https://youtu.be/sBL1Xbdjf50
- Hch 22, 3-16 o bien Hch 9, 1-22
- Sal 116
- 1 Cor 15,12. 16-20
- Mc 16, 15-18
“Vayan a todo el mundo y prediquen el evangelio”, es la frase que se repite hoy en el Salmo y el Evangelio de este día. Y es la invitación que el Señor nos hace en la fiesta de la conversión del San Pablo.
Nos explica el Papa Francisco: “San Pablo, después de haber vivido la fuerte experiencia de la gracia, que lo llamó a convertirse, de perseguidor a apóstol de Cristo. La gracia de Dios lo ha empujado, incluso a él a buscar la comunión con otros cristianos, de repente, por primera vez en Damasco y luego en Jerusalén.
Esta es nuestra experiencia como creyentes. A medida que crecemos en la vida espiritual, comprendemos cada vez más que la gracia nos llega junto a los además y es para compartir con los demás.”
En el libro de los Hechos encontramos tres relatos similares de la conversión de Pablo: Hch 9,1-19; 22,5-16 y 26,9-18.
Pablo, recuerda el pasado cuando el presente está unido al único proyecto de vida que es Cristo. Eso no hace daño, la deuda está saldada con creces. Por ello el apóstol les recuerda a los judíos su etapa de perseguidor de los cristianos a los que encadenaba y enviaba a la cárcel para que fueran castigados. Y todo ello tenía un motivo: el celo por Dios.
Pablo, como él mismo lo ha dicho en su testimonio, era un hombre bueno, observante de la ley, sin embargo, hasta que en Damasco se encontró PERSONALEMENTE con el Señor, sólo hasta entonces, su vida se transformó RADICALMENTE.
Efectivamente, a Pablo, en el camino de Damasco, el Señor Jesús, le sale al encuentro y comienza el proceso de conversión: estar en camino, envuelto en luz cegadora, caer al suelo, puesto que es imposible resistirse a la luz, y escuchar la voz que pone a Pablo ante su propia realidad: el desconocimiento de quién le habla y su disposición a escucharle. ¿Qué he de hacer, Señor? La respuesta es sencilla: desandar el camino, volver atrás para iniciar una aventura diferente: regresar a Damasco de manera distinta, ciego, de la mano de otros, pero con nueva luz: la luz de Cristo.
Ananías actuará de mediador entre el Señor y Saulo; éste recobrará la vista y será enviado a ser testigo del resucitado a todas las naciones: “El Dios de nuestros padres te ha destinado…”, has de ser testigo, apóstol, enviado. La vida de Pablo desde ese momento dejó de ser suya para pertenecer a Cristo, por quién todo lo demás se convirtió para él en nada y vacío.
Detengámonos un momento y meditemos: ¿Recuerdo la llamada de Jesús en mi vida? ¿qué cambio en mí? ¿a qué me ha enviado el Señor? Por eso, es necesario que todos y cada uno de nosotros, tenga en su vida un “Damasco”, es decir, un momento en nuestra vida que sirve como punto de encuentro, desde donde podemos decir: antes yo era del mundo, pero ahora pertenezco a Cristo.
Cuando uno ha experimentado el AMOR, sabe que el chispazo inicial es insuficiente. Es una luz, una promesa, una esperanza de plenitud, pero necesita crecer, cultivarse, alcanzar mayor intimidad. Si no podríamos convertir en el amor en un mero sentimiento, que va y viene.
Pablo, encontró esa luz, esa promesa, esa esperanza de plenitud. Tuvo una experiencia personal de Jesús y eso le cambió la vida. Pasó de ser alguien que odiaba a Cristo a alguien que lo amó con locura. Pero si se hubiese quedado en ese momento puntual, en esa chispa, en ese asombro, no habría saboreado el amor con mayúsculas. Ese fuego que del mismo modo que esa hoguera de la Vigilia Pascual, para no apagarse, necesita que se le vayan lanzando cartones, palos, maderas que pueda ir consumiendo, para que el fuego crezca y no se quede en cenizas, así ocurra con el amor a Jesús en la vida espiritual.
Puede ser importante fijarnos hoy en el hecho de que iba de camino con un objetivo claro. De repente “algo” le interrogó; se paró, escuchó y preguntó. Fue rápido en la respuesta: ¿qué debo hacer Señor? El Señor le dijo quién era y lo que debía hacer y Pablo cambió de objetivo pero no de radicalidad.
En el mundo en el que vivimos hoy, hay caminos que nos llevan a lugares donde Dios nos habla: lugares de sufrimiento con familias desestructuradas, emigrantes considerados ilegales, personas sin trabajo, mujeres vulnerables, jóvenes en la cárcel, personas enfermas y solas, pueblos en guerra…
Esas personas y los colectivos que luchan por ellas y con ellas son lugares que tenemos cerca, que nos cogen de camino, que nos llaman e interpelan.
Desde esas situaciones de sufrimiento e injusticia surgen distintas iniciativas, movilizaciones y luchas. En definitiva propuestas de cambio para nuestra propia conversión.
Pero hemos de andar por esos lugares y caminos y escuchar que es Dios quien nos llama y responder.
En el evangelio, Jesús nos dice que la tarea de la Iglesia -evangelizar-, no es exclusiva de nadie, ni va dirigida a grupos concretos, por muy entendidos que se consideren. Jesús envía a sus amigos al mundo entero para que sigan adelante con su misma misión: que todas las personas tengan vida, y vida en abundancia.
Está claro que para los que decimos haber recibido esa Buena Noticia, no la hemos recibido para tenerla escondida, sino para anunciarla; para compartirla, para comprometernos en irla realizando.
En el mismo evangelio de hoy Jesús nos dice que no es solo cosa de palabras y sermones. Y para que lo tengamos claro, El nos indica las señales que nos acompañarán si lo hacemos bien.
Nuestro mensaje ha de ser un anuncio de liberación, tanto para las personas como para los pueblos y los que lo acepten, se verán liberados del dominio de aquellas ideologías que proponen un modo de vida esclavo del consumo, insensible ante el sufrimiento ajeno, apegados al triunfo y al dominio.
Hablaremos lenguas nuevas cuando logremos romper las barreras que nos impiden comunicarnos y solucionar los conflictos, no con la prepotencia y las armas, sino con el diálogo respetuoso.
Y si vivimos el amor que Dios nos tiene a cada uno, y lo proclamamos, esto será fuente de Vida para todos, una Vida que vencerá a la enfermedad y la muerte.
Nuestro anuncio será creíble y sincero si va acompañado por acciones que traigan salvación, traigan más felicidad, más justicia y más dignidad para todos.
La fiesta de la “Conversión de San Pablo”, nos recuerda el gran mandamiento de Jesús de evangelizar, pero al mismo tiempo, el hecho de que no se puede dar lo que no se tiene. Con la Oración Colecta pidamos al Señor que nos conceda que caminando hacia Tí siguiendo el ejemplo de San Pablo, seamos testigos de tu verdad en el mundo.
Con Santa María, reconozcamos que el Altísimo también se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para participar de la misión sacerdotal y redentora de su Hijo divino: Regina apostolorum, Reina de los apóstoles, ¡ruega por nosotros!; haznos valientes para dar testimonio de nuestra fe cristiana en el mundo que nos toca vivir.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=25-01-2023
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/01/25/el-chispazo-que-madura/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2018-01/papa-francisco-visperas-solemnidad-conversion-de-san-pablo-ecume0.html
Palabra de Vida Mes de Enero 2023
«Aprendan a hacer el bien, busquen la justicia» (Is 1, 17). https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.