https://youtu.be/Xt9ApCFsbmA
- 2 Cor 4, 7-15
- Sal 125
- 1 Cor 15,12. 16-20
- Mt 20, 20-28
Hoy que celebramos la fiesta de Santiago, apóstol, la liturgia nos invita a vivir en humildad y servicio, dos actitudes que tuvo que aprender este apóstol quien si hacemos memoria, cuando Jesús llama a doce hombres para que se conviertan en sus apóstoles; entre los doce están «Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan (a los que dio el nombre de Boanerges, que significa «hijos del trueno»)» (Marcos 3:17). Este es el único lugar de la Biblia que hace referencia al nombre de los hijos de Zebedeo como «Hijos del Trueno».
Personalmente creo que no te ponen un apodo como Hijos del Trueno sin razón Y, así es como Santiago y Juan, eran conocidos. Eran tipos rudos, con personajes coloridos y atrevidos. No se apartaban de una confrontación. De hecho, incluso podrían haber esperado una. Podían ser muy agresivos. Y también podían ser muy insensibles.
En una ocasión, cuando la gente de un pueblo de Samaria no respondió al mensaje de Jesús, fueron Santiago y Juan los que quisieron invocar el fuego del cielo sobre ellos (ver Lucas 9:54). y cuando Jesús habló de su propia muerte inminente, de cómo sería traicionado y luego entregado a los gentiles para ser burlado, escupido, azotado y finalmente asesinado, Santiago y Juan soltaron como vemos en el texto de hoy del evangelio: “Concédenos que nos sentemos, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu gloria». ¿Era un buen momento para sacar el tema? Sería como decir: «¿En serio? ¿Podría tener tu coche?» a alguien que acaba de descubrir que le queda una semana de vida. Estos tipos sólo dijeron lo que pensaban. Y eran igual que nosotros: desesperadamente humanos y notablemente poco notables.
Afirma el Papa Francisco: “Existe el riesgo de no entender la verdadera misión del Señor: esto sucede cuando se aprovecha de Jesús, pensando en ‘el poder’. Esta actitud se repite en los evangelios. Muchos siguen a Jesús por interés. Incluso entre sus apóstoles: los hijos de Zebedeo querían ser uno, primer ministro y el otro, ministro de economía, querían el poder… Y esta es una tentación diaria de los cristianos, nuestra, de todos los que son de la Iglesia: la tentación no del poder, de la potencia del Espíritu, sino la tentación del poder mundano.“
Pero Dios los transformó. Y al final de sus vidas, estos hombres, que eran conocidos como Hijos del Trueno, se hicieron conocidos por algo más. Santiago fue el primer apóstol en ser martirizado. Y Juan llegó a ser conocido como el apóstol del amor.
“Llevamos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que esta fuerza tan extraordinaria proviene de Dios y no de nosotros mismos”, nos dice San Pablo en la primera lectura. El apóstol nos habla de uno de los elementos mas importantes en nuestra vida y es es el darnos cuenta de que, a pesar de nuestra miseria, de nuestro pecado, de nuestra fragilidad, Dios nos ha confiado ser portadores de la vida de la gracia.
El martirio, las tribulaciones, el acoger y aceptar la cruz que forma parte de la vida del apóstol, no son una especie de apéndice inevitable al que se enfrenta uno en soledad, como si se tratara de la “guinda del pastel” a la que hay que resignarse por incluida en el lote del apóstol en tiempos de persecución; como si se tratara de una consecuencia aislada, privada y personal sin nada que ver con la misión encomendada.
La misión, el testimonio se hace fecundo, real y concreto precisamente en la cruz. No son dos cosas separadas. La predicación del apóstol es mucho más que un discurso, mucho más que palabras; es la experiencia transformante que, en el reconocerse débil, pobre, incapaz –verdad que solo llegamos a reconocer y palpar a través de la cruz- descubre la fuerza extraordinaria de Dios, de la que se hace testigo en su propio cuerpo, en su vivir y existir.
Esta gracia la recibimos desde el bautismo y se incrementa en cada sacramento que recibimos, especialmente en cada Eucaristía. Este tesoro debe ser cuidado con afán, sobre todo, de la insidia de este mundo que busca robárnoslo y hacer infructuosa en nosotros, la gracia que Cristo nos ha dado.
Es por ello que, sabiendo de nuestra fragilidad, debemos cuidar con gran esmero nuestra gracia santificante, alejándonos de todo aquello que pudiera ser la ocasión de alejarnos de Dios.
Por ello, es muy importante que estemos siempre vigilantes y no permitamos que este tesoro maravilloso, que asegura nuestra participación en la vida del Reino, nos sea arrebatado por el mundo y por todos los enemigos del alma.
Dios convirtió a Santiago y a Juan en personas muy diferentes a las que eran antes, y puede hacer lo mismo por nosotros.
”Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con ustedes”: Ef 13, 13
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=25-07-2023
- https://testimoniodefe.com/jesus/quienes-eran-los-hijos-del-trueno-en-la-biblia-que-los-transformo/
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-francesco_20140221_fe-no-es-casuistica.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://es.catholic.net/op/articulos/4998/cat/330/uno-a-tu-derecha-y-otro-a-tu-izquierda-en-tu-reino.html#modal
Palabra de Vida Mes de Julio 2023
“Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque solo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa.” (Mateo 10, 42) https://ciudadnueva.com.ar/julio-2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.