https://youtu.be/3LYWw5ZO0XE
- Jer 17,5-8
- Sal 1
- 1 Cor 15,12. 16-20
- Lc 7, 17. 20-26
Este domingo la liturgia nos permitirá experimentar y acoger la Misericordia de Dios, don que no hemos merecido, pero que El ofrece a todo aquel que lo quiera recibir y entender con qué tipo de actitudes mostraremos que de verdad estamos dispuestos a aceptar sus bendiciones.
La primera lectura nos indica la gran equivocación que cometemos quienes hemos puesto la confianza en los bienes materiales.
Una de las “invectivas” más fuertes y acres del profeta Amós es ésta que se lee en este domingo y que nos recuerda las situaciones más escandalosas de la sociedad de consumo. El profeta de la justicia social sabe advertir contra aquellos que se refugian en un “boom económico” como está viviendo en esos instantes el reino del Norte, Israel, cuya capital, Samaría, era muy lujosa. Una sociedad de consumo es bien injusta desde todos los puntos de vista: los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres en la medida en que el lujo, el dinero, el poder, es sólo de unos pocos. El profeta no callará.
Considerando que el poseer bienes materiales no está mal, siempre y cuando se haya trabajado para obtenerlo y, que lo que poseo no vaya a determinar quién soy sino mi carácter sencillo y generoso, entonces puedo poseerlos.
Entonces, ¿dónde está lo malo de adquirir bienes?
La primera razón de la que debemos cuidar sería la codicia. Este pecado afecta mucho al hombre ya que le motiva a desear poseer algo de una manera que afecta su contentamiento y controla su voluntad. Una persona que codicia no se queda contenta hasta que no posee lo que la otra persona tiene o lo que acaba salir al mercado.
La segunda razón de la que nos debemos cuidar son las deudas. Esa misma codicia que nos ha motivado a buscar la manera de adquirir los bienes nos lleva a buscar medios para conseguirlos, entonces buscamos el endeudamiento para que podamos conseguir ese bien en particular.
El Salmo esta rodeada de alabanzas a Dios y en la confianza de que El siempre estará con nosotros, reconociendo nuestra dependencia a El para crecer en la fe.
El texto de la carta a Timoteo es una llamada a la lucha por la fe. El hombre piadoso, religioso, sabe que en este mundo, mantener la fe, no es fácil, porque las cosas de Dios y del evangelio no se imponen por sí mismas. Otros dioses, otros poderes, roban el corazón de los hombres y es necesario mantener la perseverancia. Pero esta virtud no es la cerrazón en una ideología, sino la dinámica que nos abre al proyecto futuro de Dios. Este mundo tiene que ir consumándose en la justicia, en la solidaridad, en el amor…hasta que llegue la manifestación de la plenitud de Dios, que nos ha revelado Jesucristo.
¿Cuál es la enseñanza de la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro? No es que los ricos se condenarán y los pobres se salvarán. No es invitar a un conformismo pasivo a los que carecen de casi todo en este mundo, porque se verán recompensados en la otra vida. El mensaje es que no se puede poner la confianza y la seguridad de la salvación en las riquezas, que no se puede despreciar y marginar a los pobres, que el Reino de Dios no se alcanza por la simple pobreza sociológica sino por cumplir las exigencias de la palabra revelada.
San Pablo, en la segunda lectura, recuerda con claridad cuál debe ser el comportamiento del cristiano en esta vida: practicar las virtudes que posibilitan la relación con Dios (la religión, la fe, el amor) y las virtudes que mejoran la convivencia con los hombres (la justicia, la paciencia, la delicadeza). Así se conquista la vida eterna, a la que todos hemos sido llamados.
Afirma el Papa Francisco: “La Palabra de Dios puede hacer revivir un corazón árido y curarlo de su sequedad. El rico conocía la Palabra de Dios, pero no la ha dejado entrar en el corazón, no la ha escuchado, por eso ha sido incapaz de abrir los ojos y de tener compasión del pobre. Ningún mensajero y ningún mensaje podrán sustituir los pobres que encontramos en el camino, porque en ellos nos viene al encuentro Jesús mismo: «Todo aquello que hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40), dice Jesús. Así en la inversión de las suertes que la parábola describe está escondido el misterio de nuestra salvación, en que Cristo une la pobreza a la misericordia.
Queridos hermanos y hermanas, escuchando este Evangelio, todos nosotros, junto a los pobres de la tierra, podemos cantar con María: «Derribó a los poderosos de su trono, elevó a los humildes; colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías» (Lc 1,52-53).
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://ministerioumcd.org/2016/08/22/primero-trabajo-un-rayo-de-sabiduria/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/wp-content/uploads/2022/08/HD_septiembre_25_2022.pdf
- https://www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-catequesis-del-papa-francisco-sobre-la-parabola-del-hombre-rico-76702
Palabra de Vida Mes de Setiembre 2022
“Siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible” (1 Corintios 9, 19) https://ciudadnueva.com.ar/setiembre-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.