https://youtu.be/KXxu6RdpDfc
- 1 Jn 1, 1-4
- Sal 96
- Jn 20, 2-9
Celebramos a San Juan Evangelista, el hijo de Zebedeo, identificado por la tradición con el discípulo amado, autor del cuarto evangelio, Águila de penetrante visión, el más joven de los Doce, virgen, testigo privilegiado de la transfiguración y de la oración en el huerto de los olivos, aquel que recibió a María al pie de la Cruz. El gran Teólogo de la Navidad, pues, a través de él Dios nos ha revelado de manera única las misteriosas profundidades de su Verbo encarnado.
El es testigo de primera mano del misterio del Hijo de María. Ha visto con sus propios ojos y palpado con sus manos a Dios hecho hombre. El amor de Dios por cada uno se hace visible, tocable, audible… El amor no es fundamentalmente un afecto, un deseo o un sentimiento. En la encarnación, Dios manifiesta cómo el amor es entrega, abajamiento.
Estamos llamados a ser testigos de ese amor de Dios. Anunciar lo que hemos “visto y oído” y que esto pueda cambiar nuestros corazones.
Uno puede revivir estos mismos “ver” y “creer” a propósito del nacimiento de Jesús, el Verbo encarnado. Juan, movido por la intuición de su corazón —y, deberíamos añadir, por la “gracia”— “ve” más allá de lo que sus ojos en aquel momento pueden llegar a contemplar. En realidad, si él cree, lo hace sin “haber visto” todavía a Cristo, con lo cual ya hay ahí implícita la alabanza para aquellos que «creerán sin haber visto» (Jn 20,29), con la que culmina el vigésimo capítulo de su Evangelio.
Nos explica el Emérito Benedicto XVI: “Dios conoce el corazón del hombre. Sabe que quien lo rechaza no ha conocido su verdadero rostro; por eso no cesa de llamar a nuestra puerta, como humilde peregrino en busca de acogida. El Señor concede un nuevo tiempo a la humanidad precisamente para que todos puedan llegar a conocerlo (…) He aquí el descubrimiento sorprendente: mi esperanza, nuestra esperanza, está precedida por la espera que Dios cultiva con respecto a nosotros. Sí, Dios nos ama y precisamente por eso espera que volvamos a él, que abramos nuestro corazón a su amor, que pongamos nuestra mano en la suya y recordemos que somos sus hijos”
La Iglesia ha puesto su fiesta inmediatamente después del nacimiento de Cristo para llamar nuestra atención, en que su nacimiento es sólo el inicio de la realización del plan de Dios, el cual necesita de testigos fidedignos, personas que sin haber visto crean, personas para las cuales la navidad no sea simplemente una fiesta llena de foquitos y de lindos regalos, sino el acontecimiento por el cual el Hijo de Dios entra a formar parte de nostros; el acontecimiento por el que el perdón de Dios se extiende a toda la humanidad.
Ciertamente, nosotros no somos testigos oculares, como lo fue san Juan. Sin embargo, somos, como él, testigos de la obra salvífica que Dios ha operado en nuestras vidas y eso es lo que valida nuestro testimonio. Siéntete orgulloso de ser testigo de la luz y hazla presente en todos tus ambiente.
Uno de los propósitos de Juan al escribir su primera epístola, parte de la primera lectura de hoy, fue demostrar la historicidad, “les anunciamos lo que ya existía desde el principio”, y verdadera humanidad de Jesucristo, “le hemos oídos y hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y hemos tocado con nuestras propias manos”. Él no simplemente aparentó ser hombre, ni sencillamente trató de identificarse con el hombre; Jesús es, hasta el día de hoy, un verdadero hombre. Nació y vivió entre nosotros.
Pero Juan también nos demuestra, como hace también en su Evangelio, que Jesús es Dios. Es por todo esto que el tema de la predicación apostólica es “lo que era desde el principio”, la vida que “fue manifestada”, la vida eterna que “estaba con el Padre”.
Al final del texto nos dice: “Les escribimos esto para que se alegren y su alegría sea completa y el Salmo lo complementa al indicarnos: “Reina el Señor, alégrense la tierra; cante de regocijo el mundo entero”.
Es tiempo de Navidad, pues que el gozo y la alegría del Nacimiento de nuestro Señor siga estando presente en nuestros corazones y que esta esperanza en nuestro Salvador, nos impuse para que como Pedro y Juan, salgamos corriendo y al entrar en el sepulcro y expermientar la Resurrección, vayamos a dar testimonio de que también nosotros hemos visto y oído.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/12/27/el-amor-de-dios-se-hace-visible/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=27-12-2022
- https://ayudapastoral.com/2015/10/08/los-cinco-tiempos-de-1-juan-11-4/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Diciembre 2022
“Confíen en el Señor para siempre, porque el Señor es una Roca eterna” (Isaías 26, 4) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Dciembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.