensar que sólo una intervención de lo alto puede hacer esperar un futuro menos oscuro», escribió San Juan Pablo II.
Bibliografia
- Folleto La Misa de Cada Día.
- PildorasdeFe.com
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/04/29/llevadero-y-ligero/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Abril 2022
“ Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” (Marcos 16, 15) https://ciudadnueva.com.ar/abril-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.