https://youtu.be/8wbSFE7uAwE
- Jb 3, 1-3. 11. 16, 12,-15.17. 20-23
- Sal 87
- Lc 9, 51-56
Hay ocasiones en nuestra vida en que debemos aprender a respetar a quienes piensan diferente de nosotros, a quienes se muestran vulnerables ante ciertas situaciones.
El texto de hoy es muestra de ello, Job, a pesar de ser hombre de fe, en este texto muestra su vulnerabilidad ante la incertidumbre de la vida que está viviendo llena de problemas y tragedias. Nosotros podemos también experimentar esta misma incertidumbre ante situaciones difíciles en los cuales nos hacemos preguntas de fondo. Hay momentos en que nos podemos sentir desbordados y superados, sin conseguir ver soluciones o caminos posibles, sin tan siquiera comprender lo que está sucediendo y eso no está mal.
Es el grito de tantos hermanos como tú y como yo que en diferentes momentos de la vida hemos manifestado un “por qué” después de experimentar un momento difícil en la vida. Es el grito de Jesús en la cruz, en el dolor y la soledad: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Es el grito de los que han sufrido y siguen sufriendo injustamente. La pregunta que seguimos planteando cuando vemos la desgracia de los niños o de los inocentes mientras que, en apariencia, los malvados se salen con la suya y Dios parece bendecirles.
Pero, los cristianos contamos con una realidad maravillosa: la muerte y resurrección de Jesús. Y ésta es la causa de nuestra felicidad por la que es posible dar con la clave de cada “por qué”. Debemos abrir nuestro corazón al Señor y convertir nuestro dolor y sufrimiento en oración, paz, alegría y felicidad.
Dice el Papa Francisco: «El verdadero progreso de la vida espiritual no consiste en multiplicar los éxtasis, sino en ser capaces de perseverar en los tiempos difíciles: camina, camina, camina; si estás cansado detente un poco y luego vuelve a caminar, con perseverancia».
Cuando se va siguiendo el camino de Jesús, se da uno cuenta que no todos reaccionan positivamente ante el anuncio de la Salvación. El egoísmo y la envidia son fuertes opositores para que el Reino se implante en los corazones.
Por desgracia, después de dos mil años, este problema persiste; no todos aceptan la invitación para dejar que Jesús haga morada en ellos. El Evangelio de hoy nos ayuda a descubrir cuál debe ser nuestra actitud para con aquellos que aún no han dejado que el Reino sea una realidad en su vida. Mientras que Juan y Santiago (los hijos del trueno) buscan acabar con ellos, Jesús los reprende, pues él no busca la muerte del pecador sino que se arrepienta y viva.
A Jesús le dolería especialmente la reacción de Juan, su discípulo amado, porque acababa de manifestar con toda claridad cuál era la meta de su camino y la intención que le movía a llegar hasta el final. Jesús había tomado la determinación de subir a Jerusalén, porque se acercaba la hora de subir al cielo. Y una vez más, vemos cómo Jesús les regaña y sigue el camino hacia Jerusalén y buscan posada en otra aldea.
Se nos dicen dos cosas aquí. Jesús era consciente de lo que le esperaba en Jerusalén, algo que anunció al menos en tres ocasiones con toda claridad a los suyos: ser rechazado, ser ejecutado, morir y resucitar. Y, por otro lado, había elegido con todo conocimiento y determinación ese destino. Como dice en otro lugar: “nadie me quita la vida, yo la entrego libremente”. Por eso le duele que los discípulos reaccionen así ante la primera ocasión que surge de asumir el rechazo y el desprecio. No habían entendido nada.
Múltiples preguntas pueden abordar nuestro corazón. Desde qué acogida tienen las enseñanzas y vida del maestro, hasta cuál es mi actitud frente a la ausencia de acogida y del rechazo que puedo experimentar por vivir el discipulado.
El P. Jaques Philippe lo expresa con sencillez y con un lenguaje muy accesible en nuestros días: “Si no entendemos la importancia del perdón y no lo integramos en nuestra convivencia con los demás, nunca alcanzaremos la libertad interior, permaneciendo prisioneros de nuestros rencores.”
Jesús fue tan libre, que su vida expresa cómo seguir hasta las últimas consecuencias el proyecto de Dios. Tan libre fue Jesús que no buscó el mal de aquellos que no pensaban como Él ni les destruyó.No se trata de huir de la realidad, sino de asumir la capacidad de amar con sus consecuencias.
Es urgente cambiar la mirada sobre la realidad y principalmente sobre las personas. Es urgente pedirle a Dios la mirada compasiva y llena de ternura que descubrimos siempre en el corazón de Jesús. Cuando pensamos bien y miramos bien la realidad no se desatan las emociones negativas ni nos arrastran, sino que al pensar bien actuamos bien y somos verdaderamente libres.
Una actitud a la que nos invita San Vicente de Paul a quien hoy recordamos y de quien se cuenta que su última jaculatoria fue la invocación: «Dios mío, ven en mi auxilio», y su última palabra, el nombre de Jesús, le pedimos interceda por nosotros para que animado por el mismo espíritu, amemos lo que él amó y pongamos por obra lo que enseñó y así cultivemos en nosotros la llamada que nos hace el Señor en este día a cultivar la comprensión y no imponer nuestra voluntad, más bien ser pacientes con todos y respetar a los demás como lo hizo Jesús.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/san-vicente-de-paul/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/09/27/asumir-la-vida-vivir-en-libertad/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=27-09-2022
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=27-09-2022
Palabra de Vida Mes de Setiembre 2022
“Siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible” (1 Corintios 9, 19) https://ciudadnueva.com.ar/setiembre-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.