https://youtu.be/eW4X8I8LAQ4
- Is 4, 2-6
- Sal 121
- Mt 8, 5-11
Señor, yo no soy digna de que entre en mi casa. Fue la exclamación del centurión ante el Señor y debe ser nuestra oración de cada día, sobre todo en este tiempo de Adviento, tiempo en que debemos meditar muy profundamente en el Misterio Divino de Amor de Dios con nosotros, que a pesar de ser pecadores, El envía su Hijo para nuestra salvación, como nos lo indica en la primera lectura en la que recibimos la promesa de que el mal será vencido y Dios habitará entre nosotros. Por eso debemos acoger la invitación que nos hace a través de la liturgia de hoy de fortalecer nuestra fe, confiar en sus designios y tener certeza en su Palabra.
Al comienzo del Adviento nos encontramos con este texto de Isaías, con el que el Señor busca llenar, ya en el Antiguo Testamento, nuestro corazón de esperanza, anunciándonos lo que sucederá “al final de los tiempos”, con simbólicas y fascinantes figuras.
En los cristianos de hoy, los que hemos tenido la suerte de vivir después de la venida de Jesús a nuestra tierra, esos motivos de esperanza han quedado fortalecidos para siempre. Jesús nos anuncia la buena noticia de la llegada del reino de Dios, de la comunidad de personas que dejan que Dios sea su Rey y Señor. Es un reino que empieza ya en este mundo, pero que, con frecuencia, se mezcla con el reinado de dioses falsos que se adentran también en nuestro corazón. Pero “al final de los tiempos”, Dios y solo Dios será el único Rey para todos sus seguidores y gozaremos de su presencia y de su amor para toda una eternidad disfrutando de la felicidad total. Este es nuestro futuro. Estamos de enhorabuena.
En el texto del evangelio, el centurión de Cafarnaúm, nos da una gran lección de nobleza de corazón y solidaridad, pues como acabamos de leeer, él no se olvida de su criado postrado en el lecho, porque lo ama. A pesar de ser más poderoso y de tener más autoridad que su siervo, el centurión agradece todos sus años de servicio y le tiene un gran aprecio. Por esto, movido por el amor, se dirige a Jesús, y en la presencia del Salvador hace una extraordinaria confesión de fe, recogida por la liturgia Eucarística: «Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa: di una sola palabra y mi criado quedará curado» (cf. Mt 8,8). Esta confesión se fundamenta en la esperanza; brota de la confianza puesta en Jesucristo, y a la vez también de su sentimiento de indignidad personal, que le ayuda a reconocer su propia pobreza.
Sólo nos podemos acercar a Jesucristo con una actitud humilde, como la del centurión. Así podremos vivir la esperanza del Adviento: esperanza de salvación y de vida, de reconciliación y de paz. Solamente puede esperar aquel que reconoce su pobreza y es capaz de darse cuenta de que el sentido de su vida no está en él mismo, sino en Dios, poniéndose en las manos del Señor. Acerquémonos con confianza a Cristo y, a la vez, hagamos nuestra la oración del centurión.
Dejémonos encontrar por Jesús «con la guardia baja, abiertos», para que Él pueda renovarnos desde lo profundo de nuestra alma. Es la invitación del Papa Francisco al inicio del tiempo de Adviento.
El camino que comenzamos en estos días, exhortó, es «un nuevo camino de Iglesia, un camino del pueblo de Dios, hacia la Navidad. Y caminamos al encuentro del Señor». La Navidad es, en efecto, un encuentro: no sólo «una celebración temporal o bien —indicó el Pontífice— un recuerdo de algo bonito. La Navidad es algo más. Nosotros vamos por este camino para encontrar al Señor». Por lo tanto, en el período de Adviento «caminamos para encontrarlo. Encontrarlo con el corazón, con la vida; encontrarlo vivo, como Él es; encontrarlo con fe».
En verdad, no es «fácil vivir con fe», destacó el Obispo de Roma. Y recordó el episodio del centurión que, según el relato del Evangelio de Mateo (8, 5-11), se postra ante Jesús para pedirle que cure a su siervo. «El Señor, en la palabra que hemos escuchado —explicó el Papa—, se maravilló de este centurión. Se maravilló de la fe que tenía. Había hecho un camino para encontrar al Señor. Pero lo había hecho con fe. Por ello no sólo encontró al Señor, sino que sintió la alegría de haber sido encontrado por el Señor. Y éste es precisamente el encuentro que nosotros queremos, el encuentro de la fe. Encontrar al Señor, pero dejarnos encontrar por Él. ¡Es muy importante!».
Como nos invita el Salmista: “Vayamos con alegría al Encuentro del Señor”
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2013/documents/papa-francesco_20131202_guardia-baja.html
Palabra de Vida Mes de Noviembre 2022
“Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.” (Mateo 5, 7) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.