https://youtu.be/tNZYp9An0a4
- Hch 18, 9-18
- Sal 46
- Jn 16, 20-13
Durante toda esta semana, la Liturgia nos habla de rejuvenecer, de exultar (saltar de alegría), de la felicidad segura y eterna. Todo nos lleva a vivir de oración. Como nos dice san Josemaría: «Quiero que estés siempre contento, porque la alegría es parte integrante de tu camino. —Pide esa misma alegría sobrenatural para todos».
El ser humano necesita reír para la salud física y espiritual. El humor sano enseña a vivir. San Pablo nos dirá: «Sabemos que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios» (Rom 8,28). ¡He aquí una buena jaculatoria!: «¡Todo es para bien!».
Hoy nuevamente el Señor en la liturgia nos promete que el convertirá nuestra tristeza en alegría y esa alegría que nadie nos podrá quitar. Esto lo obtendremos cuando el Señor habite realmente en nuestro corazón, cuando El sea, como nos dice el Salmista, el Rey del Universo. Cuando confiemos en El a pesar de las persecuciones, sigamos teniendo la certeza en nuestro corazón, que como a Pablo, en el texto de la primera lectura, El nos librará de la mano de quienes nos persigan, nos difamen y nos desprecien.
El hoy nos asegura, también a nosotros que El mismo estará con nosotros y que el Espíritu Santo nos dará palabras y sabiduría a la que no podrán hacer frente nuestros enemigos.
Este texto de la Hechos, nos presenta distintas actitudes en la acogida del Evangelio que nos invitan a meditar: ¿Somos indiferentes como Galión que considera el Mensaje Evangélico como “palabras”? ¿Somos como los judíos que rechazamos la Novedad del Evangelio porque rompe con nuestras tradiciones y nuestros esquemas? ¿Somos como ese “pueblo de Dios”, sediento de verdad, que acoge sin prejuicios la predicación evangélica? ¿Somos como Pablo, incansable, que no se rinde ante las dificultades, sino que, confiado en la Gracia de Dios, insiste en la predicación a tiempo y a destiempo? ¿A qué grupo pertenecemos?
Jesús nos dice hoy a nosotros también, como lo hizo con Pablo: “No tengan miedo de hablar con valentía. Hablen y no callen, yo estoy con ustedes.” Es, pues, necesario que lo anunciemos con valentía en nuestras oficinas, en nuestros barrios, en las escuelas y universidades. Si el mundo de hoy vive en esta oscuridad y soledad, que lo empuja a buscar el mal que lo destruye, es porque nosotros los cristianos hemos estado por mucho tiempo callados.
Hoy Jesús nos vuelve a decir, en continuidad con el evangelio de ayer, que nuestra tristeza se convertirá en alegría. Pero el evangelio de hoy nos dice algo más muy importante: que una y otra vez vuelve a vernos. En realidad, todos los días Jesús Resucitado vuelve a nosotros, se hace el encontradizo en el camino de nuestra vida, a través de sus muchas presencias (en su Palabra, en su Eucaristía, en su Perdón, en su Curación, en su Bendición, en cada hermano nuestro que necesita nuestra ayuda, y en medio de nosotros cuando nos reunimos en su nombre).
Pero con él, con su presencia, siempre debemos estar dispuestos a cambiar, a comenzar de nuevo.
Sí, necesitamos comenzar de nuevo. Dice el Papa Francisco que, “es Jesús quien, con la fuerza del Espíritu Santo, nos libra del mal que tenemos dentro, del pecado que la Ley podía impedir, pero no eliminar. Sin embargo, el mal es fuerte, tiene un poder seductor: atrae, cautiva. Para apartarse de él no basta nuestro esfuerzo, se necesita un amor más grande. Sin Dios no se puede vencer el mal: solo su amor nos conforta dentro, solo su ternura derramada en el corazón nos hace libres. Si queremos la liberación del mal hay que dejar actuar al Señor, que perdona y sana.
Tantas veces no sabemos ya cómo recomenzar, oprimidos por el cansancio de aceptarnos. Necesitamos comenzar de nuevo, pero no sabemos desde dónde. El cristiano nace con la gracia de Dios que recibe en el Bautismo y vuelve a recibir una y otra vez en todos y cada uno de los sacramentos, signos visibles del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.
Y renacemos siempre de allí: del amor sorprendente de Dios, de su misericordia que nos restablece. Solo sintiéndonos cuidados por él podemos salir renovados, después de haber experimentado la alegría de ser amados plenamente por el Padre. Solo a través del amor de Dios suceden cosas realmente nuevas en nosotros. Su amor nos da un nuevo comienzo, nos hace criaturas nuevas, nos hace ser testigos de la vida nueva.
Es necesario despertar de nuestro letargo y ponernos a hablar del amor de Jesús; es necesario anunciarlo y dejar que se transparente en nuestra vida, aunque esto nos lleve a tener problemas. Estamos seguros que de la misma manera que Dios libró a Pablo y a sus compañeros, así también lo hará con nosotros.
Bibliografía
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/05/27/viernes-27-de-mayo-de-2022-recomenzar/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Mayo 2022
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros» (Jn 13, 34) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/05/01/mayo-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.