- Gen 18, 20-32
- Sal 132
- Col 2, 12-14
- Lc 11, 1-13
El Salmista hoy nos invita a la acción de gracias al Señor por su lealtad y su amor que perdura eternamente y porque no nos abandona. Y esto nos queda claro después de leer y meditar el texto del Génesis en el que Abraham, ruega al Señor por el perdón de los que no han seguido su camino y, nuestro Padre Dios, que es rico en Misericordia, le concede lo que el Profeta le pide. Lo qué pasa es que la respuesta a su clamor, no encuentra eco en el pueblo.
Me pregunto, ¿no es la historia de la humanidad de todos los tiempos? Y si no veamos el evangelio en el que el Señor se sigue mostrando como nuestro Papá y ante el pedido de uno de los discípulos le muestra el camino para la oración y le indica la importancia de perseverar en ello, pues al relacionarnos con El insistentemente, le permitimos que oriente nuestra vida.
De lo que nos habla el relato de la primera lectura, es precisamente de la esperanza de la salvación.
El “regateo” de Abraham con Dios molesta a algunos lectores. pero las oraciones del patriarca, aunque audaces, se hicieron con auténtica humildad y profunda reverencia. Fue para que se honran: la justicia que pidió la liberación de Sodoma si se encontraran en ella tan pocos como cincuenta… cuarenta y cinco cuarenta treinta veinte o aun si sólo se hallaren allí diez justos (18:24‐32). El no estaba tratando de convencer a Dios de que hiciera algo en contra de su voluntad.
Todos sabemos que cualquier cosa que hagamos trae aparejada una consecuencia. Lo que hacemos puede desencadenar una serie de sucesos que pueden continuar aun después de que nos hayamos ido. Desafortunadamente, cuando tomamos una decisión, por lo general sólo pensamos en las consecuencias inmediatas. Estas a menudo son engañosas ya que son efímeras.
La salvación brota en definitiva, de la misericordia y el perdón de Dios. Abraham, desde su conciencia de ser él también hombre débil y pecador, se siente solidario de esta humanidad también frágil y apela a esta misericordia que él mismo experimenta en la intimidad de su relación con el Señor.
Cuando Jesucristo vino a la tierra, se cumplió la promesa de Dios: por medio de Abraham fue bendecido todo el mundo. Quizá usted desconozca los efectos a largo plazo que tienen las decisiones que toma hoy. Pero, el hecho de saber que tendrán consecuencias posteriores debería hacerlo pensar cuidadosamente y buscar la dirección de Dios al tomar decisiones y llevarlas a cabo.Hemos escuchado cómo Abraham le ruega a Dios por las personas inocentes que viven en Sodoma.
En este día el Señor nos insta a que podamos descubrir, como Abraham, los brotes del bien, a través de tantos y tantas inocentes, y desde ello orar por nuestro mundo con el deseo de que la vida, que traduce el Amor, sea más fuerte que el mal y la muerte.
Ciertamente, el bienestar es importante para vivir el Reino de Dios. Eso es lo que meditamos al rogarle a Dios que nos dé «nuestro pan cotidiano de cada día» (Lc 11,3). ¿Qué «pan» necesito yo para vivir verdaderamente bien? ¿Qué «pan» necesitan nuestros vecinos, o nuestros familiares, o las personas necesitadas? Cuando le pedimos a Dios, de todo corazón, que nos dé el pan cotidiano: nos ponemos en manos de su sabia y amorosa voluntad, para que sea Él quien ‒a su modo‒ nos provea de lo necesario para ser felices.
Cuando san Pablo les dice a los colosenses que «por el Bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con Él» (Col 2,12), les está animando a profundizar en su condición de hijos de Dios Padre, actuando en su vida cotidiana según su voluntad, honrando su Nombre y viviendo su Reino. Efectivamente, cuando meditamos asiduamente sobre ello ‒en el rezo del Padrenuestro‒ e intentamos llevarlo a la práctica, entonces, con ayuda de la gracia divina, morimos a nuestra vida de pecado y renacemos a la vida en Cristo.
“Jesús, nos explica el Papa Francisco, relata la parábola del amigo inoportuno” en la que Jesús dice: es necesario insistir en la oración”. Por eso, confió que a él le viene a la mente el período en que los niños -alrededor de los tres años, tres años y medio- comienzan a preguntar sobre las cosas que no entienden”.
“En mi tierra se llama ‘la edad del por qué’, creo que también aquí sea lo mismo. Los niños comienzan a mirar al papá y dicen: ‘Papá, ¿Por qué?, Papa ¿Por qué?’ Piden explicaciones”, por lo que el Santo Padre animó a estar atentos…”
El Padrenuestro nos pertenece y se nos escapa. Todos lo sabemos de memoria, pero nos sigue resultando extraño por sus enigmas, sus reinterpretaciones, su empleo y hasta por su desgaste. En la plegaria se constata y se espera, se confía y se implora, mediante la invocación y la confesión de fe. El Padrenuestro habla de Dios para hablar mejor de la condición humana.
Ahora bien, el Padrenuestro es la oración que ofrece el fundamento más seguro a la confianza, porque fue compuesta por Cristo, nuestro abogado, que es el más sabio de los orantes, en quien se encuentran todos los tesoros de la sabiduría; cimenta también firmemente la confianza de que seremos escuchados por el hecho de que el mismo Cristo, que nos enseñó esta oración, la escucha juntamente con el Padre, según aquello que dice el Señor en la Escritura: Clamará a mí y yo lo escucharé (Ps. 90, 15).
El Papa Francisco señaló que los discípulos de Cristo “se quedan fascinados porque ven que Él no reza como los otros maestros de aquel tiempo, sino que su oración es un vínculo íntimo con el Padre, tanto que desean ser partícipes de estos momentos de unión con Dios, para saborear completamente su dulzura”.
Invita a los suyos, continua el Pontífice, a hacer experiencia de oración, poniéndose en comunicación directamente con el Padre, suscitando en ellos una nostalgia por una relación personal con Dios, con el Padre”.
“¡Aquí está la novedad de la oración cristiana! Es un diálogo entre personas que se aman, un diálogo basado en la confianza, sostenido por la escucha y abierto al compromiso solidario. Es un diálogo del Hijo con el Padre, un diálogo entre hijos y Padre. Esta es la oración cristiana”, exclamó el Papa.
De este modo, Jesús entrega a los discípulos la oración del Padre Nuestro que es “quizá el don más valioso que ha dejado el divino Maestro en su misión terrenal” porque “después de haber revelado su ministerio de Hijo y de hermano, con aquella oración Jesús nos hace entrar en la paternidad de Dios”.
“Quiero subrayar esto: cuando Jesús nos enseña el Padre Nuestro nos hace entrar en la paternidad de Dios y nos indica el mondo para entrar en diálogo orante y directo con Él, a través del camino de la confianza filial”, improvisó el Santo Padre.
En este sentido, el Papa Francisco remarcó que esta oración cristiana es “un diálogo entre el papá y su hijo, del hijo con el papá” y aseguró que “lo que pedimos en el Padre Nuestro ya ha sido realizado con nosotros en el Hijo Unigénito: la santificación del Nombre, la venida del Reino, el don de la paz, del perdón y de la liberación del mal”.
Por ello, Francisco señaló que “mientras pedimos, abrimos la mano para recibir. Recibir los dones que el Padre nos ha hecho ver en el Hijo. La oración que nos ha enseñado el Señor es la síntesis de toda oración, y nosotros la dirigimos al Padre siempre en comunión con los hermanos”, dijo.
Este pasaje pues, primero por medio de un mandato, y después a través del ejemplo, nos prescribe la oración frecuente, la esperanza de conseguir lo pedido y una especie de arte para persuadir a Dios. En verdad, cuando se promete una cosa se debe tener esperanza en lo prometido, de suerte que se preste obediencia a los avisos y fe a las promesas, esa fe, que mediante la consideración de la piedad humana, logra enraizar en si misma una esperanza mayor en la bondad eterna, aunque todo con tal que se pidan cosas justas y la oración no se convierta en pecado (Sal 108,7). Tampoco Pablo tuvo vergüenza en pedir el mismo favor repetidas veces, y eso con objeto de que no pareciera que desconfiaba de la misericordia del Señor, o que se quejaba con arrogancia de que no había obtenido lo que pedía con su primera oración; por lo cual —dijo— he rogado tres veces al Señor (2 Cor 12,8); con eso nos enseñó que, con frecuencia, Dios no concede lo que se le pide por la razón de que sabe que, lo que creemos que nos va a ser bueno, nos va a resultar perjudicial.
Bibliografía
- Folleto La Misa de Cada Día.
- https://www.deiverbum.org/lc-11_01-13/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/28-6-2021/
- https://www.bibliatodo.com/comentario-biblico/?v=BLPH&co=diario-vivir&l=genesis&cap=18
- https://www.aciprensa.com/noticias/el-papa-francisco-revela-la-novedad-de-la-oracion-cristiana-del-padre-nuestro-35509
- https://diocesisvitoria.org/wp-content/uploads/2015/11/LUCAS-11_1-13.pdf
- https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/24-7-2022/pautas/
Palabra de Vida Mes de Julio 2022
«Solo una cosa es necesaria» (Lc 10, 42) https://www.focolare.org/espana/es/news/2022/06/30/julio-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.